En 1943, mientras trabajaba en su laboratorio de la farmacéutica Sandoz, el químico suizo Albert Hofmann comenzó a sentir que se encontraba en otra realidad y la habitación comenzó a flotar y a llenarse de colores. Accidentalmente había ingerido la sustancia con la que estaba trabajando, LSD, que había sintetizado años antes partiendo de un hongo que coloniza los granos del centeno, el cornezuelo.
El 19 de abril de 1943 decidió hacer un experimento "controlado" tomando un cuarto de miligramo de esa sustancia tras lo cual regresó a casa en bicicleta en un trayecto en el que experimentó seis horas de alucinaciones. Consciente de la importancia de su descubrimiento y de sus posibles aplicaciones en psiquiatría, Hofmann informó a Sandoz, que lo lanzó al mercado, pero las ventas tuvieron que pararse debido al abuso y mal uso que se hacía del mismo.
A pesar de todo, el LSD es considerado uno de los mayores inspiradores de la cultura occidental durante el siglo XX y los servicios secretos de varios países llegaron a contactar con Hoffman para que les ayudara a obtener toneladas de LSD para su uso militar.
Una de las personas que emplearon esa sustancia era el director de la División de Operaciones Especiales de la CIA, un científico que estuvo detrás del envenenamiento masivo con LSD de un pequeño pueblo de Francia y de rociar la ciudad de San Francisco con bacterias para estudiar su dispersión en caso de ataque bacteriológico. Su nombre: Frank Rudolph Emmanuel Olson.
Un programa secreto
Frank Olson era el hijo de unos inmigrantes suecos que residían en Wisconsin, donde nació el 17 de julio de 1910. Frank cursó estudios universitarios y se doctoró en bacteriología en 1938. Para poder pagar sus estudios se alistó en el Cuerpo de entrenamiento de oficiales de la Reserva del ejército de Estados Unidos, pero tuvo que pasar al servicio activo cuando el país entró en la Segunda Guerra Mundial.
En diciembre de 1942 recibió una llamada de su tutor de tesis, Ira Baldwin. Quería reclutarle para un programa secreto de desarrollo de armas químicas y biológicas que dirigía en Fort Detrick para el ejército.
Fort Detrick
Olson aceptó la oferta y alrededor de 1945 comenzó a trabajar en aquel programa en el que también colaboraban antiguos científicos nazis que habían llegado al país bajo el amparo de la Operación Paperclip.
Olson visitaba frecuentemente Fort Terry, una base militar secreta en Plum Island, una pequeña isla situada frente a Long Island donde el ejército probaba toxinas demasiado letales para ser empleadas en el territorio continental de los Estados Unidos.
Durante estos años comenzó a preocupar a los altos mandos el progreso de los soviéticos en la guerra bacteriológica, por lo que decidieron crear la División de Operaciones Especiales en Fort Detrick, en la primavera de 1949, con el propósito de investigar formas "encubiertas" de utilizar armas químicas. Tan solo un año después de su fundación, Jack Olson era su director y ya trabajaba para la CIA.
Fort Terry en 1945
Una de sus primeras operaciones fue conocida como "Operación Sea-Spray", cuyo objetivo era comprobar cómo afectaría un ataque bacteriológico a zonas muy pobladas. El lugar elegido fue San Francisco, un lugar ideal gracias a su bahía, sus rascacielos y su mítica niebla, que ayudaría a esparcir y esconder los patógenos.
Operación Sea-Spray. Envenenando San Francisco
Del 20 al 27 de septiembre de 1950, un dragaminas de la Armada estadounidense, fondeado a dos millas de la costa, comenzó a esparcir por el aire "Bacilus globigii" y "Serratia marcescens", una bacteria y un bacilo que fueron inhalados, al menos, por 800.000 personas, y cuya expansión a lo largo del tiempo fue monitorizada por el ejército. La operación fue mantenida en secreto, ya que los patógenos eran inofensivos y no provocarían mal alguno. Pero estaban equivocados.
Aquellos compuestos causaban infecciones en heridas, riñones y el tracto urinario, una semana después del ataque se detectó un aumento inusual de afecciones e incluso un hombre falleció. Además, durante años, se produjo un repunte de infecciones coronarias y neumonías en la región.
Los médicos no salían de su asombro, pero todos los pacientes tenían algo en común: cantidades insólitas del bacilo "Serratia marcescens", que la CIA había utilizado en el ataque bacteriológico como marcador debido a su color rojizo.
Esta operación salió a la luz gracias a un subcomité del Senado que probó que, entre 1949 y 1969, el ejército de los Estados Unidos de América había realizado pruebas con agentes bacteriológicos al menos en 239 ocasiones. San Francisco no fue la única gran ciudad afectada, también Nueva York, el aeropuerto de Washington, la ciudad de Panamá o Cayo Hueso, en Florida.
El infierno francés
Menos de un año después, en agosto de 1951, una pequeña localidad de la región de Occitania, al sur de Francia, comenzó a sufrir una ola de alucinaciones e histerias. Se trataba del pueblo de Pont-Saint-Espirit, un paraíso convertido en un infierno para sus 2.000 vecinos.
Pont-Saint-Espirit en la actualidad
Todo había comenzado el 12 de agosto, cuando dos hermanos llegaron al consultorio médico del pueblo. Uno había visto nieve cayendo sobre su cama y el otro veía pequeños pájaros dentro de casa. Una semana después ya eran más de trescientos los afectados y se habían producido cinco muertes y dos suicidios.
Algunos se recuperaban en dos o tres días, pero otros empeoraban sin saber cómo ayudarles mientras los delirios iban en aumento. Varios babeaban aterrorizados por las calles, otros se tiraban por las ventanas creyendo que podían volar, otros gritaban que estaban muertos, otros que habían visitado el infierno… Incluso los animales domésticos sufrían demencia.
Harina contaminada
La pesadilla continuó durante varias semanas, hasta que a finales de septiembre todo se calmó y se consiguió encontrar una explicación razonable, o eso se creía. Para ello se envió a al pueblo a un grupo de especialistas en bioquímicas de los laboratorios Sandoz, que tenían una fábrica cerca de allí, en Basilea.
En el momento de la visita, menos de una docena de científicos en el mundo conocían la existencia del LSD, pero en ese grupo iba uno de ellos, el primero que lo había sintetizado en 1938, Albert Hofmann.
La conclusión de aquel comité fue que todo había sido debido a una intoxicación por un alcaloide presente en el pan que se estaba consumiendo en el pueblo debido un hongo, el cornezuelo del centeno, a partir del cual Albert Hofmann había sintetizado el LSD.
La policía se puso manos a la obra para seguir la pista de la harina hasta llegar a un molinero de un pueblo cercano quien, al parecer, había suministrado el producto contaminado. Fue detenido, pero en pocos días lo liberaron.
Los análisis de los laboratorios comenzaron a chocar entre sí y la harina tóxica que supuestamente se había utilizado no contenía ni rastro del hongo, así que se especuló con envenenamiento por mercurio y se culpó a todo el mundo, incluido Stalin. Finalmente, el caso se archivó por falta de pruebas y todo el asunto se olvidó.
Un suicidio sospechoso
Dos años después, el 28 de noviembre de 1953, Frank Olson se suicidó desde la décima planta de un hotel de Manhattan, o eso afirmaron las autoridades que investigaron el caso.
En 1975, la Comisión Rockefeller, una comisión presidencial creada para investigar las actividades de la CIA y otras agencias de inteligencia dentro de los Estados Unidos, destapó el proyecto MK Ultra, mediante el cual esta agencia había realizado experimentos ilegales para el control mental con LSD y otras drogas.
Portada del informe de la Comisión
El gobierno admitió no solo ese proyecto, sino que Frank Olson también había recibido LSD sin su conocimiento ni consentimiento, lo que acabó provocando su suicidio. ¿O no había sido un suicidio?
Su familia comenzó a desconfiar de la investigación sobre su muerte y demandó a la agencia de inteligencia, pero llegaron a un acuerdo y recibieron las disculpas tanto del presidente Gerald Ford como del director de la CIA en aquel momento.
La documentación sobre el caso de Frank Olson fue destruida y olvidada, pero en el año 2009, el periodista de investigación Hank Albarelli se topó con documentos desclasificados sobre el agente de la CIa y sobre un experimento del que jamás había oído hablar, en un pequeño pueblo francés llamado Pont-Saint-Espirit.
Y aunque Albarelli nunca encontró una prueba concluyente de la relación entre el pueblo francés y MK Ultra, parecía bastante probable que fuera parte del programa secreto de drogas del ejército y la CIA. Es más, según el periodista, un experimento similar estaba previsto en la red del metro de Nueva York, pero se suspendió tras lo ocurrido en Francia, ya que no habían previsto que muriera gente.
¿Fue la CIA?
Desde luego, la hipótesis del cornezuelo del centeno no tiene sentido. Además de que no se encontró ni rastro del hongo en las muestras que se analizaron, hay que tener en cuenta que este hongo contamina las espigas en la planta, por lo que es imposible que tan solo un saco de harina de una panadería se hubiese contaminado, esa harina tóxica tendría que haberse extendido en más sacos y por más lugares.
Lo que sí sabemos es que la CIA utilizó a grupos de personas sin su consentimiento para probar LSD: presos, drogadictos, vagabundos, prostitutas, soldados, médicos… incluso al mismísimo jefe del Departamento de Operaciones Especiales, Frank Olson, así que a nadie sorprendería que un pequeño pueblo francés fuera utilizado también para ello.
Curiosamente, en recuerdo de aquel viaje de Hoffman en su bicicleta en 1943, puesto hasta arriba de LSD, todos los 19 de abril se celebra el Día de la Bicicleta, aunque la Asamblea General de las Naciones Unidas lleva años intentando acabar con este homenaje sin éxito.
