No fue sólo un España contra Euskadi. Fue un duelo entre cuatro vascas. Cuatro pelotaris nacidas en la misma tierra, formadas en los mismos frontones, unidas por el mismo idioma, pero enfrentadas por una camiseta. Dos optaron por representar a España, a pesar de las presiones que sufrieron por hacerlo; las otras dos, eligieron vestir los colores de una selección de Euskadi.
Y el público, que llenaba las gradas del Frontón Jai Alai de Guernica, decidió a quién quería aplaudir. Cada tanto del equipo vasco se celebró como un gol en San Mamés. Cada punto español cayó en un silencio que dolía. No se jugaba sólo un partido, sino algo más.
A las siete en punto de la tarde, el frontón de Guernica abría sus puertas a la historia. No por el marcador, sino por lo que ocurriría sobre el frontis: por primera vez, la selección de España se enfrentaba a una selección de Euskadi en una competición.
Un duelo inédito, cargado de simbolismo, en una disciplina con hondas raíces en el País Vasco, como es la pelota vasca, en la modalidad de cesta punta. Y, además, no en cualquier escenario: en Guernica, la capital emocional del pueblo vasco, la ciudad bombardeada, la que Picasso inmortalizó, la que muchos consideran territorio sagrado.
Arraigo deportivo
El partido, enmarcado en la primera edición de la Liga de Naciones organizada por la Federación Internacional de Pelota Vasca (FIPV), se disputó en la modalidad de cesta punta. La Federación Española no reconoce oficialmente esta competición, pero inscribió a su equipo femenino con el argumento de que debía "proteger los intereses de las jugadoras que desean representar a España".
Aun así, el escudo del Consejo Superior de Deportes (CSD) presidía una de las paredes del frontón, flanqueado por los logotipos de la FIPV y de la Federación Vasca. El de la Española no apareció. Desde el CSD aseguran que no autorizaron su uso.
El partido fue posible gracias a la reciente reforma de la Ley del Deporte, impulsada por el Gobierno con el apoyo del PNV. Una modificación que permite a comunidades con "arraigo deportivo" contar con selecciones propias en competiciones internacionales. Y sucedió, no en fútbol ni baloncesto, sino en pelota, justo ahí donde empezó todo.
Arai Lejardi y Erika Mugartegi, las dos pelotaris de la selección española, instantes antes de que comenzara el partido.
Elaia Gogenola y Maia Goikoetxea, representantes de Euskadi, comprobando las pelotas junto al arbitraje.
Un partido político
El ambiente en Guernica era festivo, a pesar de ser miércoles y de la lluvia que envolvía las calles. "Para nosotros tener un torneo así es algo emotivo y de alegría", decía a EL ESPAÑOL uno de los organizadores minutos antes del inicio. Unas mil personas llenaban el frontón mientras finalizaba un partido masculino entre España y México. La grada, entre aplausos e ikurriñas, ya se preparaba para lo que venía: el plato fuerte del día.
Sobre la cancha, cuatro mujeres vascas. Por España: Erika Mugartegi y Arai Lejardi, naturales de Markina-Xemein. Por Euskadi: Elaia Gogenola y Maia Goikoetxea. Las cuatro formadas en casa. Las cuatro con las mismas raíces. Mugartegi y Lejardi estuvieron preseleccionadas por la Federación Vasca, pero optaron por competir con España.
El año pasado fueron campeonas del mundo sub-22 en Pamplona. Su decisión fue leída en clave política por algunos sectores. Ellas, sin embargo, han insistido en su compromiso con el alto nivel y la estructura federativa española.
Erika Mugartegi, en pleno partido entre España y una selección de Euskadi.
Las pelotaris que representaban a Euskadi obtuvieron el respaldo de la grada del frontón de Guernica a pesar de la derrota.
Pero la grada no lo entendió así. Cuando las jugadoras de España salieron del vestuario, los aplausos fueron tímidos. Cuando lo hicieron las de Euskadi, el frontón rugió. La selección española no vestía de rojo, como es habitual, sino de azul claro. Y con cada tanto que sumaban Erika y Arai, se escuchaba el mismo sonido: ninguno.
En cambio, cada vez que Elaia o Maia puntuaban, el público respondía con gritos, cánticos, emoción. Incluso en el partido anterior, contra México, los pelotaris visitantes se llevaron más aplausos. El presidente de la Federación Española de Pelota Vasca, Javier Conde, fue contundente: "Tras meses de presiones, amenazas y coacciones, Erika y Arai han manifestado su deseo de competir representando a España en esta competición, aunque no sea oficial. Su valentía merece respeto y apoyo", declaró.
Victoria española
Lo cierto es que ni la técnica ni la experiencia de las dos jugadoras evitó el vacío emocional que les hizo sentir el frontón. Y es que España se impuso con claridad: 5-15 en el primer set, 7-15 en el segundo. Un resultado rotundo. Pero en Guernica no se celebró la victoria. "Hemos disfrutado mucho el partido, era lo que se esperaba. Las dos jugadoras de España son mucho mejores, hasta han recibido varias becas", contó Aitor Esteban, presente en el frontón, a este periódico.
Aitor Esteban, posando en las gradas del frontón de Guernica para la cámara de EL ESPAÑOL.
El debut de la selección de Euskadi fue celebrado por el PNV como "un gran paso en términos de construcción nacional", en palabras de su portavoz. EH Bildu, en cambio, evitó los actos institucionales. Pero su base estaba allí, en las gradas, cantando, ondeando ikurriñas, dejando claro que, para una parte del país, esta no era una tarde más.
La victoria consolida a España en lo más alto de la clasificación tras esta fase de grupos. Tres partidos, tres victorias. Euskadi es segunda. El próximo viernes, España y Euskadi volverán a verse las caras en la final. Pero lo que ocurrió este miércoles en Guernica ya ha dejado su huella. En la cancha, en la grada, y también en el relato.
