Murcia

Javier se recorre 120 kilómetros diarios para entregar una media de treinta pedidos. El sábado 2 de julio, este rider de Glovo se adentró con su scooter por la carretera RM-560, con comida de La Boca Te Lía para unos clientes de la pedanía murciana de La Ñora. Aquel servicio bien le podría haber valido algún tipo de condecoración civil porque presenció el atropello de dos ciclistas, uno de ellos, Alejandro Valverde, y Javier reaccionó jugándose el pellejo, al perseguir a la monovolumen cuando emprendió la huida. De hecho, logró fotografiar la matrícula del Citroën Xsara y eso fue clave para identificar a su conductor: Cristóbal, un guardia civil retirado.

Por desgracia, la arriesgada implicación de este rider para ayudar a esclarecer el atropello más mediático del año ha pasado sin pena ni gloria para la Administración. Prueba de ello es que Javier, natural de Venezuela, confiesa a este diario que a día de hoy sigue peleando con la burocracia para lograr la doble nacionalidad española y que el permiso de residencia temporal de su mujer y de sus dos hijos se convierta en uno definitivo.

A pesar de la indiferencia de las autoridades estatales ante su gesto heroico y su implicación con la investigación de la Policía Nacional, lo cierto es que este venezolano no se arrepiente de haber arriesgado la vida en aquella persecución por una carretera estrecha, llena de curvas y con el asfalto en mal estado. "Al ver que el conductor se marchó como si nada, sentí rabia e impotencia, y salí detrás de él porque los ciclistas comenzaron a perseguirle, pero nunca le habrían alcanzado porque circulaba a noventa kilómetros por hora", tal y como recuerda Javier, en la entrevista que concede a EL ESPAÑOL para contar la verdad sobre el atropello de El Bala.

"Yo trabajo en una moto, ando en la misma situación que los ciclistas, y si me pasara algo así, me gustaría saber quién actúa de esa manera tan agresiva", según reflexiona este repartidor de Glovo que nació hace 37 años en San José de Bolívar.

Javier, el rider de Glovo que persiguió al guardia civil retirado que supuestamente atropelló al ciclista Alejandro Valverde.

"Tengo claro que mi declaración puede declinar la balanza a un lado o hacia otro". Y no va de farol este rider porque en el atestado policial hay dos versiones totalmente opuestas.

Aquel caluroso 2 de julio, la grupeta de corredores atravesaba la RM-560, un vial de doble sentido, que serpentea por parcelas de huerta, pegadas al río Segura, y por donde Cristóbal también circulaba, al volante de un Citroën Xsara, donde viajaban su esposa y su cuñada. Todos iban en dirección a La Ñora cuando Javier se dirigía a llevar un pedido de comida. "Los ciclistas iban delante, el coche en medio y yo detrás", tal y como precisa sobre su posición en la carretera, lo que le convierte en el único testigo de esta causa que asume el Juzgado de Instrucción número 1 de Murcia, por delitos contra la seguridad vial, lesiones y omisión del deber de socorro.

Los ciclistas sostienen que el guardia civil jubilado arrolló con su Citroën Xsara a Alejandro Valverde y a su amigo, Pedro Moya, tras recriminarle que adelantó a la grupeta de diez corredores sin respetar la distancia de seguridad de metro y medio. Por su parte, Cristóbal, el conductor de la monovolumen, asegura que los deportistas le insultaron y le lanzaron botes de agua contra su vehículo cuando les rebasó, de forma que huyó del lugar sin intención de atropellar a nadie, sino por miedo a sufrir una agresión. Es evidente que ambas versiones son como el día y la noche y que la única neutral es la de Javier. Prueba de ello es que tras producirse el siniestro vial, la Policía Nacional buscó a este rider, durante días, por tierra, mar y aire.

"Cuando me enteré de que el autor del atropello era un guardia civil, pensé en guardar un perfil bajo por si tenía algún poder o podía hacerme algo porque la cultura de mi país es fuerte: si no quieres ir a la cárcel, simplemente te quitas al testigo", según confiesa Javier, sobre el motivo por el que tardó más de una semana en acudir voluntariamente a la Comisaría de Policía para colaborar con la investigación. "Hasta vendí mi moto para cambiarla por otra para evitar historias".

- ¿Qué pensaba que le podía ocurrir?

- Imaginé que al ser guardia civil podía tener algún tipo de influencia. No quería declarar porque estoy con un permiso de residencia de trabajo y no sé si eso afecta a mi documentación: estoy sacándome la doble nacionalidad para no estar renovando anualmente mis papeles.

A este venezolano, marcado por los desmanes del Gobierno de Nicolás Maduro, también le daba miedo que su testimonio afectase a los trámites de residencia de su mujer e hijos, los cuales llegaron a la Región de Murcia a principios de 2022: "Vinieron solicitando asilo". 

Ese trámite lo iniciaron después de tres años de espera desde que el cabeza de familia tomó la dura decisión de partir solo a España a buscar un futuro para su prole. Javier primero estuvo residiendo en la localidad manchega de Hellín, donde se deslomó en el campo. Y más tarde se asentó en suelo murciano para trabajar en una empresa de ferralla de Balsicas hasta que fue despedido por reducción de plantilla y decidió invertir su finiquito en comprar una escúter para darse de alta como rider autónomo.

Javier, preparando su equipo de trabajo para afrontar una jornada como rider de Glovo. Badía

"Me marché de Venezuela porque la economía está dañada y afecta a las personas que vivimos en el país, pero a los políticos no les falta dinero, comida, agua, luz…". Después de haber logrado reunirse con su familia, Javier no estaba dispuesto a jugarse el futuro de su mujer y de sus hijos en suelo español, por colaborar en la investigación de un atropello donde no estaba implicado, pero cuando se enteró de que la Policía Nacional le estaba buscando: la buena fe y la rectitud con la que siempre actúa en la vida, se impusieron a sus miedos.

"Este país me ha dejado grandes enseñanzas", según admite. España no es Venezuela, las instituciones no están corrompidas y los ciudadanos están protegidos por las Fuerzas de Seguridad y la Constitución.

- ¿Usted ya ha prestado declaración ante la Policía Nacional?

- Sí. Lo hablé con mi esposa y pensé que lo justo era ir a declarar. Estoy haciendo todo esto porque los ciclistas y los repartidores siempre salimos perdiendo: el afectado en la carretera suele ser el más débil, el que anda con una bici o con una moto.

- ¿Qué es lo que ocurrió el sábado 2 de julio cuando usted llevaba un pedido a la pedanía murciana de La Ñora?

- Un coche iba detrás de un grupo de ciclistas, el conductor empezó a intentar adelantarlos y comenzó a discutir con algunos de ellos, no sé si el motivo fue porque les estaba pidiendo que le dieran paso. Los ciclistas se molestaron porque él venía detrás de ellos, prácticamente iba pegado, no sé por dónde quería pasar en ese momento porque no podía adelantar. Entonces, un ciclista le tiró un bidón de agua en el coche y el conductor se lo devolvió. Ahí es donde aceleró duro y tenía delante a más ciclistas.

En concreto, Alejandro Valverde, mítico corredor del Movistar Team, y su compañero en la grupeta de entrenamiento, Pedro Moya, iban por delante de la monovolumen Citroën Xsara, de color gris, que conducía Cristóbal. "Yo estaba unos metros más atrás y vi cómo un ciclista salía por encima del coche: lo elevó dos metros. Después tiró hacia el arcén a por el otro ciclista: pensé que le había pasado por encima", tal y como asegura Javier.

- ¿Cómo reaccionó usted?

- Uno de los ciclistas gritó: '¡Cogerle la matrícula!' Yo empecé a perseguirle porque pensé que había matado a alguien. Con la polvareda que se levantó no sabía si el ciclista quedó debajo del coche o en el arcén. El conductor fue a toda marcha hasta el semáforo que hay a la entrada de La Ñora: ahí es cuando me pude acercar porque redujo la velocidad. Mi moto alcanzó los 90 kilómetros por hora en una recta, pero él iba más fuerte.

La foto que hizo el rider a la matrícula de la monovolumen que conducía el guardia civil jubilado que supuestamente atropelló a Alejandro Valverde.

Este rider pudo sufrir un accidente de tráfico durante la persecución porque le "iba haciendo fotos" a la monovolumen sospechosa. En una de las manetas de su moto lleva un soporte para dejar el móvil donde introduce las rutas de los pedidos y Javier lo colocó enfocando al Citroën Xsara. "Cuando fotografié el número de placa, regresé para comprobar cómo estaban los ciclistas y facilitarles la matrícula". Así consta en las diligencias judiciales: la Policía Local de Murcia se personó en la casa de Cristóbal, inmediatamente después del atropello, y eso solo ocurrió por la meritoria implicación de este venezolano, padre de dos hijos.

Por los nervios del momento, ningún ciclista anotó su número de teléfono, solo le hicieron una foto a su móvil cuando mostró la imagen de la matrícula y Javier retomó su jornada laboral porque ya estaban de camino dos ambulancias. A partir de ese momento, pasó a convertirse en el 'misterioso rider' de Glovo al que la Policía Nacional y todos los medios de comunicación buscaban, como único testigo imparcial del atropello.

- ¿Temió por su vida durante la persecución?

- Después de la persecución, pensé que si ese hombre fue capaz de atropellarles a ellos, no le costaba nada tirar para atrás y tirarme a mí también, pero actué así por la impotencia del momento.

- ¿Usted se percató de que entre los ciclistas heridos estaba Alejandro Valverde?

- No, lo supe después cuando salió en las noticias. No me lo podía creer.

- Atendiendo a lo que usted presenció en la carretera aquel 2 de julio: ¿El guardia civil retirado atropelló adrede a los ciclistas?

- Sí, por supuesto, porque él los tenía por delante.

EL ESPAÑOL ha accedido a la declaración de Javier en sede policial donde también señala como supuesto responsable del siniestro a Cristóbal V. N., un jubilado, de 69 años, que trabajó como agente de la Guardia Civil y auxiliar en el Instituto Anatómico Forense. Valgan como botón de muestra estos extractos de su relato sobre lo sucedido en la carretera RM-560:

"Observé un Citroën iniciando un adelantamiento al pelotón de ciclistas, en un lugar sin visibilidad y señalizado con línea continua, el cual es de doble sentido de circulación. Cuando estaba con el adelantamiento iniciado, se aproximó en dirección contraria otro vehículo, por lo que el conductor del Citroën tuvo que realizar una maniobra agresiva, pasando muy cerca de los ciclistas y sin guardar la distancia de seguridad".

"Los ciclistas que se encontraban en el lateral izquierdo gritaron e insultaron al conductor por la maniobra realizada, llegando uno de ellos a lanzarle una botella al piloto, el cual la recogió y se la tiró a este de vuelta".

"El conductor reanudó la marcha a gran velocidad, atropellando primero a un ciclista que se encontraba en mitad del carril, y acto seguido giró el vehículo hacia la derecha y atropelló a otro ciclista, el cual circulaba en el borde derecho de la calzada. Me asusté al ver salir volando sobre el vehículo, al primer atropellado, y posteriormente, al observar al conductor realizar esa maniobra violenta, cambiando de trayectoria, girando a la derecha para atropellar al segundo ciclista, llegando a pensar que había pasado por encima suya".  

Alejando Valverde, hospitalizado el 2 de julio, tras ser atropellado por un guardia civil retirado, junto a una imagen de su bicicleta que figura en el atestado de la Policía Local de Murcia.

En su declaración, este rider remarca que el pelotón de ciclistas que lideraba El Bala, aquel sábado 2 de julio, pasadas las doce del mediodía, iba formando una "hilera de dos" por la carretera que conecta Alcantarilla con Javalí Nuevo. También insiste en que el conductor de la monovolumen realizó una maniobra arriesgada para rebasarles:

"Al iniciar el adelantamiento, el Citroën circulaba muy pegado al pelotón, sin guardar la distancia de seguridad. El adelantamiento fue agresivo, es una zona sin visibilidad y un lugar en el que no se puede adelantar ya que hay una curva tras el puente. Me sorprendió que el vehículo iniciara el adelantamiento en ese lugar".

"Al primer atropellado le golpeó con la zona delantera izquierda del vehículo, creo que con el faro izquierdo, y el ciclista salió volando por encima del vehículo. Al segundo, le dio con la zona derecha del vehículo, pero no sabría indicar con qué parte, pero sí que fue intencionadamente porque realizó un giro hacia el ciclista".

- Usted está todos los días en la carretera repartiendo pedidos: ¿Alguna vez ha sufrido una situación parecida?

- No, soy precavido conduciendo y siempre voy pendiente de los retrovisores, pero sí que veo accidentes a diario. 

De hecho, unas semanas antes de presenciar el atropello de Valverde en la RM-560, este rider fue testigo de otro accidente de tráfico en esa misma carretera: "Un coche se salió y acabó volcado, vi que salía una mano y me detuve para ayudar a salir a dos chicas y a un chico". Prestó auxilio a los tres ocupantes del vehículo y una vez más, tras comprobar que estaban bien, siguió con su trabajo sin recibir ningún reconocimiento público por su civismo, más allá del agradecimiento de esos jóvenes.

Para Javier, técnico superior en Ciencias Penales, ávido lector de temas políticos y aficionado del FC Barcelona, el mayor premio que podría recibir del país que le ha adoptado es regularizar la situación de su familia para labrarse un porvenir. "He solicitado la doble nacionalidad para garantizar la residencia de mis hijos para que tengan un futuro en España: estoy todo el día repartiendo y me puede pasar algo, estadísticamente, hay accidentes de tráfico cada rato".