Murcia

Roger acudió el 25 de marzo al Club de Tiro de Precisión de Granollers, junto a su padre, Gerard. Estuvieron practicando su puntería, como cualquier otro socio, y luego se fueron al bar que tienen estas instalaciones del paseo Alsina de Canovelles. Mientras tomaban algo, el camarero les llamó la atención y la reacción del veinteañero con el empleado fue demasiado violenta: "El chico quiso agredirle, además de amenazarle". Tal episodio fue el prólogo de lo sucedido este sábado 8 de abril, justo dos semanas después, cuando Roger volvió al club y mató de cinco balazos al instructor Jordi Angordans porque supuestamente le caía mal. Sólo por eso.

A partir de ese día, a Roger se le bautizó en los medios de comunicación como el 'pistolero de Canovelles': una truculenta popularidad que puede que le agrade a este chico, a tenor de lo que fuentes de la investigación policial revelan en exclusiva a EL ESPAÑOL, ya que después de huir del club de tiro, la primera búsqueda que Roger realizó en internet fue para comprobar si ya era noticia la atrocidad que había cometido. Estas fueron las palabras que escribió en Google: 'Canovelles tiroteo'.

Lo siguiente que rastreó fue 'Putas Barcelona' y 'Scorts Barcelona', por lo que supuestamente estaba excitado tras acabar con la vida de un hombre inocente. Ese carácter volátil, unido a su narcisismo y a su falta de remordimientos dibujan el perfil de Roger: un chico de 20 años, con formación en el Ejército de Tierra, que aquel sábado mató, secuestró e intentó atracar establecimientos a punta de pistola, con la convicción de estar dispuesto a morir a plomazos, como un pistolero, antes que permitir que los Mossos d'Esquadra frustrasen su huida hacia el sur del país.

El arrojo que demostró la Policía Nacional para darle caza tiene un gran mérito porque Roger actuaba en apariencia con el instinto de un psicópata: habría acabado con la vida de cualquiera de las personas con las que se cruzó, si alguna de ellas se niega a acceder a sus pretensiones. Así lo cree el letrado Francisco José Martínez-Abarca, al que el azar del turno de oficio le situó como abogado defensor de Roger L.S.: "Tiene seguro un trastorno de la personalidad, ya sea una psicopatía esquizoide o un trastorno del espectro autista, por la frialdad que demostró ante los hechos".

El abogado Francisco José Martínez-Abarca ha llevado la defensa del 'pistolero de Canovelles' por turno de oficio.

"Sabía desde el principio que iba a entrar en prisión por muchos años y su única preocupación era saber si en la cárcel había gimnasio o biblioteca, si podría estudiar o si estaría en un módulo de alta seguridad", tal y como explica el abogado. "No se mostró arrepentido en ningún momento. De hecho, la persona a la que eligió para el asesinato fue porque no le caía muy bien. Tenía una carencia de empatía asombrosa y abismal".

- ¿Roger no mantenía ninguna rencilla o disputa previa con Jordi: el instructor al que disparó en el Club de Tiro de Granollers?

- Francisco José Martínez-Abarca: No. Únicamente estaba allí en ese momento, estaba en el lugar menos indicado con la persona menos indicada. Fue casi aleatorio, de acuerdo que no le caía muy bien, pero fue casi aleatorio el hecho de que le descerrajase cinco tiros por la espalda.

El pobre Jordi presentaba cinco orificios de entrada, pero ninguno de salida. Roger se aseguró de acabar con su objetivo, mancillando el adiestramiento militar que recibió en el Centro de Formación de Tropa Número 1 de Cáceres. Este barcelonés estuvo instruyéndose en el Campamento Santa Ana para las especialidades operativas de Infantería, Caballería y Artillería del Ejército de Tierra. Pasó la fase general, adquiriendo los conocimientos básicos para prestar servicios y guardias como soldado de las Fuerzas Armadas, pero causó baja a los dos meses de empezar la fase específica.

De modo que no llegó a estar destinado en ninguna unidad. En el Ejército de Tierra no explican el motivo de su baja, lo único que está claro es que este adolescente siguió entrenando su habilidad con el gatillo porque era socio del Club de Tiro de Precisión de Granollers y sabía utilizar todo tipo de armamento: tenía licencia de armas de fuego de tipo F (para uso en campos, polígonos y galerías de tiro), de tipo E (para tiro deportivo y escopetas de caza) y de tipo D (para armas largas rayadas de caza mayor).

Club de Tiro de Precisión de Granollers donde Roger mató de cinco disparos a un instructor.

Este sábado 8 de abril, como en otras ocasiones, Roger acudió al club a practicar su puntería. Iba solo. Era las seis y media de la tarde cuando pidió dos armas de los calibres 9 y 22 milímetros y compró munición. Las cámaras de seguridad de las instalaciones grabaron cada movimiento que hizo este joven, incluido el asesinato: cuando se dirigió a una cabina de la galería de tiro sin que nada hiciera presagiar que cambiaría su rol de socio por el de un pistolero que abriría fuego contra Jordi Angordans, uno de los instructores, empleando la misma contundencia que un sicario.

El asesinato se materializa en un segundo. En cuanto Jordi se gira para apagar una alarma que se había activado en la galería de tiro donde están las cabinas, Roger abre fuego ante la mirada atónita de un solo testigo: un socio llamado Iván, al que el adolescente también intenta matar, nada más percatarse de su presencia. Así lo revelan a este diario fuentes de la investigación policial que han visionado las cámaras:

"Las imágenes muestran que el señor Roger L. está pendiente de que se acerque el señor Jordi Angordans. Finalmente, se activa una alarma que cuando el instructor apaga y se queda de espaldas, el autor efectúa 5 disparos por la espalda que le hacen caer en posición decúbito prono. Se puede apreciar cómo el testigo, el señor Iván A., va hacia el señor Roger L. y éste lo encañona con un arma, cae al suelo y se refugia en la entrada de los vestuarios. Parece que el autor haya preparado previamente el asesinato y lo ejecuta con total traición y con indefensión para la víctima, quien cae de forma sorpresiva porque no espera el ataque que acaba con su vida".

Cabinas de la galería de tiro del Club de Tiro de Precisión de Granollers donde Roger mató a tiros al instructor Jordi Angordans. CG

Aquella tarde de sábado, Iván sintió que había vuelto a nacer, tras relatar a los Mossos d'Esquadra que estaba tomándose una cerveza en el bar del club, cuando se percató de que había olvidado sus gafas protectoras en la cabina 19 y al ir a buscarlas se topó con Roger: "Cuando he llegado abajo, he oído cómo el instructor Jordi Angordans decía que le habían disparado. Le he visto en el suelo, mientras he presenciado cómo un chico joven al que había visto antes disparando en la galería, me ha encañonado con un arma corta y ha hecho el gesto con el dedo de apretar el gatillo, pero no ha efectuado ningún disparo, probablemente, porque no tenía munición".

Iván se refugió en los vestuarios y Roger optó por marcharse del club con una mochila de camuflaje, tipo militar, donde portaba un pequeño arsenal: un revólver del calibre 38, una pistola semiautomática de 9 milímetros, 5 cartuchos con munición, unas gafas tácticas de tiro y una navaja. A partir de ese momento, este joven inicia una huida por el Levante en la que fue encadenando un delito con otro, durante doce horas, convirtiéndose en objetivo prioritario para las Fuerzas de Seguridad.

Las armas con las que huyó Roger eran un revólver del calibre 38 y una pistola semiautomática de 9 milímetros.

La orden de busca y captura se emitió ese mismo sábado por la tarde, cuando un socio del club llamó al 112 para reclamar presencia policial por un tiroteo. "Cuando las primeras dotaciones uniformadas de Seguridad Ciudadana llegan al lugar, confirman que un chico conocido por ser socio del club de tiro, ha disparado con un arma corta a espaldas del instructor de tiro y encargado de la galería, el señor Jordi Angordans, y que esté está tumbado en el suelo malherido. El autor de los hechos se ha ido caminando del club, en dirección a Granollers".

"El indicativo del Sistema de Emergencias Médicas ha iniciado las maniobras de reanimación que han finalizado a las 20.05 horas, momento en el que se ha dado por muerto al señor Angordans". A esa hora Roger seguía cometiendo fechorías porque presuntamente secuestró a María: una conductora que estaba echando gasolina a su coche en la estación de servicio Esclat y a la que no dudó en abordar, subiéndose la camiseta para que viese el revólver que llevaba en el pantalón.

La mujer, aterrorizada, se subió a su turismo y el pistolero le ordenó que lo trasladase desde Granollers hasta Barcelona. Por el camino, el adolescente le pidió el teléfono móvil para comprobar si su asesinato ya acaparaba titulares. En Google tecleó: 'Canovellas tiroteo'. Después se puso a consultar servicios sexuales porque escribió: 'Putas Barcelona' y 'Scorts Barcelona'. También se metió en Google Maps para buscar posibles destinos en los que podría esconderse: desde el pueblo de Vacarisas en la comarca del Vallés Occidental, al barrio residencial de La Sagrera.

La foto del carné de Roger como socio del club de tiro de Granollers, circulaba como la pólvora. Esa imagen era lo único que tenía la Policía Nacional para tratar de darle caza, ya que los padres del chico mostraron su oposición a colaborar en la investigación: "Se han negado a facilitar ningún dato que pueda ayudar a localizar a su hijo, a pesar de que se les ha explicado que corre peligro la ciudadanía y también su propio hijo". Hasta se negaron a entregar a los agentes el móvil de Roger.

Roger, en la foto de su carné del Club de Tiro Precisión Granollers, distribuida el sábado 8 de abril por las Fuerzas de Seguridad.

María volvió a respirar cuando el 'pistolero de Canovellesse bajó de su coche en Barcelona. Durante sesenta minutos le hizo de chófer, hasta que Roger decidió apearse en la Ronda de Dalt, para recorrer a pie los cuatro kilómetros que le separaban de la avinguda d’Esplugues donde supuestamente perpetró el segundo secuestro del día. Su espiral de delitos no cesaba.

Las víctimas fueron Inés y Mireia, dos chicas, de 21 años, que estaban dejando su coche como el jaspe en el lavadero Autolimpier hasta que se vieron sorprendidas por un 'polizón' que se metió en el turismo -mientras les mostraba una pistola-"Tras obligarlas a circular por varias calles de la ciudad condal, el detenido les habría sugerido acudir a un establecimiento Lidl para atracarlo, dado que no poseía dinero consigo", según detalla esta fuente de la investigación a EL ESPAÑOL.

"Una vez en el parking del establecimiento, no consigue realizar su acción ya que se encontraba en horario de cierre". Roger intentó asaltar a punta de pistola otros establecimientos, antes de exigir a sus rehenes que debían continuar el viaje hacia el sur del país. De forma que Inés y Mireia tuvieron que conducir toda la noche en dirección Murcia, soportando 573 kilómetros interminables de carretera, en los que este veinteañero se jactaba de lo que había hecho: "A lo largo del trayecto Roger les muestra noticias de cómo había matado a tiros a un hombre".

A las siete de la mañana del Domingo de Resurrección, llegaron a la capital del Segura. Las chicas, fruto del cansancio, se metieron por una calle en dirección prohibida, tropezándose con una agente de la Policía Local a la que le salvaron la vida porque no le pidieron auxilio, solo se disculparon y le dijeron que se habían perdido por la ciudad porque eran forasteras. Las dos jóvenes eran conscientes de que Roger no se separaba de su mochila de camuflaje donde llevaba las armas y no habría dudado en abrir fuego contra la agente. De hecho, el exmilitar le espetó esto a sus rehenes: "A mí no me van a coger vivo, pensaba matarla".

La agonía de estas adolescentes concluyó cuando lograron convencer al pistolero para que se bajase en la puerta de la Confitería Ibáñez, a unos metros de la estación del tren que hay en el Barrio del Carmen donde podía coger un cercanías a Alicante o un AVE para Madrid. Esa decisión fue la tumba de Roger porque desconocía que en esa zona hay una Comisaría de la Policía Nacional: estaba en un callejón sin salida.

Estación de tren, ubicada en el Barrio del Carmen de Murcia, donde fue arrestado Roger. Badía

Todavía con el susto en el cuerpo, Inés y Mireia alertaron al 112 de que andaba suelto por la capital del Segura el hombre más buscado del país: Roger. De inmediato se desplegó un fuerte operativo en el que los policías nacionales Jesús Marín y Héctor López se convirtieron en unos héroes, al evitar una sangría en la estación del Carmen donde localizaron al exmilitar, sentado en la zona donde se sacan los billetes, junto a otras treinta personas que aguardaban la llegada de su tren.

Este adolescente volvió a demostrar su mentalidad de killer porque nada más ver entrar a los uniformados, agarró su pistola, obligando a Jesús Marín y a Héctor López a abalanzarse sobre el exmilitar. Esta pareja de policías nacionales no sacó su arma reglamentaria para evitar un tiroteo con víctimas colaterales, de modo que los agentes arriesgaron sus propias vidas al detener al 'pistolero de Canovelles' realizando un placaje. Una vez engrilletado les soltó una pregunta que les dejó helados:

- Roger: ¿Por qué no me habéis abatido? Si yo hubiese tenido la oportunidad, te habría matado a ti y a tu compañero.

Dos policías nacionales conducen a Roger a los calabozos que tiene la Jefatura en Murcia.

El martes fue trasladado a la Ciudad de la Justicia para ser interrogado por un juez. Roger se acogió a su derecho a no declarar, aconsejado por su abogado del turno de oficio, Francisco José Martínez-Abarca, al considerar que un forense le debe evaluar psicológicamente para valorar su imputabilidad. Prueba de ello es que el letrado solicitó el ingreso de este barcelonés en un centro penitenciario psiquiátrico, pero el magistrado lo declinó al tratarse de una medida cautelar previa a una sentencia y de que la instrucción del caso pasará a manos de los juzgados de Granollers donde se ubica el club en el que fue asesinado Jordi.

El magistrado David Castillejos ordenó el ingreso en prisión de este joven, por un asesinato, una tentativa de homicidio, dos delitos de secuestro, atentado a agente de la autoridad, tenencia ilícita de armas... Uno de los argumentos que expuso para justificar la medida fue este: "El horizonte penológico al que se enfrenta el investigado es muy elevado y supera con creces los dos años de prisión. El riesgo de fuga aparejado a la posible pena que sufriría el investigado es muy alto". Y no erró su señoría, ya que Roger, nada más saber que iría a la cárcel, intentó huir de los juzgados, se zafó de los agentes, pero fue interceptado en las escaleras del edificio.

En el Centro Penitenciario Murcia II aguarda a ser trasladado a Cataluña. Los funcionarios del penal no le quitan ojo a Roger: saben que el 'pistolero de Canovelles' no se anda con rodeos.