Murcia

En apenas quince minutos, María del Mar pasó de estar bromeando con su padre, Andrés Casado Moreno, a ver cómo su vida se apagaba sobre el asfalto. Este viaje relámpago de las risas al horror que María del Mar vivió en primera persona, tiene como protagonista a José: el conductor de una moto que atropelló a Andrés mientras atravesaba un paso de peatones, a bordo de su vehículo para personas con movilidad reducida. "Mi padre salió volando", tal y como asegura la hija de la víctima mortal: un pescador jubilado, de 74 años, al que conocían como 'El Parli'.

Todo ocurrió en una tarde invernal del lunes 30 de enero de 2023, en el cruce de la avenida Juan Carlos I con la calle Doctor Luis Prieto de ÁguilasEl atropello mortal de Andrés Casado Moreno recuerda al mensaje que en 1995 abanderaba una de las campañas más duras que ha realizado la Dirección General de Tráfico (DGT): 'Cuando se comete una imprudencia muchos inocentes pagan por ella'.

Tal imprudencia es la que se desprende del auto emitido por el magistrado Jesús Martínez, titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Lorca, y donde expone que el conductor de la moto supuestamente hizo un uso inadecuado de la velocidad, un adelantamiento prohibido por línea continua a los vehículos que había detenidos frente a un semáforo en rojo, y arrolló a un peatón con movilidad reducida en un paso de cebra.

"A mi padre le atropellaron cuando cruzaba en verde para los peatones", según denuncia con amargura María del Mar Casado, una jornalera agrícola, de 36 años, incapaz de borrar de su mente lo que presenció al llegar a ese paso de cebra que hay frente a la Cafetería Clendy. "La avenida se empezó a llenar de gente y a mi padre le pusieron el desfibrilador en el pecho para reanimarlo. Yo me quedé allí, gritándole desde la distancia a la que me permitía estar la Policía Local: '¡Papá, que eres muy joven!' '¡Papá, venga, tú puedes!' '¡Papá, hazlo por tus nietos!'…

La scooter Honda implicada en el atropello mortal del jubilado.

El papá de Mari no pudo sobreponerse a las lesiones que le causó el impacto frontal de una escúter Honda de 125 centímetros cúbicos de cilindrada. 'El Parli' se convirtió en uno de los peatones fallecidos por atropello en vía urbana que cada año contabiliza la DGT y que no han parado de crecer durante los últimos tres ejercicios, a pesar de que el gesto de cruzar un paso de peatones en apariencia: es tan cotidiano, como sencillo y seguro. En 2020, los 8.433 atropellos contabilizados en tramos urbanos, se saldaron con 153 muertos; en 2021 hubo 10.399, con 183 fallecidos, y en 2022, el último ejercicio del que hay datos, se produjeron 12.322, con 213 decesos.

Andrés 'El Parli' entrará a formar parte de la estadística de la DGT de 2023, con una particularidad: un portavoz de la Dirección General de Tráfico admite que su anuario "no diferencia" si los peatones atropellados presentan una discapacidad o movilidad reducida, un factor a tener en cuenta en siniestros de estas características como le ocurre a este pensionista de Águilas. Una localidad del litoral murciano, conocida allende de sus fronteras por sus productos agrícolas, sus carnavales declarados de interés turístico internacional y sus espectaculares playas: las mismas que 'El Parli' oteaba desde el horizonte cuando salía a faenar por el Mediterráneo.

"Mi padre se desplazaba con un vehículo para personas con movilidad reducida porque sufrió un ictus en 2018 y le afectó al lado izquierdo de su cuerpo", tal y como detalla María del Mar. "Me acuerdo de pasar mi infancia con él porque tuvo que prejubilarse con 50 años porque le salieron varias hernias y mi madre trabajaba en el campo: así que él era el ama de casa, me llevaba al colegio, jugábamos...".

Tras verse obligado a dejar su oficio de marinero en barcos que faenaban por Barcelona, Valencia o Águilas, Andrés le pudo dedicar más tiempo a los cinco hijos que tuvo fruto de las dos ocasiones que pasó por la vicaría. "Yo era su 'ojico' derecho: su niña consentida", recuerda Mari, con la pena propia de una hija a la que un atropello le arrebató -prematuramente- al "mejor amigo" que tenía en su familia. "A mi hijo pequeño le he puesto Andrés por mi padre porque me ayudó mucho. Yo se lo contaba todo a él".

Los dos chiquillos de María del Mar también querían con locura a su abuelo, famoso entre algunos de los 36.800 parroquianos de esta localidad costera, por elaborar un ajo casero "a base de mortero" que le daba un toque incomparable al pescado. Andrés bromeaba con los hijos de María del Mar que su vehículo para personas con movilidad reducida en realidad era una moto, a la vista de que la silla eléctrica llevaba un manillar similar al de una escúter, aunque su velocidad no sobrepasaba los 8 kilómetros por hora. "Solía sentar a sus nietos sobre su piernas".

El vehículo de movilidad reducida que conducía el difunto Andrés 'El Parli', en una imagen del atestado de la Policía Local, y al lado, una foto del anciano con uno de sus nietos.

- ¿Qué ocurrió el lunes 30 de enero?

- María del Mar Casado: Ese día no se me olvidará. Yo tenía que llevar a mis hijos al kárate por la tarde y mi padre se bajó a esperarme en el Bar Los Arcos que está debajo de mi casa. Cuando llegué no estaba, le pregunté a un amigo que me encontré en el bar y me dijo que mi padre se había marchado a comprar un microondas. Estaba encabezonado en comprar un microondas y le dije que me esperase, pero se marchó solo y salí a buscarle.

Prácticamente, íbamos detrás suya mi madre, sus dos nietos y yo. Le llamábamos por teléfono y no contestaba. Entonces, escuchamos un estruendo. Era un porrazo y le dije a mi madre que parecía un accidente de tráfico. Cuando nos acercamos corriendo, nos encontramos a mi padre tirado en el suelo y su moto para discapacitados.

Lo que presenció esta treintañera supera la crudeza de cualquier campaña de la DGT, para concienciar sobre las consecuencias nefastas que tiene un despiste o una imprudencia cuando se conduce cualquier tipo de vehículo: ya sea una moto, un coche, un patín... "En ese momento, solo quería que mi padre se pusiera bien, pero yo sabía que le habían matado: estaba sangrando por la cabeza, la nariz y los oídos", relata con crudeza esta jornalera, curtida en recoger el famoso tomate de Águilas. 

"Cuando los sanitarios le rompieron la ropa para ponerle el desfibrilador, tenía las costillas hundidas. Yo sabía que a mi padre lo volvería a ver dentro de una caja de pino", sentencia apenada.

- ¿Cómo reacciona uno ante una situación tan dramática que afecta a un familiar directo?

- Yo me quedé impactada. Lo único que hice fue intentar mantener la calma porque estaba con mis hijos, eran 'pequeñicos' y se encontraron así a su abuelo: con la unión que tenían los dos con mi padre. Además, también estaba mi madre, ella se desmayó y la metieron en la Cafetería Clendy.

María del Mar Casado (c), el día de su boda, junto a su padre, Andrés, y su madre, Josefa. Cedida

En el campo de la psicología hay estudios que corroboran que las víctimas de accidentes de circulación sufren secuelas emocionales y mentales, como el estrés postraumático. Mari asegura que ella como testigo de este siniestro vial también se quedó tocada: "Aquello fue tan fuerte que todavía estoy en manos de psicólogos. Hasta la fecha no he podido llorarle a mi padre. Yo aguanto por mis hijos porque son pequeños y no me pueden ver destrozada y débil. Mis hijos me tienen que ver fuerte. A día de hoy, no puedo ir al cementerio porque no me puedo creer lo que vi: pasé de estar con mi padre gastando bromas, a encontrármelo destrozado a los quince minutos. ¿A ver qué persona aguanta eso?"

EL ESPAÑOL ha accedido al sumario judicial del atropello de este jubilado con movilidad reducida y se instruye como un homicidio por imprudencia. Aquel lunes 30 de junio, la Policía Local de Águilas acudió al paso de peatones, pasadas las cinco de la tarde, después de que el 112 recibiese seis llamadas alertando del siniestro vial.

El atestado recoge el minucioso trabajo que hicieron los policías al estilo CSI: desde identificar a testigos en la zona, a analizar al milímetro el estado de los neumáticos de la escúter, su sistema de frenos o el estado del asfalto para ver si había restos de frenada del motorista. Incluso comprobaron la frecuencia de parpadeo de los semáforos con técnicos de Murtrafic y tomaron fotos aéreas del cruce donde la propia Mari se reconoce como una de los testigos que aparece: "Estoy sujetando a uno de mis hijos".

El conductor de la escúter que atropelló al pensionista en el paso de peatones: José G. F. (Bolivia, 1992) dio negativo en el test de drogas y alcohol. Este boliviano, de 32 años, relató a los agentes que aquel día se dirigía a la playa: "Al ponerse el semáforo en verde he arrancado la moto y he comenzado a adelantar a los dos vehículos que había delante míaAl llegar, prácticamente a la altura del paso de peatones, he visto a una persona que estaba cruzando de derecha a izquierda".

"He intentado frenar y acostarme hacia mi izquierda, pero no he conseguido evitar el impacto contra esa persona y he caído al suelo con la moto", según admite José. "Enseguida me he levantado y me he acercado, junto a varias personas que había por allí, para ver cómo estaba este hombre. Pero al ver que sangraba por la nariz me ha dado miedo y me he apartado mientras le atendían". Aquel marinero jubilado murió sobre el asfalto y ese desplazamiento banal de José en moto, hacia la playa, le puede costar un homicidio imprudente: castigado con penas de prisión de 1 a 4 años. 

Andrés 'El Parli', pescando, antes de prejubilarse por unas hernias. Cedida

'El Parli' fue atropellado a 3 metros de la acera a la que pretendía llegar. Así lo recoge el atestado de la Policía Local donde figuran dos apreciaciones de calado sobre el vehículo A, la escúter conducida por José, de 32 años, y el vehículo B de movilidad reducida, sobre el que se desplazaba el difunto Andrés Casado: un conocido marinero entre los pescadores de Águilas. La primera apreciación, la plantean los agentes después de analizar las cámaras de seguridad de un comercio: 

"El conductor de la motocicleta Don José G. F. realiza un adelantamiento prohibido, en el cual se producen dos infracciones graves, recogidas en el Reglamento General de Circulación y que posteriormente serán relevantes para determinar el grado de responsabilidad total o parcial del conductor, ya que además de atravesar una línea continua, circulando varios metros por el sentido contrario, adelanta a otra motocicleta la cual ya se encontraba usando ese mismo sentido contrario, para rebasar a los vehículos que están detenidos en los carriles a la espera de que la señal semafórica se ponga en su fase verde".

La segunda apreciación de calado la formulan tras plantear dos hipótesis acerca de cómo se produjo el atropello mortal. "En ambas queda probado que el conductor del vehículo B [la víctima] entra en el paso de peatones, cuando su fase se encuentra en color verde, conforme señala el testigo 10 en su manifestación: "Vi cómo pasaba con el semáforo peatonal en color verde, pero como la silla de ruedas va lenta se le pudo poner a mitad de camino en color rojo...".

El atestado de la Policía Local de Águilas señalando con una flecha el paso de peatones donde se produjo el atropello mortal.

El auto del magistrado Jesús Martínez determina que el proceso penal contra el conductor de la escúter debe proseguir encaminándole al banquillo de los acusados: "Hay indicios de que el investigado rebasó por la izquierda a varios vehículos que esperaban en el cruce, a la espera de que su semáforo se pusiese en verde, y por lo tanto, aún estaba en rojo cuando el investigado irrumpió en el paso de peatones, por el que discurría el perjudicado ya fallecido, haciendo uso de su vehículo de movilidad reducida".

Este auto evidencia la importancia de los atestados en causas judiciales de tráfico complicadas, como esta de Águilas, ya que se debía dilucidar una pregunta doble: ¿El semáforo estaba en rojo o en verde para el conductor o para el peatón? "Algunos de los testigos, como consta en la página 59 del atestado, llegan a escuchar decir al investigado tras el impacto: 'Iba rápido porque el semáforo se me ponía en verde'. Lo que arroja indicios de que el investigado, en la creencia de que se le iba a poner verde, lo traspasó en rojo", concluye el titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Lorca.

El letrado Eduardo Muñoz Simó.

Eduardo Muñoz Simó, abogado de la familia de la víctima del atropello, sostiene que el conductor de la moto está "acorralado" por las pruebas. "Del atestado policial obrante en las actuaciones, así como de las declaraciones de los testigos, resulta acreditado que el acusado invadió el carril contrario, adelantando a varios vehículos que se encontraban en cola, respetando la señal roja del semáforo", según argumenta el letrado del despacho Simó Abogados Penalistas. "Estando en dicho color rojo, el conductor de la moto, haciendo caso omiso a esa prohibición de circular, irrumpió en el paso de peatones, por el que discurría la víctima en un vehículo de movilidad reducida".

La Fundación Línea Directa ya alertó en 2022 de que la proporción de usuarios vulnerables fallecidos en accidente de tráfico alcanzó el 50%: un porcentaje que en el caso de las vías urbanas se disparó hasta el 81%. Andrés 'El Parli' perdió la vida en una silla eléctrica, cuando se movía por una calle que habitualmente transitaba con la simple intención de comprar un microondas. "Después le había prometido a su nieto Alejandro, de 6 años, que le regalaría un disfraz de pistolero", recuerda María del Mar Casado, todavía con el alma encogida.

- ¿Cómo espera que se resuelva el proceso judicial por el atropello que le costó la vida a su padre?

- Espero que al conductor le caiga la pena máxima. No ha tenido ni la poca dignidad de decirnos 'lo siento' porque aquel día ese muchacho me vio allí, junto a mis dos hijos, cuando todavía no había llegado la Policía Local. Llevar una moto no quiere decir que vayas corriendo como un loco porque si hubiese ido a una velocidad normal no habría matado a una persona.  Si no le hubiese dado de esa manera: mi padre podría estar vivo.