Es como si el otrora obispo de Solsona Xavier Novell estuviera empeñado en vivir una vida de novela. Fue el más joven en llegar al obispado en España, en 2010, a los 41 años de edad. Desde el púlpito no ha temido meterse en ninguna polémica: ha defendido férreamente el separatismo catalán, ha recriminado a las mujeres por cómo se visten y se ha deshecho en comentarios homófobos, entre otros. Ahora lo ha dejado todo para irse con su pareja Silvia Caballol, una escritora de novelas eróticas.

La noticia ha saltado esta semana, unos días después de anunciara que lo dejaba por motivos personales, y ha pillado al mundo eclesiástico con el pie cambiado. Caballol es 14 años más joven que él, psicóloga de profesión, aunque trabajando actualmente en una ONG y tiene dos hijos con otra pareja con la que vivió en Marruecos. Ahora, el exobispo y ella viven juntos en Manresa.

La faceta de escritora de Caballol se ha desarrollado a través de dos novelas eróticas, escritas de aquella manera y muy, pero muy explícitas. Pongamos un ejemplo.

Esta noche no hay quien duerma. He intentado todas las técnicas inventadas para conciliar el sueño (...) pero nada consigue relajar al torpedo que tengo entre las piernas, que esta noche se encuentra más erecto que el brazo de Franco cuando saludaba a la audiencia. (...) Finalmente, derrotado, opto por poner fin a mi sufrimiento masturbándome como un loca encima de la cama sin dejar de pensar en ella ni un puto segundo.

Este fragmento, que consigue ligar de manera magistral el tocarse con el Generalísimo, es del libro Amnesia, publicado en 2016. Un año después, en 2017, Caballol publicó El infierno en la lujuria de Gabriel: el primer pecado contra el ser. Desde que se ha sabido su relación, el libro se ha agotado y la propia editorial comenta a este diario que son muchas las personas que han llamado interesándose por él, pero que la autora ya ni da señales de vida y su teléfono lo contesta un familiar.

Xavier Novell votando en el referéndum ilegal y Silvia Caballol presentando sus libros.

Ante la escasez de ejemplares de El infierno en la lujuria de Gabriel hemos analizado Amnesia para ver qué podrá aprender nuevo el exobispo Novell. Al final, dedicó toda su vida a Dios y ahora se ha ido por la tangente. Eso sí, no todo lo que pueda aprender de los textos será bueno. Veamos.

La lucha interna

Una de las primeras cosas que va a aprender Novell cuando lea las novelas de su novia, es que él tenía razón. No se puede luchar contra las tentaciones de uno mismo. Si no, que se lo pregunten a los dos protagonistas de Amnesia, Jorge y Kioto. Él es un psiquiatra de 32 años y ella una joven de 16 que aparece en medio de la calle sin recordar nada de su pasado. La aventura roza la ilegalidad y se hace muy incómodo cuando se leen escenas sexuales muy explícitas con una menor.

A pesar de lo sórdido, los personajes, él sobre todo, tienen un debate interno sobre lo que hacen. Por supuesto, siempre triunfa la tentación:

Sé que es lo que debo hacer desde un punto de vista realista, pero esta chica se niega a acudir a la comisaría. (...) No sé cuál de mis dos cabezas es la culpable de ello, pues desde que mis ojos la vieron al entrar en éste bar donde estoy como un imbécil parado ahora mismo, mi p***a se ha puesto más dura que el acero. (...) No recuerdo haber experimentado una sensación tan desconcertante nunca antes ante una mujer, pero claro, si nos poníamos estrictos, en realidad, no sería una mujer, sino una jodida adolescente menor de edad, a la que ni siquiera debía de ser legal mirar.

No dejo de darle vueltas a mi cabeza, mis cabezas, pero no salgo de mi indecisión, pues el “qué debo hacer” y el que “quiero hacer” chocan en conflicto frontal, asimismo, lo que defiende la parte sensata de mi consciencia versus lo que defiende la parte más pasional de mi inconsciencia también parecen discrepar. Ante tales incongruencias, la decisión se me complica.

Y hay más, una tentación con debate interno que seguramente no ha pillado a Novell por sorpresa:

Mis brazos permanecen rígidos al lado de mi cuerpo y mis puños tan fuertemente cerrados que noto mis uñas clavándose en mis palmas; y es que tengo miedo que si la toco no pueda contenerme, debido a los días que llevo reprimiéndome y deseándola en secreto. Ella suspira en mi piel y, pasados unos minutos, empieza a darme pequeños y suaves besos en el cuello. ¡¿Pero qué c**o está haciendo?! (...) ¡Joder, joder, joder! Estoy rígido y completamente empalmado, pero soy incapaz de hacer que pare e incapaz de apartarme de ella. (...) Debería de salir corriendo ahora mismo, pero en vez de esto, la agarro por la nuca y la beso con codicia. ¡A la mierda con el autocontrol!

Novell en un oficio.

Las minifaldas

Una de las declaraciones polémicas de Novell tuvo lugar en 2012, cuando abroncó públicamente a tres chicas que asistían a la misa de su confirmación con minifalda. Él mismo publicó la bronca en Facebook, con fotos de las jóvenes, y aseguró que lo hacía “para corregirlas y recordar a todos los fieles que en la Iglesia se deben evitar los vestidos inadecuados”.

A Jorge, el protagonista, le pasa algo parecido con los vestidos inadecuados. Y es que Kioto, la menor, al despertarse en medio de la calle no tiene más ropa para cambiarse y él se la compra toda. Bueno, él la paga, la ropa se la compra su ama de llaves. Y, claro, la ropa es muy provocadora y eso hace que a Jorge se le convierta la lucha contra la tentación en algo muy difícil.

En este caso, habla ella en primera persona:

Con un par de viajes entro todas las bolsas a mi habitación y las dejo encima de la cama para inspeccionarlas. (...) Y lo más sorprendente es que, tanto la ropa de dormir como la lencería y demás conjuntos para vestir, son de lo más sexis. ¿Esta ropa la ha elegido el honorable Dr. Caprovill? Creo que me habría sentido más cómoda con una ropa un poco más convencional, pero si debía de ser sincera, el estilo de mis nuevas prendas no me desagradaba del todo.

Y ahora habla él de la ropa:

Mi mano, con autonomía propia, se posa en su desnudo muslo y empieza a ascender pierna arriba hasta colarse por debajo de su faldita azul marino. Estoy tan duro que seguro ella está notando la presión de mi miembro empujando su cadera. Mi mano exploradora llega hasta sus braguitas, comprobando que están húmedas, poniéndome tal hecho a tope.

La igualdad de sexos

Esta no es una lección como tal, sino que tanto Novell y el protagonista se han pronunciado, muy a su manera cada uno, sobre la igualdad de sexos. En una entrevista en 2011, el entonces aún obispo argumentó que las mujeres no pueden ocupar puestos importantes en la Iglesia por el hecho de que “Cristo escogió 12 hombres para ser la imagen de Israel” y que “la masculinidad del sacerdote nos reporta a la historia encarnada de Cristo”.

Leer a su nueva novia y las reflexiones del protagonista Jorge, igual hace cambiar de parecer a Novell. O no, quién sabe. Dice que cree en la igualdad de sexos, eso sí, aunque lo comenta en un contexto de violencia. La situación se produce tras despertarse en la cama con una desconocida.

—Cerdo, me has utilizado (dice ella)

—Oye guapa, por lo que estoy empezando a recordar, tú también te beneficiaste de ello y unos cuantos de tus escandalosos orgamos dieron fe de ello.

Claramente esta respuesta era también incorrecta porque se le veía la clara intención de querer abofetearme de nuevo, no obstante, esta vez no se lo iba a permitir, así que le agarro la muñeca al vuelo y me encaro con ella:

—Oh, no querrás golpearme de nuevo, encanto, porque a la tercera suelo devolverlas; y no me importa que tengas tetas y vagina, pues soy un gran defensor de la igualdad de sexos.

Xavier Novell.

Trucos masturbatorios

En esta nueva vida alejada de la sotana, el exobispo se va a enfrentar a nuevas situaciones que el celibato prohibía. Una de ellas es la de tocarse. En caso de que necesite algún tipo de guía, puede acudir a la novela de su novia y ver cómo Jorge se masturba pensando en la menor.

Voy a la ducha para asearme porque he quedado con Óscar en un par de horas. Mientras el agua caliente me resbala por el cuerpo, recuerdo lo cachondo que me he puesto cuando, esta mañana, he tenido a la pequeña entre mis brazos, con sus piernas enroscadas en mi cintura y besándonos con pasión y de en plena calle sin importarnos quien mirara. No puedo evitar ponerme duro de nuevo al recordarlo y no tengo otro remedio que apoyar una mano contra la pared de enfrente y, entretanto el agua sigue acariciando mi desnudo cuerpo, balancear mis caderas para que mi pene encaje contra mi otra mano que está anillada simulando la vagina de ella.

Cierro los ojos para podérmela imaginar mejor y sigo con el vaivén cada vez más frenético de mi pelvis contra mi puño hasta que el s***n es expulsado a chorros de mi miembro contra los azulejos de la pared de enfrente. Dejo ir un suspiro de liberación. ¡Esta adolescente es mi p**a obsesión!

Significados nuevos

Lo último, pero no menor, que aprenderá Novell es que las palabras que él mismo utilizaba en su trabajo, pueden tener un nuevo y diferenciado significado. No es sólo que los orgasmos den fe de que alguien se lo pasó bien sino que “Dios sabe la fuerza de voluntad que he de tener para aguantar semejante tentación todos los santos días” y “como poseído por el demonio de la lujuria, empiezo a besar y chupar su cuello”.

Habla ella ahora:

Verlo arrodillado ante mí, con su mirada lujuriosa, es una escena que me resulta de lo más erótica. Luego de hablarme, separa mis piernas y… ¡Por todos los Santos! Hunde su cara en mi intimidad

Y sigue (en este caso, relatando una violación que ella acaba disfrutando):

¡Maldito hijo de Satanás! No sé si estoy cabreada con él o con mi cuerpo que parecía ir por libre. Sin previo aviso, introduce de un solo golpe su desorbitado miembro en mi interior y yo no puedo evitar arquearme y gemir por la impresión.

Y otra:

Me sienta en la parte superior de la cama y él lo hace delante de mí. Con la mirada de trápala y sonrisa de bandido, se acerca y dirige su boca a… ¡Oh Dios! ¡A mis senos!

Ahora, vista en perspectiva la literatura de Silvia Caballol, asombra mucho más la decisión del exobispo de Solsona. Normal que algunos de sus antiguos compañeros piensen que está poseído. Él, por si acaso, no quiso someterse a un exorcismo. Que triunfe el amor.

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