Brihuega (Guadalajara)

Las banderas del Ayuntamiento no ondean porque apenas corre el viento, pero llevan a media asta desde el lunes. Brihuega (Guadalajara) vive de luto desde hace cuatro días por un suceso nunca visto en sus calles en la historia reciente. Nadie recuerda un homicidio como el de Manolo Cepero (70 años) y Paloma Serrada (62), que sufrieron una muerte violenta el pasado lunes, presuntamente, a manos de su hijo Adrián.

El Juzgado de Instrucción número 3 de Guadalajara ha decretado prisión provisional comunicada y sin fianza para el hijo de este matrimonio. Adrián, de 31 años, fue detenido el martes por la tarde y este miércoles ha pasado a disposición judicial para prestar declaración.

Desde el momento de los hechos, Adrián fue incapaz de articular palabra fruto de una crisis nerviosa y por eso estuvo un día custodiado por la Benemérita en el Hospital Psiquiátrico de Guadalajara. Tras tomarle declaración, la titular del Juzgado de Instrucción número 3 ha decretado prisión provisional comunicada y sin fianza. Se le imputa de manera provisional como presunto autor de dos delitos de homicidio/asesinato, aunque la imputación se tendrá que concretar a lo largo de la investigación judicial.

Todo comenzó este pasado lunes cuando Adrián le dijo a un amigo que se había encontrado muertos a sus padres tras despertarse de una siesta. Sobre las cuatro de la tarde saltaron las alarmas cuando el 112 recibió la llamada de este vecino.

Hasta el lugar se desplazaron la Guardia Civil, un médico de Urgencias y la ambulancia de Soporte Vital Básico de Cifuentes, que solo pudieron certificar la muerte de Manolo y Paloma. Fuentes de la Guardia Civil apuntan que murieron por heridas de arma blanca.

La farmacia de Vallecas

Paloma y Manolo eran naturales ambos de Brihuega pero no tenían mucho arraigo en el pueblo, ya que toda su vida adulta la pasaron en Madrid. Juntos, regentaban la farmacia que hay en el número 87 de la Avenida de la Albufera, en el distrito de Puente de Vallecas. Ella era la farmacéutica y él ayudaba en la administración del negocio.

En diciembre del 2020, después de la peor parte de la pandemia, traspasaron el negocio a otros propietarios y se fueron a vivir de vuelta en el chalé que tenían en la calle Cronista Antonio Pareja Serrada de este pueblo de La Alcarria. Además de Adrián, tenían otra hija.

La farmacia que Paloma y Manolo regentaron durante años en Puente de Vallecas (Madrid). J.S.

Fue precisamente Adrián la razón por la que volvieron a Brihuega. El hijo arrastraba una serie de problemas mentales, acrecentados años de adicción a las drogas, tal y como se relata en las calles del pueblo. “No sé lo que consumía, pero pasó por varios centros de rehabilitación”, asegura un vecino que le conoció durante su juventud, cuando la familia Cepero-Serrada frecuentaba las fiestas del pueblo en verano.

Es vox populi que Adrián era una persona adicta y que fruto de ello “le daban brotes” y sufría cambios físicos importantes en poco tiempo. Pasada la pandemia, los tres decidieron dejar atrás Vallecas para venir a Brihuega y que Adrián pudiera salir del hoyo de una vez por todas. Finalmente, el desenlace ha sido bien distinto.

"Una mocetona guapa"

Manolo pertenecía a una familia muy conocida en el pueblo y, de hecho, recibía uno de los apellidos más comunes de este rincón de la comarca alcarreña. Los Cepero hicieron fortuna gracias a los negocios panaderos que todavía hoy perviven, si bien la familia sufre una brecha por cuestiones de herencia. Lo que viene siendo habitual en las familias numerosas y adineradas.

Cinco hermanos de Manolo (un hombre y cuatro mujeres) viven todavía en el pueblo. El fallecido tenía buena relación con sus hermanas. Una de ellas organiza el bingo del pueblo, punto de encuentro habitual de la tercera edad de Brihuega. "Pero hoy no, hoy estamos guardando luto", asegura una nonagenaria que conoce bien a la familia.

“Yo a Manolo le quería mucho”, prosigue. “Era muy bueno. Cuando me veía me soltaba siempre un par de besos, muy simpático. Trabajó en la panadería de niño hasta que se fue a Madrid”. En cambio, con Paloma tuvo menos trato. "Era una mocetona guapa", recuerda. “Muy alta. No pegaban mucho, porque él era bastante bajito”.

Está previsto que los cuerpos de ambos sean incinerados y enterrados en el cementerio del pueblo este viernes. El Ayuntamiento de la localidad ha expresasdo un hondo dolor por esta tragedia de la que no hay precedentes en ninguna hemeroteca. El luto oficial sigue vigente en Brihuega hasta este jueves inclusive.

El cementerio de Brihuega, donde previsiblemente serán enterrados Manolo y Paloma este viernes. J.S.

"Desde aquí, mostramos nuestra condolencia y solidaridad a las familias de las víctimas y agradecemos la labor y el trabajo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado", afirma un breve comunicado del consistorio. La investigación sigue abierta y, por el momento, todos los ojos apuntan al hijo con problemas mentales que ya está en prisión preventiva.

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