En Orio (Guipúzcoa), una población de apenas 7.000 habitantes, todavía no se explican cómo Alberto ha sido capaz de matar a la que hasta hace poco era su pareja. El hombre, natural de la localidad, cogió una escopeta recortada, quedó con Lourdes, le pegó un tiro a ella y después se suicidó con la misma arma.

En un primer momento, se especuló con que las muertes fueran consecuencia de la explosión de un artefacto oculto en un paquete, pero posteriormente se descartó esta hipótesis. Alberto utilizó un arma de fuego para acabar con la vida de Lourdes, con la que llevaba apenas un año saliendo y con la que había cortado la relación “hace poco”, según le cuentan los vecinos de la localidad a EL ESPAÑOL. "Tenia miedo a estar solo y...", añaden. 

El suceso tuvo lugar a las 17:20 horas en la calle Arrantzale de Orio, en el exterior de un parque infantil. Los vecinos escucharon un ruido similar a una explosión y se encontraron los cadáveres de Alberto y Lourdes en un banco.

El cuerpo de Lourdes se encontraba sentado en el banco mientras que el de él estaba tendido en el suelo. Una hora antes Alberto había estado tomando un café “como siempre” en un bar cercano al lugar donde se produjeron los hechos. En concreto, en el bar Aurrera de Orio, donde el fallecido, de unos 50 años, solía pasar a menudo.

Este martes, antes del asesinato, había pasado por allí dos veces, sobre las 14:30 horas y a las 15:50 horas. “Habrá salido de aquí sobre las 16:30 horas y el suceso se habrá producido como una hora después de salir del bar y de tomar un cortado descafeinado, como siempre”, declaraba el dueño del bar a la agencia EFE.

EFE

Deportista

Alberto, nacido en 1972 en Orio, no era una persona de la que los vecinos desconfiaran. Nadie podía esperar que fuera el protagonista de tal suceso. “Amable y deportista”, según cuentan a EL ESPAÑOL los vecinos, tenía un hermano y una hermana, y vivía con su madre, viuda desde hace años.

Su vida, de hecho, había sido bastante normal. Alberto estudió en la escuela profesional Usurbilgo Lanbide Eskola. Trabajó durante años en la firma de mármoles y granitos Ingemar, hasta su cierre en 2019, y ahora trabajaba en otra empresa en el polígono industrial de Itziar, en Deba.



De joven, jugó desde las categorías inferiores hasta la regional en el Orioko Fútbol Taldea y después siguió jugando al fútbol sala. Ahora, había sustituido todo por montar en bicicleta. “No era muy social ni alegre, pero era buena persona”, cuentan en la localidad.

En cuanto a sus relaciones, nunca se había casado. Había tenido alguna novia, pero poco más. Con Lourdes llevaba un año saliendo y lo habían dejado hace poco tiempo. No tenían hijos en común. Por eso, “estaba afectado”, pero nadie se esperaba que fuera a hacer algo así.