Un lutier es una persona que fabrica instrumentos a mano. Se trata de una profesión que existe desde hace siglos en España, pero hoy en día se ve amenazada por diversas causas: "El precio de los materiales", "las fábricas que producen instrumentos en masa y los venden a precios bajísimos" y "los estafadores". Y ahora, por si fuera poco "los aranceles de Trump van a encarecer la madera". Así lo explican a EL ESPAÑOL dos lutieres: Llorenç Fenellosa y Juan Antonio Romero.
Fenellosa es el presidente de la Asociación Española de Luthiers y Arqueteros Profesionales (AELAP), y a sus 57 años, ha dedicado buena parte de su vida a fabricar violines, violas, violonchelos y contrabajos con sus propias manos. Conoce el sector como pocos, y por eso lamenta que "cada vez hay menos lutieres, y el intrusismo nos maltrata muchísimo. Hay gente que vende instrumentos de máquina diciendo que son de lutier".
Y es que a un artesano le puede costar "250 horas de media hacer un violín a mano, mientras que una máquina puede hacerlo en 20 horas", tal y como explica el lutier valenciano que fabrica sus instrumentos desde su taller en la calle Jaume Costa de Massalfassar. "Si la gente vende instrumentos de máquina diciendo que son hechos a mano, complica nuestro mercado".
Por si fuera poco, ahora los artesanos se enfrentan al precio de la madera. Por eso, el lutier de guitarras Juan Antonio Romero, afirma que los oficios artesanales de la madera "se están perdiendo porque el material está cada vez más caro, y más que se va a poner ahora con Trump, que le va a poner más impuestos".
El lutier Juan Antonio Romero muestra dos de sus guitarras hechas a mano.
De hecho, el propio Romero compatibilizaba la fabricación de instrumentos con el oficio de tornero de madera, y aun así sucumbió a las dificultades del sector, por lo que ahora, a sus 57 años, está "en paro". Y eso que él contaba con la aparente ventaja de tener su taller en La Unión, un municipio murciano de gran tradición flamenca donde se celebra el Festival Internacional del Cante de las Minas, por el que han pasado guitarristas de la talla de Paco de Lucía y Vicente Amigo.
Pero antes de llegar a este punto, al unionense le dio tiempo a fabricar "cerca de 30 guitarras", aunque señala que nunca llegó a vender "ninguna". Romero invertía "500 euros solo en los materiales" y tardaba "tres meses en hacer un instrumento. Por eso una vez me ofrecieron 800 euros por una de mis guitarras, y dije que no".
Exactamente lo mismo le cuesta a Llorenç Fenellosa fabricar un pequeño violín: "500 euros solo para un pequeño violín". Aunque para otros instrumentos más elaborados, el precio se eleva. "En una ocasión, construí un contrabajo para un solista de la Orquesta de Valencia, para el que invertí entre 4 y 5.000 euros".
Un violín fabricado a mano por el lutier Llorenç Fenellosa.
Por eso, no entiende cómo es posible "que haya instrumentos que vienen de China y cuesten 100 euros". Esta situación se agrava con la gran producción de estas fábricas, que "pueden hacer doce instrumentos en el tiempo en que una persona hace uno". Esto supone que los lutieres han perdido "el mercado de los instrumentos de gama baja, sobre todo en el mundo de las guitarras. Pero también este tipo de fábricas se está metiendo en las gamas medias", amplía Fenellosa.
Ante esta situación, el valenciano expone que "la única forma de que el oficio sea más estable sería regularlo". De hecho, explica que "en Francia hay un examen de estado para el que quiere trabajar como arquetero, que es un lutier especialista en la construcción de arcos. Incluso el Gobierno los busca y cuenta con ellos a nivel de peritajes y demás".
"Entiendo que al final la Administración es la única que tiene fuerza, pero muchas veces de oficio no arrancan, tiene que incoarle alguien", opina Fenellosa. "Si a nivel administrativo se exigiera una trazabilidad de cada instrumento sería una forma de prevenir que alguien intente vender instrumentos como si fueran artesanos cuando no lo son".
- ¿Por qué es tan importante que la Administración se involucre para proteger la lutería?
- Llorenç Fenellosa: Primero, para evitar a los estafadores. Hay quien compra un instrumento a 300 euros y lo intenta vender a 12.000 diciendo que es artesano. Eso es indecente. Pero el oficio lamentablemente no está regulado y cualquiera puede poner un cartel en su casa diciendo ser lutier. Eso no debería existir.
Y luego está el tema histórico. Aquí en España hay estudios donde se cita que en el siglo XVI cualquier ciudad española ganaba por goleada en número de lutieres a cualquier ciudad importantísima del mundo. Medio mundo era español y había mucho mercado de ultramar, pero se fabricaban aquí.
El lutier Llorenç Fenellosa, trabajando en su taller.
Al tratarse de una profesión tan ligada a la artesanía de la madera, muchos compatibilizan la fabricación de instrumentos con otros empleos, como la carpintería, dejando la lutería como un pasatiempo o una segunda actividad. Por esa razón, como explica el artesano afincado en Massalfassar, "es imposible dar una cifra exacta de cuántos lutieres hay a nivel nacional", aunque estima que "quedan varios talleres que sobreviven en todas las ciudades grandes".
Una prueba de ello es que en la Región de Murcia, según datos de la Consejería de Empleo, solamente hay tres personas inscritas en el Registro Artesano autonómico como fabricantes de instrumentos musicales. Aunque tal y como indica una fuente de la Consejería a este diario, "eso no quiere decir que no existan más".
- ¿Hay relevo generacional?
- Llorenç Fenellosa: Los ánimos están bastante bajos. Tengo amigos que son buenos lutieres y se han tenido que ir a fábricas porque no han podido sobrevivir del oficio. La gente joven lo ve complicado por lo inestable que es, porque cualquiera te puede hacer una competencia desleal. Además, esto es muy vocacional, eres autónomo, son muchísimas horas. O te gusta y lo disfrutas, o lo sufres.
El panorama que dibujan Fenellosa y Romero de su profesión es bastante poco prometedor. El valenciano sigue al pie del cañón en su pequeño taller porque asegura que es su "vocación", y por eso incluso sigue viajando con cierta frecuencia a Cremona, la ciudad italiana que se considera la cuna de los violines, para encontrarse con otros lutieres de su categoría.
Por su parte, Juan Antonio Romero asegura que, en este momento, "nunca" se dedicaría solamente a ser lutier porque "de ello no se puede vivir, salvo que tengas un nombre consagrado. En España, los instrumentos que se venden son los baratos, todos los que vienen de China. Pero los bien hechos se venden fuera".