De convertirse en una referencia en el sector turístico a no pasar el check-in de las nóminas. Es el caso de la empresa GrowPro, que se ha visto obligada a realizar un aterrizaje forzoso, declarándose en quiebra y paralizando sus operaciones.
La empresa, que llevaba tiempo en una tesitura turbulenta, esperaba una inyección de esperanza de un inversor, que retiró su oferta en el último momento. Goiko Llobet, CEO de GrowPro, anunció la bancarrota y trasladó a los trabajadores que "las nóminas no estaban garantizadas".
Este escándalo también salpica a sus clientes, que denuncian en redes sociales que han jugado con su dinero. Un torrente de indignación que ha derivado en amenazas de sus clientes hacia los trabajadores, que carecen de responsabilidades legales.
De esta forma, su debacle económica y las denuncias por estafas barren de un portazo la narrativa de la historia de un emprendimiento de ensueño. Todo comienza cuando Goiko Llobet, graduado en ingeniería informática en la CEU San Pablo, se agota de la monotonía laboral que le carcomía por dentro. En su mente se proyectaron pesadillas en las que envejecía en el letargo de la oficina, lo que despertó en él una revelación: dejarlo todo para emprender en Australia.
Tras esta catarsis personal, junto con su amigo y posterior socio Pablo Gil, Goiko emigró a la que llamaban "la tierra prometida". Una vez allí, Goiko comenzó de cero trabajando como dependiente, en caterings, clases de español… incluso tanteó un negocio de padel frustrado.
Goiko Llobet trabajando
Tras la lluvia, el arcoiris. Tiempo después Goiko y Pablo consiguieron dar con la tecla correcta. Se dieron cuenta de que allí existía una necesidad sin cubrir. Nadie apoyaba a los viajeros latinos y españoles una vez aterrizaban en la tierra marsupial.
Así, decidieron crear una plataforma para darles cobertura. Para ello era esencial crear comunidad, por lo que comenzaron a organizar encuentros lúdicos en los que invitaba a potenciales clientes a comer paella. Esto sería el embrión de GrowPro.
Según dice el propio Goiko la empresa se fundó con 1.000 euros y en 2019 se llegó a facturar 8 millones y medio sin influjo de inversores. Precisamente el talón de Aquiles de GrowPro ha sido su intromisión en las inversiones externas. Durante su primer boom empresarial, la empresa salió a flote únicamente reinvirtiendo los activos de las ventas a sus clientes, una auténtica churrería a gran escala.
Inversión externa: un globo que explota
El cierre de fronteras de la pandemia limitó ampliamente su negocio de facilitar la estancia a viajeros. Pasaron de no querer inversión a necesitarla por mera supervivencia. Consiguieron 1,3 millones de euros de familiares y amigos, y posteriormente introdujeron la inversión externa en la ecuación.
"Si tienes un producto internacional que está creciendo y le metes gasolina en un sector en el que nadie mete, tienes ventaja competitiva y puedes crecer más", afirmaba Goiko en el podcast 'Así me hice millonario' hace apenas 7 meses.