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"Nicho 41. Fila 2, Galería C". José Marqués (64 años) recita de memoria la ubicación exacta de aquella lápida que le llamó súbitamente la atención. Su investigación y curiosidad le hicieron tirar de un hilo -tallado en mármol- hasta dar con esta historia. Porque, apostilla sin dudar, "cada enterramiento tiene una", resume este melillense y policía local jubilado a EL ESPAÑOL.

"Encontré ese sepulcro en el cementerio de Melilla y me llamó la atención, porque hay muy pocos nichos en propiedad de soldados fallecidos durante la guerra de Marruecos". Porque lo habitual era que se les enterrase en un nicho temporal. O directamente "en una fosa común".

En la lápida de piedra, amarilla por el paso del tiempo, se puede leer lo siguiente: Juan Surroca Padrosa. Natural de Amer (Gerona). Soldado del Segundo Batallón de Asia 55. Fallecido el 7 de octubre de 1922. Su desconsolada madre y familia. "La encontré por casualidad, porque iba buscando otra". Y a partir de esa sepultura, José Marqués se ha encontrado con la desconocida historia de Joaquín Puigdemont, tío abuelo de Carles Puigdemont.

Francisco Puigdemont (1902-1958), hermano menor de Joaquín y abuelo repostero del político catalán, huyó de la Guerra Civil refugiándose en un pueblo de Cádiz en el que un cuñado suyo, Juan, era sacerdote.

Quizá lo hizo porque su hermano mayor, Joaquín, le había narrado las masacres de las trincheras y las enfermedades que arrasaban hasta con los sanos. Las vivió tres lustros antes como soldado de infantería del Batallón de Gerona, conocido como Asia 55, durante la Guerra de Marruecos.

Dicho batallón fue desmantelado por la II República en 1931. "En la Guerra del Rif, y tras el desastre de la batalla de Annual, en 1921, al Batallón de Gerona lo enviaron a Melilla como refuerzo" para paliar la sangría de soldados. En Annual, las cifras de pérdidas humanas ni se saben con certeza: oscilan entre los 8.000 y los 13.000 fallecidos.

Con los datos de aquella lápida, "metí el nombre de Juan Surroca en Google, busqué en las partidas de nacimientos de Amer, y encontré cuando nació. Tenía solo 23 años cuando murió. Un niño. Falleció de fiebres tifoideas". El apellido, Surroca, le arrojó otro dato: el de una farmacia de Badalona, aun abierta e incluso catalogada como BIC. Telefoneó, preguntó, "y me pasaron con un sobrino nieto de Juan Surroca, el joven fallecido que reposa en Melilla".

Quien le atendió amablemente se llama como su antepasado muerto: Juan Surroca. Tiene 95 años y una memoria prodigiosa. "Si no llega a ser por él, esta historia se habría perdido irremediablemente", valora Marqués. El anciano no conoció a su tío, pues nació seis años después de su muerte.

-Pregunta.- Pero usted aún no sabía nada del apellido Puigdemont.

-Respuesta.- Para nada. Cuando me contaba la historia y me mencionó el apellido lo pensé, pero me dije que no, que sería mucha casualidad y que no podía ser.

El fundador de la Farmacia Surroca, Juan Surroca Viñeta "era hermano de Domingo Surroca Viñeta, padre del soldado enterrado en Melilla", explica. Juan Surroca, el anciano y nieto del fundador de la farmacia, recuerda perfectamente a Joaquín Puigdemont. De su tío fallecido en Melilla, y del que lleva el mismo nombre, se sabe historias y atesora fotos amarillas.

A Melilla llegaron, en 1921, los dos: Juan Surroca Padrosa y su primo Joaquín Puigdemont Padrosa. Los dos desde Amer, dentro del Batallón Asia 55. Joaquín Puigdemont recaló  como voluntario. Muy unidos, sus madres, Antonia y Rosa, eran hermanas. Además, Joaquín había nacido en 1900. Entre ellos se llevaban solo un año de diferencia.

Juan Surroca Padrosa (izquierda) y su primo, Joaquín Puigdemont Padrosa, en Melilla. Cedida

"Allí enfermaron los dos de fiebres tifoideas", una auténtica epidemia que causó muchísimas bajas durante la Guerra de Marruecos, tanto en los campamentos como en las guarniciones, debido a la falta de higiene. "Y a los piojos y ratas, que se paseaban por los sacos de comida y dejaban allí una bacteria. Solo hay que ver el registro del cementerio de la época para constatar cuántos murieron".

Juan Surroca falleció en el hospital tras una larga agonía que acabó consumiéndolo. Su primo Joaquín Puigdemont sí superó aquella enfermedad letal que solo podía abordarse tratando de mitigar los síntomas, porque todavía no existían los antibióticos.

Fue el encargado, como el familiar más directo y estando en Melilla, de ordenar y pagar el enterramiento de su queridísimo primo en el cementerio. En un nicho, cuya lápìda es la que ha posibilitado este reportaje 103 años después.

Primero pagó Joaquín un nicho de alquiler por cinco años. Luego, a perpetuidad. "Lo pagó la madre el 7 de julio de 1924, dos años después de su fallecimiento y poco antes de que regresase Joaquín Puigdemont a Gerona", apunta José Marqués.

Joaquín Puigdemont, poco antes de licenciarse, junto al nicho del cementerio de Melilla de su primo. Cedida

La urgencia y las distancias hacían que, con mucha probabilidad, de no haber estado él Melilla, al pobre de Juan Surroca lo habrían enviado a la fosa común, y esta historia no se habría conocido jamás.

Esos dos factores, el dinero y la distancia, provocan "que haya tan pocos nichos de soldados fallecidos en esa época que sean en propiedad. Porque eran caros, y había gente que no podía pagarlos", puntualiza Marqués.

Pone como ejemplo que "hace un tiempo di con otro: era un soldado de Pozoblanco (Córdoba). Se llamaba Rafael Castro Gosálvez. La familia era pudiente. En el periódico 'El Cronista del Valle', del Valle de Los Pedroches, aparece un artículo de septiembre de 2021 que recoge su fallecimiento, y de como su madre acudió con su hija Elisa a Melilla. Le dio tiempo de despedirse de su hijo Rafaelito en el hospital antes de que falleciera. Lo que es el amor de madre. Luego, pagó el nicho a perpetuidad".

La sepultura de Juan Surroca Padrosa en el cementerio de Melilla. Cedida

Los tres años que permaneció en Melilla Joaquin Puigdemont los pasó siendo asistente de José Sanjurjo, nombrado en 1921 Comandante General de Melilla para tratar de reconquistar el territorio perdido tras el Desastre de Annual. Lo fue en dos ocasiones, antes y después de aquella batalla.

"En ese período, Sanjurjo marcha a Larache y luego vuelve de nuevo a Melilla como Comandante General de Melilla. Y es curioso que a Sanjurjo lo enterraron en Melilla hace unos años de tapadillo". Implicado en el golpe de Estado, falleció en 1936 en un accidente de aviación. Sus restos reposan en Melilla desde 2017, y en concreto, en el Panteón de los Reguladores de Alhucemas 5.

Al licenciarse, Joaquín regresó a casa. Fue el 21 de diciembre de 1924. Aquellas navidades "fue a ver a su tía, Antonia Padrosa Oliveras, la madre de su primo", cuenta José Marqués a este periódico. La prensa de la época recogió su regreso a Amer junto con otro paisano. "Juan Surroca lo recuerda perfectamente: me ha dicho que fue peluquero, que a él también que le cortaba el pelo, y que le contaba historias de su época en Marruecos".

El tío abuelo de Puigdemont estuvo en el cuerpo de sanitarios, "a juzgar por el gorro que lleva en las imágenes". También estuvo en el laboratorio farmacéutico de Melilla". La información la corrobora la prensa de la época.

Distinguido por Alfonso XIII

Porque en 1926, dos años después de regresar a la Península, el tío abuelo de Puigdemont fue condecorado por Alfonso XIII en Barcelona "Ante toda la fuerza del Cuarto Regimiento de Sanidad Militar se efectuó el jueves la ceremonia de imponer al soldado de dicho cuerpo don Joaquín Puigdemont, natural de Amer, la Cruz de Beneficencia de primera clase con distintivo negro, con la que ha sido agraciado por S. M. el Rey".

La distinción le fue concedida como "consecuencia del alto ejemplo y abnegación demostrado en el cumplimiento de sus deberes como practicante en la asistencia a enfermos de peste bubónica (sic) en África", reza el recorte de prensa que obra todavía en poder de la familia.

José Marqués, junto al nicho de Juan Surroca PAdrosa en el cementerio de Melilla. E.E.

La condecoración fue sufragada por "todos los miembros de este Cuerpo", y además, el regimiento le regaló un reloj de pulsera. En la ceremonia "fue abrazado por todos sus compañeros" e incluso hubo un desfile militar en su honor.

Diez años después estalló la Guerra Civil. "Le pilló en Cataluña, claro". Quizá por lo que había vivido ya en Marruecos, Joaquín Puigdemont no quiso volver al frente y se exilió a Francia, como su hermano Francisco, el abuelo del líder de Junts.

El abuelo de Carles Puigdemont regresó a España y continuó huyendo del bando republicano: se refugió luego en Benaocaz, un pequeño pueblo de Cádiz en zona nacional. Allí estaba su cuñado Juan como sacerdote.

En 1938, y como prófugo, fue amnistiado por Juan Negrín. No regresó a Amer hasta 1940. Antes trabajó dando comida a los republicanos presos en la cárcel de Burgos, un puesto que consiguió en Ubrique gracias a un antiguo compañero de la mili en Gerona.

En 1939, y en los estertores de la Guerra Civil, Joaquín Puigdemont se encontraba en Barcelona justo cuando las tropas nacionales entraban en la ciudad, advierte José Marqués. Pone el acento en que entonces "se marchó corriendo a Amer para ver cómo se encontraba su familia, a quien no veía. Estaba pendiente de si el pueblo estaba ya bajo el mando nacional. Se desconoce como pudo llegar, pero llegó".

Joaquín Puigdemont falleció en Amer en 1972. "Luego de la guerra se convirtió en barbero y de eso trabajó", precisa el expolicia. Tuvo que rehacer su vida, a diferencia de su hermano Francisco, que recuperó la pastelería que abrió en 1927, Pastisseria Puigdemont. A día de hoy, como la farmacia Surroca, continúa abierta.

A José Marqués el interés por la historia le viene en la sangre. "El sargento Marcelino Molero Pimentel y su hermano, el capitán Andrés Molero, desaparecieron a finales de 1921 en la retirada de la columna del Coronel Saturnino García Esteban, en el Zoco El Telata de Bu- Beker, una de las posiciones de la Batalla de Annual. Nunca encontraron sus cuerpos".. 

Eran 10.000 hombres y a la zona francesa llegaron menos de la mitad. "El sargento Marcelino Molero Pimentel, del Regimiento África 68, estaba casado con Isabel Lozano Aragón, hermana de mi abuela Teresa. De aquí me viene mi interés por el Desastre de Annual: mi abuela me inculcó ese interés con sus historias".