Que sea el equipo de fútbol más insultado de España y que la única razón sea que sus 25 jugadores sean inmigrantes, nunca ha sido un problema importante para que el Alma de África saliese a jugar al campo con la misma fuerza de siempre. 

Es algo a lo que este grupo de futbolistas, la mayoría procedentes de Senegal, Guinea, Nigeria o Costa de Marfil, no ha tenido otro remedio que acostumbrarse cuando se enfrenta a sus rivales en la liga regional de Andalucía

"Duele mucho cuando uno está en el campo y escucha negro de mierda, mono o cosas similares; da muchísima rabia", contaba Pedro Semedo, uno de los jugadores africanos del equipo, en una entrevista con EL ESPAÑOL. Estos ataques racistas, no obstante, no han sido obstáculo para que poco después el equipo ganase el partido. Y es que pese a estos altercados, en dos temporadas el Alma de África logró ascender de categoría de ambas.  

Pero llegó la pandemia. Y aunque pudieron hacer frente a cualquier adversidad en el pasado, el presente se ha vuelto más insostenible que nunca, según cuenta el entrenador y presidente de este peculiar equipo de Jérez de la Frontera (Cádiz), Alejandro Benítez.

"Hemos pasado muchas dificultades este último año. Las empresas que nos financiaban han cerrado totalmente y al final hemos tenido que costear unos pocos los gastos del equipo. Veo el futuro lleno de nubarrones negros, espero que la próxima temporada encontremos financiación...", cuenta Benítez. 

Glovo

En la actual plantilla del Alma de África, compuesta por 25 jugadores, conviven ahora personas de 12 nacionalidades distintas. Toro Ramírez

Aún así, la falta de liquidez no ha sido el único problema del Alma de África, también la asistencia de los jugadores. "Hemos terminado la temporada con 25 fichas, pero en el último partido solo jugaron 13 futbolistas, por ejemplo. Con la crisis que hay, muchos se han marchado fuera o trabajan el domingo, cuando se juega. La mayoría se han hecho repartidores de Glovo y por horario, no pueden asistir", relata el entrenador. 

El equipo Alma de África nació en 2015. Alejandro Benítez, su presidente y entrenador, agrupó a una veintena de hombres que cada domingo, a las cinco de la tarde, jugaban en la pradera hípica de Jerez, una gran explanada de césped dentro un recinto deportivo. Eran todos de raza negra. 

Benítez los federó porque en Andalucía sólo se exige el pasaporte para ello. Comenzaron a jugar en la cuarta división regional. Y en solo dos temporadas, consiguieron ascender de categoría en ambas. Dentro de una plantilla de 25 jugadores que fluctúa casi por mes porque muchos se marchan en busca de un futuro mejor, conviven 12 nacionalidades. Es la ONU del fútbol español amateur.

Una familia

En Alma de África no todos son africanos. Los hay, sí, pero compiten por un puesto con otros compañeros que nacieron en Jerez, en Santo Domingo, en Bolivia o en Colombia.

"Los veía jugar cada domingo un amigo mío que se llama Quini. Iba con su hijo a pasear al perro. Siempre los veía más tiempo discutiendo y pegándose que jugando al fútbol”, contaba en el campo de entrenamiento del Alma de África su entrenador, Alejandro Benítez.

"Quini me propuso arbitrarles una tarde cualquiera. Vimos que había chavales que le pegaban bien a la pelota. De aquello surgió esta locura. Hoy somos una familia", añadía el también presidente del club jerezano. Hoy, lo único que espera es que esa familia no se rompa para siempre. Y que el bache de la pandemia solo sea uno más de los cientos a los que se ha enfrentado este club en su corta historia. 

Parte de la plantilla del Alma de África. Toro Ramírez

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