Oviedo

A Bernardo Álvarez (Grado, Asturias) el teléfono no le deja descansar. Desde que el pasado domingo se 'crucificase' en la plaza de la pequeña villa asturiana -de unos 9.000 habitantes- en protesta por el "injustificado" cierre de su restaurante, le han llamado periodicos, radios y televisiones de toda España. "Esperaba hacer algo de ruido en el pueblo, que llegase al Ayuntamiento, pero con tanta repercusión no contaba", comenta a EL ESPAÑOL mientras devuelve a su proveedor las últimas cajas de bebidas que aún quedaban sin consumir en su local. 

'El Trastévere', una de las puntas de lanza gastronómicas de esta pequeña localidad, bajó la persiana el pasado domingo sin saber cuando se volverá a subir. A pesar de que el consistorio local y el Principado de Asturias concedieron al hostelero asturiano todos los permisos para poder abrir, una denuncia interpuesta por parte de un vecino de la localidad ha obligado ahora a Bernardo a desmantelar su negocio en 48 horas tras haber acometido una inversión cercana a los 500.000 euros

"El proyecto viene de 2020, cuando preguntamos al Ayuntamiento y nos dan los permisos para todo lo que queríamos hacer. Contratamos a un aparejador y a un arquitecto para hacer reformas y entonces el asunto pasó a manos de Patrimonio en el Principado porque el edificio está parcialmente protegido. Tardaron casi un año en dejarnos abrir, casi me arruino ya de aquella. Ahora, después de esta sentencia, lo único que han hecho es llamarme y decirme que si no cierro en 48 horas habrá sanciones", explica el empresario. 

El hostelero Bernardo Álvarez, con una cruz en Grado (Asturias)

A corto plazo, a Álvarez, tal y como comenta a este diario, lo único que le quedaba era "no quedarse de brazos cruzados" y "mostrar su disconformidad " con la decisión tomada de la manera "más notoria" posible. Así, en pleno día de mercado, el hostelero salió a la calle semidesnudo -sólo tapado por una sábana blanca a la cintura- y portando una cruz de gran tamaño por todo el pueblo.  

Descalzo, recorrió las calles del centro de la villa moscona para terminar 'crucificándose' frente a todos sus vecinos. Sobre la cruz le acompañaban tres camisetas: una del Ayuntamiento de Grado, otra del Tribunal Superior de Justicia y otra de la oficina de Patrimonio del Principado de Asturias. 

1.800 euros de hipoteca

Las cuentas ahora no salen. A los 4.000 euros que Bernardo Álvarez dejará de ingresar cada semana que 'El Trastévere' esté cerrado, se suman las indemnizaciones por todos despidos que ha tenido que acometer y la hipoteca del crédito concedido por la reforma del local, de unos 1.800 euros mensuales. 

Bernardo Álvarez, junto con la cruz que paseaba en Grado (Asturias) E.E.

"Trabajo cerca de 80 o 90 horas a la semana y es lo que quiero hacer. Yo no quiero que me indemnice una sentencia, quiero mi negocio, tener mi restaurante abierto. Me queda la ruina económica junto con todo el daño emocional que estamos pasando, no dormimos. La burocracia en este país es muy lenta y no hay nadie que pueda asumir financieramente esta situación", incide. 

Al hostelero, que ya ha anunciado que interpondrá medidas legales para recuperar su inversión, no le consuelan las futuras sentencias. Según apunta, estas tardarán en llegar "5 o 10 años". "Mucha gente me dice que bueno, que algo me pagarán. A mí me da igual lo que me paguen después de litigar cinco o diez años con la administración, es posible que en ese tiempo pierda la casa. Tengo que pagar seguros, luz, agua. No hay trabajo que me permita cubrir estos gastos". añade. 

El hostelero Bernardo Álavarez, junto con la cruz que portaba este domingo en Grado (Asturias)

El empresario ha comentado que, además de ir a juicio, no descarta otras medidas para que su situación no pierda la atención mediática que merece, como una huelga de hambre. "Si hemos cesado la actividad es porque nos lo han dicho los abogados, existía la posibilidad de que entrase la Policía y nos desalojase", afirma. 

Antes de terminar la conversación con EL ESPAÑOL y seguir "atendiendo a otros medios", Bernardo Álvarez ha querido destacar la solidaridad de sus vecinos con su causa, los únicos que se han puesto en contacto con él. "Yo no he llamado a nadie pero a mí tampoco me han llamado todavía", concluye.