Argamasilla de Alba (Ciudad Real)

Atrás quedaron los espesos bancos de niebla. El lugar de la Mancha, que no es otro que Argamasilla de Alba, se presenta estoico. Cuentan que por estas quijotescas tierras anduvieron respetados literatos, desde Rubén Darío y Azorín hasta los grandes ilustres de la Real Academia Española (RAE). Todos ellos movidos por la idea de que en dicho municipio ciudadrealeño estuvo encarcelado, durante cuatro meses y por orden del entonces alcalde, el marqués don Rodrigo de Pacheco, el mismísimo Cervantes.

Existen diversas versiones que podrían esclarecer por qué el novelista alcalaíno estuvo preso en aquella Cueva de Medrano. Una de ellas asegura que se debió al arrojo de piropos hacia la hija del alcalde. Por esto, cada vez que pueden, los argamasilleros presumen de vivir en el famoso lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiso acordarse nunca el escritor. Estatuillas de Quijote y Sancho engalanan cada rincón de la localidad manchega. Algunas esculturas son estilo ninots, cortesía del mismo José Romagosa, productor de la serie de dibujos animados Don Quijote de la Mancha

En Argamasilla todos están orgullosos de este legado. Y también de Jesús García, argamasillero, protagonista de esta historia y uno de los diez maquilladores que pertenecen al equipo de maquillaje, liderado por Ana López-Puigcerver, que ha recibido el Goya al Mejor Maquillaje y Peluquería por el trabajo realizado en La sociedad de la nieve, película dirigida por Juan Antonio Bayona.

Jesús García de pequeño junto a sus padres. Cedida

Jaime, el de La Alacena, observa curioso nuestros movimientos. La cocina está ya cerrada. Aun así, ha prometido ofrecernos un plato de lomo adobado con salsa. Pregunta por el periódico mientras sirve en la barra a un par de tempraneros. "Estás en el mejor pueblo de España, ¿lo sabías? ¡Y España es el mejor país del mundo! Así que fíjate", arroja divertido.

PREGUNTA.- Jaime, ¿usted conoce a Jesús García?

RESPUESTA.- ¿A quién?

P.- Ya sabe, el maquillador.

R.- Ah, ¡el del Goya!

En 2020, Jesús fue también miembro del equipo de caracterización ND Studio del maquillador Nacho Díaz, que ganó el Goya a Mejor Maquillaje y Peluquería por Mientras dure la guerra, de Alejandro Amenábar. El camarero cuenta que el joven es un cliente habitual del restaurante. "Es un buen chico. Intenta poner su granito de arena en cualquier cosa del pueblo. Y ¿sabes lo mejor de todo? nada de esto se le ha subido a la cabeza", expresa. 

Jesús García de pequeño junto a sus padres, Eugenio García y Pilar Ruíz, y su hermano. Cedida

A Jesús los vecinos le conocen como Jesús 'El monaguillo'. "Fue monaguillo con ocho años. Le encantaba ir a misa", cuenta su madre, Pilar Ruiz, a EL ESPAÑOL. Junto a la mujer se encuentra su marido y padre de Jesús, Eugenio García. Este revela que le ha sorprendido nuestra visita. No obstante, no dudan en hacernos sentir como en casa.

Eugenio está nervioso. No quiere hacer nada que perjudique la carrera de su hijo. Habla con precaución. "Todo esto nos viene grande", señala. Jesús se encuentra al teléfono. Expresa a este diario que se siente "feliz y agradecido por todo lo que nos está pasando", aunque confiesa que se encuentra abrumado y algo preocupado por la repercusión e insiste en que este premio Goya es "resultado de un trabajo en equipo. Todo ha sido gracias a las hermanas Ana y Belén López-Puigcerver”.

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Pilar nunca pensó que Jesús sería maquillador, aunque ya de pequeño apuntaba maneras: "Con cuatro años me pidió un maniquí de Barbie para peinar". Cuenta que al argamasillero le fascinaba cantar y bailar: "En las fiestas de fin de curso, él era quien se inventaba las coreografías. Le encantaba ser el protagonista".

El joven de 25 años nunca ha sido, académicamente, un chico diez. "Era una lucha constante. Tenía que estar siempre encima de él, excepto en Plástica y Música. En Secundaria era igual. Eso sí, se apuntaba a todo lo que tenía que ver con el artisteo", cuenta Pilar. Eugenio entra en la conversación para reforzar las declaraciones de su mujer: "Yo siempre le decía 'Jesús, te distraes con el vuelo de una mosca' y, sereno, me decía: 'Es verdad'".

Había tres actividades que engatusaban al joven: carnavales, el grupo scout y acudir a misa los domingos. Cuando las calificaciones bajaban del cinco, Pilar amenazaba al joven con no dejarle asistir a alguna de las tres: "Un año le quedaron dos. Le dije 'como no repases para recuperar las que te han quedado, te juro que no vas a ninguna procesión'. La catequista me decía que si no podía castigarlo con otra cosa, pero es que a Jesús no le gustaba otra cosa".

Él camionero, ella panadera

Eugenio es camionero y Pilar, hasta que la operaron en 2010, tenía una panadería. La mujer expresa que, debido a los escasos recursos económicos de su familia, ella nunca tuvo la oportunidad de poder estudiar. Por ello insistía a Jesús en que debía forjarse un buen futuro. Cuando finalizó la ESO, a regañadientes, Jesús quería estudiar peluquería. Pero Pilar le aconsejaba que hiciera Bachillerato, porque "ya habría tiempo de hacer un grado medio". Jesús aceptó con la única condición de realizar el de Artes Plásticas y Diseño y salir de Argamasilla.

Así pues, el joven se trasladó a la Escuela Superior de Artes Antonio López de Tomelloso, el pueblo natal de Eugenio. En aquellos años, comenzó a interesarse por la fotografía. "Yo lo regañaba. Le decía 'pero Jesús, si hoy día todo el mundo tiene una cámara' y él me contestaba 'papá, no es la fotografía que yo quiero hacer de bodas en el pueblo'", cuenta Eugenio. Con esto, los manchegos viajaron hasta Madrid en busca de una solución. Pero todas las escuelas eran privadas. Eugenio y Pilar sabían el sacrificio económico que tendrían que hacer para que Jesús pudiera demostrar sus cualidades artísticas.

El joven maquillador Jesús García junto a su madre, Pilar Ruiz. Cedida

"¡Mamá, quiero ser artista!"

Por aquel entonces, a Jesús le rondaba también por la cabeza la idea de estudiar maquillaje y caracterización. Ocurrió a raíz de moldear un pimiento. Fue un trabajo de clase. "Jesús, ¿sabes que con lo que estás haciendo podrías hacer una película?", le arrojó una de sus profesoras. Parecía el joven argamasillero Concha Velasco cuando dijo "¡mamá, quiero ser artista!".

"Papá, quiero hacer caracterización", anunció una mañana Jesús. "'¿Eso qué es?', le pregunté. 'Hacer películas de miedo', me contestó", detalla Eugenio. "A Jesús le daban pánico las películas de miedo. Pero desde que se le metió esa idea en la cabeza, comenzó a invitar a amigos a casa para verlas juntos. Sólo se fijaba cómo estaba hecha la sangre, las cicatrices, las heridas, etcétera", cuenta Pilar.

Jesús García junto a su amiga Silvia Cantón, ambos de pequeños. Cedida

Esto lo corrobora Silvia Cantón, amiga íntima del maquillador: "Cada vez que veíamos una película, se interesaba mucho por el maquillaje, por cómo caracterizaban a los actores y cómo hacían los efectos especiales. Cuando terminó Bachillerato lo tenía claro, dijo que se iba para Madrid a hacer un grado superior de maquillaje y caracterización".

"Nos daba mucho miedo que pudiera equivocarse, pero queríamos apoyarlo en todo", expresa Pilar. "Yo le decía '¡que no se te olvide que eres hijo de un pobre, Jesús!'", cuenta Eugenio entre risas. "Somos conscientes de que valora mucho el esfuerzo que hemos hecho por él", continúan. En la casa de los García-Ruiz las emociones están a flor de piel. Eugenio intenta contener las lágrimas, pero estas brotan tímidas. Pilar, al ver a su marido, se enternece. "Estamos muy orgullosos", concluyen.

Ciudad de las oportunidades

Así pues, Jesús aterrizó en Madrid, la ciudad que consideraba, al igual que Lorca, que era más fácil triunfar en cualquier orden de las cosas. "Estaba muy unido a su madre. Cuando salió por la puerta, le dije a Pilar 'despídete del santo, ¡que se lo llevan!'", cuenta Eugenio entre risas. "Yo sólo le decía 'si te equivocas no pasa nada, que me vales tú más que el dinero que hayamos dado'", prosigue Pilar.

Una vez en la gran capital, cursó el Grado Superior de Maquillaje Profesional y Caracterización y terminó realizando prácticas en ND Studio, el taller del conocido Nacho Díaz. Gracias a su desempeño en el grado y aptitudes, el joven fue contratado por el artista. Desde entonces, Jesús ha trabajado como maquillador en más de cien películas y episodios para televisión.

Silvia evoca recuerdos con su gran amigo de la infancia. Expresa que al maquillador "siempre le ha sobrado talento" y que no le sorprende que haya llegado tan lejos, aunque admite que sigue sorprendida. "Mi miedo cuando se fue a Madrid era que se olvidara de mí, de su pueblo. Pero Jesús adora Argamasilla", expresa.

La joven confiesa que, tanto familiares como amigos, no cabían en su asombro cuando Jesús les comunicó que participaría en la película de Bayona, y que aquello significaba trabajar cuatro meses en Sierra Nevada. "Yo le decía 'Jesús, tú adelante, ¡que Bayona es muy grande!'", cuenta la joven.

Tras esto, revela que el maquillador siempre ha sido muy soñador. Eugenio y Pilar lo admiten también: "En la pared de su habitación tenía un dibujo enorme que decía que había que luchar por los sueños". Aun así, nadie se imaginaba que su equipo pudiera aspirar a esta nominación. "Yo siempre le decía 'de aquí al Óscar'. Y ahora fíjate. Es cierto que hablábamos sobre que la película iba a llegar muy lejos, pero no nos imaginábamos esto", declara la manchega.

Perfeccionista y familiar

Perfeccionista, soñador, servicial y familiar. Sólo hay palabras buenas en Argamasilla para el joven artista. También Sonia González, alcaldesa del municipio, coincide con los vecinos:

"Es una persona que siempre ha destacado por su creatividad, de mente inquieta y muy agradable. Cuando ha podido, ahí ha estado él para ayudar en las actividades de Argamasilla en lo que respecta a temas de vestuario, maquillaje y coreografías". González admite que es muy querido en el pueblo y que todos en Argamasilla están emocionados e ilusionados con la trayectoria profesional del artista.