La vida de Alejandra Delgado cambió desde que se enteró que su madre tenía un cáncer de mama que ha desembocado en dos tumores en los dos pulmones, con metástasis. Dejó su trabajo en Buenos Aires, donde continúa su marido, y arribó en Málaga junto con sus dos hijos pequeños. Desde entonces, día y noche se encarga de cuidar de su progenitora, Margot Pernisi, con un 65% de discapacidad y a la que hay que ayudar para todo: cocinar, asearse, llevarle a las sesiones de quimioterapia. Un nuevo revés ha hecho que Delgado termine totalmente desubicada, henchida de rabia, impotencia y frustración: le han denegado el permiso de residencia por arraigo familiar.

“Mi madre tiene dos cánceres muy fuertes y nos dicen que no tienen cura. Estamos en el tratamiento por si se puede hacer algo, pero sabemos que la enfermedad no va a desaparecer”, cuenta entre lágrimas esta mujer, natural de Argentina, y que siempre se dedicó al marketing. Casada desde hace 25 años, Delgado tenía toda su vida construida en Buenos Aires hasta que recibió la fatal noticia. “Cuando miro para atrás y pienso en todo lo que estamos pasando, no me lo puedo creer”, añade en conversación telefónica con EL ESPAÑOL.

Margot la necesita para todo. Hija única, ella es la que se encarga de dar soporte y acompañamiento a una mujer con un 65% de discapacidad, enferma y que, a sus 70 años, tan solo cuenta con la ayuda de una persona que la visita dos horas cada día, tres veces por semana. “Yo no puedo tener aquí a mi madre así y estar a 15.000 kilómetros de distancia. No lo dudé. Hablé con mi familia y les dije a mis hijos que ahora había que dar a la abuela todo lo que ella nos había dado a nosotros”, añade esta mujer de 51 años.

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Así pues, Delgado movilizó a toda su familia para establecerse en España: “No es que yo quiera vivir en este país o escapar de Argentina, yo ya tenía mi vida hecha, normal y tranquila, pero tengo que quedarme en España para poder cuidar de mi madre”, repite una y otra vez. De esta forma, pidió un permiso de residencia y trabajo por causas especiales de arraigo familiar.

Acreditar su situación

El formulario lo presentó el pasado 8 de noviembre y hace tan solo unos días se encontró el resultado: denegado. Ella, que se había informado con anterioridad, jamás pensó verse en esta tesitura. De hecho, la legislación sobre la autorización de residencia temporal por circunstancias excepcionales para extranjeros sí contempla la posibilidad de que se conceda en el supuesto de que se trate de una persona que presta apoyo a una persona española con discapacidad.

“Yo fui a Extranjería y les conté todo mi problema, y desde el principio aporté los documentos: historia clínica de mi madre, mi partida de nacimiento, la de mi madre, y toda la documentación que acredita que soy su única cuidadora para que vieran que aquí nadie se está inventando nada”, reitera Delgado. Sus palabras son tan ciertas como duras: “Mi madre se está muriendo, esa es la realidad, y yo solo quiero cuidarla”.

El trámite solo acababa de comenzar. A finales de enero, Extranjería le envió un nuevo requerimiento para que aportara más documentos, pero ninguno relativo a la situación sanitaria de Margot. “Solo se referían a mi situación financiera y económica, y les di copia de absolutamente todo, títulos de mi propiedad, cuenta bancaria, certificados de transferencia de divisas, pensión de mi madre… No sé qué más quieren”, cuenta desesperada. Y reitera: “Mi madre se muere y no me permiten quedarme en España para cuidarla”.

Denegación del permiso

El pasado 26 de febrero la noticia llegó como una losa: al denegarle el permiso de residencia, Delgado tendrá que dejar España en un plazo máximo de 15 días. “¿Cómo me voy a ir ahora, que he venido con mis hijos y ya están escolarizados?”, se pregunta. La emoción embarga sus palabras cuando recuerda cómo ha cambiado toda su vida para cuidar de su madre y, ahora, no le permiten hacerlo. “Realmente no comprendo cuáles son los parámetros que tienen para tomar estas decisiones totalmente faltas de empatía y humanidad”, se queja.

Su día a día no deja lugar a dudas. Margot necesita a alguien que la cuide, y la tiene, ahí está su hija, Delgado. En cambio, todo se torna complicado tras la resolución de Extranjería. “A mi madre hay que estarle cocinando, cambiando de pañales, se mueve en silla de ruedas, nos pasamos el día entero en el hospital. Tiene fibromialgia, le tiemblan las manos y padece fatiga crónica. Aunque vive con su pareja de 80 años, yo no le puedo dejar a su cuidado, porque no le da la vida tampoco al hombre”, ilustra.

Margot Pernisi en silla de ruedas Cedida

Por el momento, Delgado cuenta con el apoyo sentimental de toda su familia, aunque ahora está enfocada en conseguir un abogado que le pueda asesorar. El problema está en que tampoco tiene recursos económicos para sufragar sus servicios. “Intentaré apelar, que reconsideren la decisión, porque de verdad que no hay derecho. Necesito que alguien me ayude pero no cobre demasiado porque ahora solo ingreso la renta de mi piso en Buenos Aires, que lo he conseguido alquilar”, se explaya.

Además, ella es la encargada de suministrarle la medicación que Margot debe tomar en diferentes momentos del día. “Yo soy hija única de una española con cáncer, gravemente enferma y que no tiene a nadie más que le ayude. ¿Cómo me van a denegar la residencia?”, se pregunta con una voz tomada por sus lágrimas. “Es mi madre, se está muriendo, yo no puedo abandonarla así como así”, continúa.

Una vida descompuesta

Sobre Delgado también cae el peso de sus hijos. Una niña pequeña que cumplió 11 años el pasado diciembre y un hijo mayor de 18 le acompañan en su rutina en la que apenas tiene espacio ni tiempo para otra cosa que no sea el cuidado de Margot. “Arranqué a mis hijos la vida que tenían porque querían estar todo el tiempo que pudieran con su abuela y ahora les presento un panorama tan incierto… No sé ni qué decirles”, se lamenta la bonaerense.

La impotencia va a más cuando la misma Delgado se percata de lo complicado que es poder mostrar su problemática a alguien que trabaje en Extranjería: “Estoy segura de que me entendieron mal. Yo creo que entendieron que era mi madre la que cuidaba de mí o algo parecido. Solo necesito que alguien me escuche y vea que yo no me quiero quedar en España de manera indefinida, que estoy aquí porque mi madre se está muriendo”, concluye.