La guerra ha vuelto a Europa desencadenando su horror. Ucrania se acostó el pasado miércoles como un país libre, pero amaneció el jueves invadido por el Ejército ruso. Unas circunstancias de beligerancia que está sufriendo la población ucraniana. Y, en especial, los niños vuelven a padecer las consecuencias de un conflicto armado. Concretamente, “7,5 millones de menores en Ucrania están en grave riesgo físico, angustia emocional severa y potenciales peligros de una huida forzada”. Una de estas huidas, de hecho, la han protagonizado las hermanas Tyshchenko, tres niñas ucranianas que han conseguido llegar a Ciudad Real y recabar en una familia de acogida, los Camacho García.

Pero su caso de éxito es la excepción y no la regla. Son miles los padres ucranianos que buscan poner a sus hijos a salvo de las bombas de Vladímir Putin, aun sabiendo que ellos no podrán huir de Ucrania. “En nuestro caso, estamos tratando de traer a 30 niños ucranianos que acogemos cada verano para alejarlos de la guerra. Me gustaría que lo hubiésemos conseguido ya, pero nos faltaron días. Podrían haber llegado este fin de semana, pero la guerra estalló el jueves y aún estábamos tramitando la acogida de urgencia”, explica a este medio Ignacio Cabrerizo, secretario de la Asociación de Ciudad Real en Ayuda al Niño (CREAN).

Una familia que colabora con la asociación, los Camacho García, sí ha conseguido traer a tres niñas ucranianas in extremis, pero fue producto de la previsión de Oksana, madre Inna, Cristina y Oksana, de 19, 17 y 11 años, respectivamente. “Nosotros ya habíamos acogido a Oksana en el verano de 2019 y por ello tengo un contacto fluido con su madre por WhatsApp. Hace dos semanas, al ver las cosas mal, me preguntó si podría acoger no sólo a la niña, sino a sus dos hermanas mayores. Le dije que sí”, cuenta a EL ESPAÑOL María del Mar García (Puertollano, Ciudad Real, 1976), la madre que ha acogido a las menores.

Las hermanas Cristina, Oksana e Inna, de 17, 11 y 19 años, en Ciudad Real. Cedida

El tiempo, no obstante, siguió pasando hasta que el pasado sábado Oksana, la madre de las niñas ucranianas, volvió a escribir a María del Mar. “Me preguntó si la petición seguía en pie y le volví a decir que sí”, explica la madre a acogida. Horas después recibió una foto con los billetes de Inna, Cristina y Oksana. Viajarían a Milán el pasado lunes y llegarían a Madrid el pasado martes, previa escala de 11 horas en Italia. Allí, en Barajas, Ernesto Manuel Camacho (Puertollano, Ciudad Real, 1976), y su mujer, recogerían a las tres niñas. Dos días después, el jueves, estalló la guerra.

El dolor de los menores

“El martes y el miércoles, las tres niñas estaban tranquilas, pero al despertarse el jueves se pusieron a llorar por las noticias de la guerra de Ucrania, algo normal…”, lamenta María del Mar. Y es que está “angustia emocional” es una consecuencia común que ya están padeciendo los niños ucranianos. Inna, Cristina y Oksana, en este momento, se hallan a casi 4.000 kilómetros de los bombardeos y de las sirenas de Kiev, pero hay 7,5 millones de niños en Ucrania que, como ellas, están sufriendo el conflicto.

“Ya hemos visto la muerte de tres vidas jóvenes y tememos por todos los niños y niñas de Ucrania a medida que la situación se deteriora rápidamente. Ellos son los más afectados por esta crisis y ahora están pagando con sus vidas una guerra en la que nada tienen que ver. No hay un lugar seguro en Ucrania y la situación cambia cada hora. Los 7,5 millones de niños y niñas en Ucrania están en grave riesgo físico, angustia emocional severa y potenciales peligros de una huida forzada”, declara Irina Saghoyan, directora de Europa del Este de Save the Children.

Las tres niñas ucranianas, jugando con el perro del familia Camacho García. Cedida

De hecho, de las 198 muertes ucranianas reconocidas por el ministro de Sanidad de Ucrania, Víktor Liashkó, tres de ellas son niños: un adolescente de 17 años muerto en un ataque a la aldea de Semikhatky, en la región sur de Kherson, y otros dos niños fallecidos en un bombardeo en el este de Ucrania, uno en Chuhuiv, región de Kharkiv, y el otro en Mariupol, región de Donetsk.

De ahí la insistencia de las distintas asociaciones de protección a la infancia de acelerar la evacuación de los más pequeños, algo que no está alcance de todos. “Mi hermana también acoge a dos menores ucranianos desde hace 7 años. Sabemos que uno está con su madre y hermano en un sótano de Kiev, pero están atrapados. Nos envían los vídeos de las bombas y son descorazonadores. La otra niña, hasta donde sabemos, está en la frontera de Polonia, pero aún no sabemos si podrá venir”, relata María del Mar, la mujer que de momento está a cargo de Inna, Cristina y Oksana.

Intentando traer a 30 niños

Pese a ello, el drama humanitario que viven los civiles ucranianos sigue salpicando a las niñas acogidas en España. “Están preocupadas”, añade María del Mar, pero “desde la mañana de este sábado están más tranquilas porque sus padres y sus dos hermanas mayores han logrado salir de Kiev y se han ido a una zona montañosa de Ucrania, donde viven sus tíos, que está algo más tranquila”, relata.

La preocupación de la Asociación de Ciudad Real en Ayuda al Niño (CREAN) con la que colabora María del Mar, por otra parte, es creciente. Han intentado activar varios mecanismos de “acogida urgente” a lo largo de esta semana, pero hasta el momento sus esfuerzos han sido en vano. “Intentamos fletar un autobús para traer a los 30 niños ucranianos que acogemos los veranos, pero fue imposible porque el conductor no aceptaba el pago mediante una transferencia”, dice, preocupado, Ignacio Cabrerizo.

La preocupación es tal que algunas familias acogedoras han activado otros modos para poder traer a varios niños. “Tenemos una familia que está viajando en coche desde Ciudad Real hasta Polonia para recoger a tres niñas, dos hermanas y su prima, que a su vez se están trasladando desde Kiev hasta la frontera”, narra el secretario de CREAN.

Un tanque ucraniano en el centro de Kiev este viernes. Reuters

Aun así, él confía en que, con la ayuda del PSOE de Castilla-La Mancha y de la subdelegación del Gobierno manchego, se pueda abrir una suerte de “pasillo humanitario seguro para poder evacuar a los niños y sus familias” y así poner a salvo de la guerra a los 30 niños que vienen cada verano con la asociación.

Y es que las familias acogedoras les han cogido un cariño especial, como si fueran sus propios hijos. De ahí que su preocupación por la ofensiva de Rusia sea creciente. Están en vilo. Por ejemplo, el propio Ignacio Cabrerizo reconoce a este diario que no sólo persiguen traer a los niños, sino a los monitores ucranianos que los acompañan en sus viajes. Una de ellas es Polina Kotyk, que en la actualidad tiene 23 años, pero que en su momento fue acogida por él mismo y su familia. “Ella, aparte de acompañar a los niños que queremos traer a Ciudad Real, se podrá quedar el tiempo que quiera en nuestra casa”, añade.

Ignacio Cabrerizo, secretario de CREAN, y Polina Kotyk, cuando era una niña. Cedida

En los mismos términos se ha pronunciado María del Mar García, la madre de acogida de Inna, Cristina y Oksana Tyshchenko. “En mi caso, pueden estar en mi casa hasta cuando quieran y hasta que sus padres decidan. Ahora están como turistas, pero si pasan más de tres meses, habría que hablar con las administraciones para regularizar su situación. Solicitamos que nos den facilidades”, añade. Oksana, la madre de las niñas, de hecho, se ha mostrado muy agradecida con la familia Camacho García. “Nos ha dicho que somos la respuesta a sus oraciones”, indica María del Mar.

Pero, de momento, la ofensiva rusa sobre Ucrania ha aumentado y 7,5 millones de niños están sufriendo las consecuencias de la guerra. Inna, Cristina y Oksana Tyshchenko han podido llegar a España, algo excepcional, y están seguras, pero ha sido a costa de estar alejadas de su familia.

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