Si se le pregunta a alguien que tuviese al menos más de seis años a mediados de los 90 por dónde está Curro, lo más seguro es que sepa rápidamente qué debe responder. ¡Curro está en el Caribe! Puede que haya desaparecido de la noche a la mañana de su puesto de trabajo, pero nosotros estamos en el ajo. Se ha ido a unas vacaciones de ensueño.

Curro era un currante cualquiera de una oficina y el protagonista de uno de los anuncios más recordados de la década de los 90 -actor, posteriormente, de El Comisario o La que se Avecina-. Se podría decir que era el último mono de su empresa, un mindundi que diez años atrás no se hubiese podido permitir semejante experiencia. Sin embargo, los tiempos estaban cambiando, por mucho que al director de la compañía pareciese horrorizarle descubrir que aquel don nadie se estaba pegando el viaje de su vida. En ese verano de 1996, Curro parecía el definitivo ganador de la lucha de clases.

La campaña, un trabajo de la agencia Tapsa para Halcón Viajes, tuvo un impacto notable, porque logró, como explica Sergio Rodríguez en el ensayo Busca, compare y, si encuentra un libro mejor, ¡cómprelo!, cruzar la frontera entre la publicidad y la cultura popular. “Era muy sencillo”, analiza ahora a EL ESPAÑOL la coordinadora del Grado de Publicidad de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), Erika Fernández, “eran dos o tres imágenes y ese mensaje tan sencillo”.

Curro se va al Caribe (anuncio de los 90)

Como recuerda también ahora al otro lado del teléfono el responsable de comunicación de Halcón Viajes, Ricardo Fernández, la acción fue “una campaña muy novedosa” y que amplió la accesibilidad en lo que a grandes viajes se refiere. Antes de Curro, al Caribe solo se iban los ricos. Después de Curro, empezaron a irse a esos grandes viajes también los españoles de clase media. “Democratizó el Caribe”, apunta.

Al fin y al cabo, el propio anuncio dejaba claro que el Caribe estaba al alcance de la mano de cualquiera. Curro se estaba yendo a ese viaje de ensueño por poco más de 59.000 pesetas, al cambio unos 354 euros (este es un cambio, por así decirlo, literal, que no tiene en cuenta la inflación y las subidas de los costes de la vida de los últimos casi 30 años). Entonces, 59.000 pesetas era una cantidad elevada, cierto es, pero no tanto como para que con ahorrar un poco no se pudiese afrontar ese gasto. “La publicidad es un reflejo de nuestra sociedad y de nuestros hábitos”, señala Erika Fernández. Para la sociedad de los 90 las cosas parecían lo suficientemente optimistas como para poderse permitir irse a un resort a unas cuantas horas de vuelo.

En definitiva, el viaje al Caribe de Curro era copiable por una gran parte de españoles. Tú también podías irte a lugares insospechados, decía la campaña. Y la gente lo hizo.

Quién era Curro en realidad

Curro se convirtió en una figura muy popular en la España de finales de los 90. Todos sabíamos –y seguimos sabiendo– de su existencia y en la memoria auditiva de quienes vieron una y otra vez el anuncio en aquellos años se habrá quedado grabada para siempre su festiva risotada cuando los planos cambian y las imágenes del anuncio llevan a una playa paradisiaca. Curro, con gafas de buceo, está viviendo la gran vida y su risa lo demuestra.

En realidad, Curro era un personaje y posiblemente parte del gran éxito que tuvo vino de la capacidad del actor que le daba vida, Pepe Frías, para capturar esa alegría de vivir que mostraba a pie de playa. Frías, que ha preferido no participar en este reportaje, tiene una trayectoria que va mucho más allá de Curro. Formado en la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid), Frías ha tenido papeles en obras de teatro, series y cine desde los 80 hasta estos años, como se puede leer en la ficha online de la agencia que lo representa, Wanted.

Desde que fue Curro en los 90, Frías ha aparecido en episodios de Cuéntame cómo pasó, El comisario, La que se avecina o Amar en tiempos revueltos, solo por poner unos cuantos ejemplos de series muy populares. Más recientemente, y como desvela IMdB, ha estado en El pueblo. Quizás, incluso, nos hayamos cruzado con su voz en alguna ocasión sin darnos cuenta, porque Frías también ha desarrollado su carrera en el doblaje. En resumidas cuentas, detrás de Curro está alguien que ha sido mucho más que Curro.

Pepe Frías se presenta

Cuando Halcón Viajes actualizó una década después de su lanzamiento original la campaña, con una revisión con un nuevo Curro y con nuevos destinos vacacionales, Frías sí habló con los medios del momento de cómo había sido la experiencia, recordando como, además de participar en el anuncio, después estuvo en varios destinos turísticos repartiendo entre los viajeros un premio de un millón de pesetas.

La reinvención de Curro –Halcón Viajes actualizó el casting y lanzó la campaña como antídoto a la crisis económica– fue en 2008, pero Frías reconocía entonces a la prensa que "todavía hay quien me para por la calle".

Anuncios de los 90

Que la gente siguiese reconociendo a Curro 12 años después de verlo de forma insistente en la tele puede parecer sorprendente, o quizás no tanto. Porque, a pesar de todo el tiempo que ha pasado ya, todavía seguimos recordando mucho mejor los anuncios de los 90 que los que las marcas han lanzado de forma más reciente. ¿Era la publicidad de entonces mucho mejor que la de ahora o está nuestra memoria sesgada a favor de lo que vimos en aquellos años?

“Hay que entender el contexto”, apunta Erika Fernández, la experta en publicidad. Los 90 y el consumo de medios que se hacía entonces están a años luz del que se hace ahora. “Era una forma de consumir medios diferente: nos comíamos los anuncios”, recuerda Fernández, añadiendo que también era más favorable para que esas campañas cuajasen.

Videobook de Pepe Frías

En los 90, nos pasábamos las horas viendo televisión, con una oferta de canales mucho más limitada de la que hay ahora y sin, por supuesto, la competencia de internet y las plataformas de streaming. “Volvías del colegio y veías la tele”, ejemplifica usando lo que pasaba con los niños de entonces, “comías con El Príncipe de Bel-Air y la merienda con los dibujos”. Mientras, veías todos sus anuncios. Por eso, tenemos tan presentes las campañas de esa década. No es exactamente que sean mejores –de hecho, tendían a ser creatividades bastante sencillas en comparación con lo que se ha esperado después de los anunciantes–, sino que la exposición que se tenía era mucho mayor. Estaban ahí, emitiéndose una y otra vez en la tele, y los españoles estaban al otro lado, viéndolos sin mucho problema. “No tenías otra oferta”, suma la experta.

Además, Erika Fernández suma otro factor que apuntala esa optimista y sólida memoria de la publicidad de los 90 y que sirve para entender por qué seguimos recordando a Curro en sus aventuras en el Caribe, pero también por qué a Netflix le funciona tan bien Stranger Things o por qué Nestlé ha vuelto a vender su chocolate Jungly. La clave está en la nostalgia, a la que los millennials –que crecieron en esos años– se han entregado con entusiasmo. En las páginas nostálgicas que rememoran esos años y son tan populares en redes sociales, el anuncio noventero de Halcón Viajes suele ser uno de los habituales protagonistas.

¿Cuál será el Curro del futuro?

La de Curro es una de tantas campañas de esos años que consiguieron asentarse firmemente en la memoria colectiva, como el primo de Zumosol, Edu y su feliz Navidad con Airtel, los cuerpos Danone o las luchas entre Villarriba y Villabajo por limpiar más platos. “Es lo que desearía cualquier agencia de publicidad o cualquier marca”, señala con humor Erika Fernández cuando le pregunto qué ocurre cuando una campaña deja de ser solo publicidad para ser parte de la cultura popular.

Tu nombre y tu mensaje se han quedado para siempre en la memoria colectiva, tanto que hasta se puede reactivar. Lo intentó Halcón Viajes con el propio Curro en 2008 y lo está intentando ahora Renault con JASP, el Joven Aunque Sobradamente Preparado que anunciaba Clíos en aquella década y ahora vende vehículos eléctricos con un revisión del anuncio hecha con tecnología deepfake.



La gran cuestión es la de cuáles serán los anuncios que vemos ahora mismo que se convertirán en el Curro del mañana; esto es, si los niños de la Generación Alpha, que están ahora viendo publicidad y sentirán nostalgia por los años 20 dentro de 30 años, recordarán también anuncios de forma concreta y cuáles. Semeja un tanto improbable que ocurra, porque la publicidad de hoy tiene más difícil que la de entonces conseguir ese eco masivo que lograban los anuncios populares de los 90.

Como apunta Fernández, ahora hay mucha más fragmentación, muchos más contenidos intentando llamar la atención, y los propios anuncios deben ser más sorprendentes o tener mensajes con valores que importen para que les prestemos atención. Por poner una muestra, Cola-Cao no acaba de lanzar anuncio con una canción pegadiza: ha presentado una campaña contra el bullying.