Julia Hart, una berlinesa de 51 años, tenía pensado irse este marzo de vacaciones a México pero, de pronto, las puertas de Mallorca se abrieron para ella, al igual que para miles de alemanes. Las complicaciones para llegar desde Europa al país latinoamericano le hicieron desistir y compró, junto a un amigo, dos vuelos para aterrizar en Palma. “No iba a pasar 15 días de cuarentena a mi regreso por una sola semana de vacaciones, así que Mallorca se convirtió en la mejor opción”, dice en conversación con EL ESPAÑOL.

La sensación de esta trabajadora social es la de miles de residentes germanos que han aprovechado una doble coyuntura: que Alemania levantó las recomendaciones de no viajar a Baleares -junto a otras regiones españolas- y que el Gobierno español los acoge con los brazos abiertos, PCR negativa mediante y con un simple formulario de Sanidad, a pesar de que no deja viajar a sus propios conciudadanos a las islas.

El Robert Koch Institut -la agencia alemana para el control de enfermedades- sacó de las zonas de riesgo a Baleares el pasado 14 de marzo. Eso ha permitido que Julia llegase a Valldemossa el día 19, en pleno puente de San José, mientras las Comunidades Autónomas permanecían cerradas a cal y canto.

Llegada de vuelos procedentes de Alemania al aeropuerto de Palma, donde han aumentado las frecuencias. EFE

En Berlín solo se puede sacar café para llevar, no te puedes sentar en ningún sitio, no hay nada abierto y solo podemos reunirnos con una persona en nuestros apartamentos”, asegura. Por contra, el día a día de Julia en Mallorca consiste en dormir hasta tarde, ir de tiendas, bares y restaurantes hasta las 5 de la tarde, hora en que cierra la hostelería, y disfrutar de la isla sin aglomeraciones con la llegada de la Primavera.

Las cosas se pondrán incluso más difíciles en Alemania, donde su canciller, Angela Merkel, anunció el pasado lunes un endurecimiento del confinamiento del 1 al 5 de abril, coincidiendo con la Semana Santa: la mayoría de los comercios cerrarán y los oficios religiosos se cancelarán. Además, también se prohíben las reuniones y las comidas al aire libre y solo las tiendas de alimentación podrán abrir el día 3.

Lo único que tiene Mallorca que envidiar ahora mismo a la Alemania confinada por la Covid es que allí solo es obligatorio el uso de la mascarilla en lugares cerrados como supermercados o el transporte público. “Aquí la tenemos que llevar todo el tiempo, pero eso es lo de menos, la vida es más agradable aquí”, apunta Julia, que ahora tendrá que hacerse una PCR para regresar a Alemania, como única medida que le afecta al endurecimiento de las restricciones en su país.

Otro residente alemán, en la línea de Julia, decía a la revista Der Spiegel a su llegada al aeropuerto de Palma: “Este bloqueo realmente nos está poniendo de los nervios. Y aunque nos gustaría tomarnos unas vacaciones en Alemania, la normativa no lo permite. Así que estamos aquí en Mallorca”.

Hoteles de cinco estrellas

La avalancha de alemanes se ha manifestado, por ejemplo, en la llegada de alrededor de 1.000 turistas procedentes de ese país solo el fin de semana pasado, a través de siete vuelos de la turoperadora TUI. Tanto esta como las agencias FTI, DER Touristik, Shauinsland y Alltours señalan un notable aumento de las reservas de alemanes con destino a Mallorca.

Por otro lado, el aumento de frecuencias de las compañías aéreas se ha disparado: Eurowings, filial de Lufthansa, ha comenzado la ampliación de su oferta de vuelos a Son Sonjoan a contrarreloj, con el objetivo de alcanzar los 325 semanales. Estos volarán desde 24 aeropuertos alemanes. Por su parte, la propia Lufthansa ha aumentado su frecuencia de aviones a Palma con 11 trayectos semanales desde Múnich y 20 desde Frankfort.

Alemania ha endurecido su confinamiento de cara a la Semana Santa, aunque no afecta las restricciones de viaje. EFE

Julia compró sus billetes vía Düsseldorf a un precio de alrededor de 200 euros al poco de conocerse que Baleares quedaba fuera de la lista negra para el Gobierno alemán. Ahora, la buena vida de la que gozan los germanos en la isla y la multitud de informaciones que han aparecido estos días en medios de ese país, han hecho que la demanda se dispare y, con ella, también los precios. “Ahora mismo, llegar a Mallorca puede costar hasta 800 euros ida y vuelta”, explica Julia.

Pero el coste elevado no es un impedimento para el turismo alemán. Un trabajador de un hotel de cinco estrellas de Palma, asegura en conversación con este periódico que la ocupación en su establecimiento ya está, en estas fechas, al 80%.

De hecho, se espera que las reservas hoteleras en los hoteles de mayor categoría alcancen el 100% en Semana Santa. Es el caso del Nixe Palace, Mardavall, Maricel, Son Vida y Arabella, que están superando todos sus registros en plena pandemia, y a pesar del incremento de precios para las fechas de Semana Santa, del 26 al 11 de abril.

Los establecimientos que estarán abiertos para la semana de vacaciones serán 93, apenas el 11,20 % de la capacidad hotelera de Mallorca, y se espera una ocupación del 55%. Son números que parecen bajos, pero suponen todo un hito en plena pandemia.

Turista “de toda la vida”

“Se ha notado su llegada de la noche a la mañana”, describe por su parte Shirley, de 33 años y empleada en una empresa de alquiler de coches en el aeropuerto de Palma. En la agencia tenían, a 23 de marzo, 39 vehículos arrendados. Para el 28 de marzo, Domingo de Ramos e inicio de la Semana Santa, las reservas ascienden a 230, de una flota aproximada de 700 vehículos. Tampoco son los números históricos más altos pero sí suponen un aumento sustancial desde las casi nulas reservas que han gestionado en los meses anteriores. “La mayoría son alemanes”, matiza Shirley en conversación con este periódico.

La joven señala que el alemán que llega estos días a la isla “es el turista de toda la vida, que ya venía a Mallorca o que incluso tiene propiedades y negocios aquí”, y reconoce que en el Paseo Marítimo de Palma vuelve a escucharse alemán. Pero el alboroto es poco, en comparación con el de otras ciudades como Madrid, que se han convertido en un imán para el turismo de fiesta, procedente sobre todo de Francia.

Las fiestas clandestinas en pisos de alquiler y chalets también han sido una realidad en Mallorca. El pasado 14 de marzo, por ejemplo, la Policía identificó a 20 jóvenes en un chalet en Alcúdia. Sin embargo, ni mucho menos representan el grueso del turismo germano que aprovecha que las restricciones permiten ahora viajar.

Shirley señala que los mallorquines tienen sentimientos encontrados ante esta apertura: por un lado, temen que una llegada masiva de alemanes perjudique los buenos números de la Covid que registraba la isla -ahora en 50 casos por 100.000 habitantes a 14 días- pero, por otro, no pueden esconder su satisfacción por que el turismo se reactive en un lugar que vive casi íntegramente de él. “Las contrataciones están subiendo para Semana Santa y mucha gente está saliendo de los ERTE para incorporarse”, relata.

En Mallorca la hostelería cierra a las cinco de la tarde. En Alemania, los establecimientos permanecen cerrados. EFE

Situación rocambolesca

La euforia del sector privado por la llegada del turismo alemán no ha quitado la preocupación a las autoridades del Govern balear, que este lunes decidió cerrar el interior de los bares con efecto inminente a partir del viernes. “Toda España está perimetrada y los turistas internacionales pueden llegar con una PCR negativa. Pedimos de forma estricta al Gobierno de España que los controles sean uno por uno”, declararon desde el Ejecutivo autonómico.

La llegada de los alemanes ha provocado también una fuerte controversia en España que ha escalado hasta las altas esferas en Bruselas. La Comisión Europea pidió "coherencia" al Ejecutivo en sus prohibiciones para viajar internamente en el territorio español mientras abría la mano a la llegada de residentes comunitarios.

“La recomendación dice claramente que dado que la transmisión y el riesgo es similar para los viajes nacionales y los transfronterizos, los Estados miembros deberían asegurar coherencia entre las medidas aplicadas a los dos tipos de viaje”, dijo el portavoz de Justicia, Christian Wigand, el pasado lunes.

Ahora es posible viajar a Palma desde cualquier aeropuerto alemán, pero es imposible hacerlo desde cualquier ciudad española, aun con PCR, a excepción de quienes viajan desde Extremadura, Murcia y La Rioja, dada su baja incidencia. La situación es tan rocambolesca que sería posible para cualquier ciudadano español llegar a Mallorca a través de un aeropuerto alemán, ya que las salidas a otros países sí están permitidas.

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