Varios años antes de que Miguel Bosé la tomara con el 5G o que en España se volviera viral la frase anyway Hemingway, go away to come away, Mauricio Schwarz ya había descrito el problema del negacionismo. Lo hizo, concretamente, en el seno de la izquierda. Fue en 2018, cuando publicó su libro Izquierda feng-shui, en el que describía —como bien dice su subtítulo— cómo algunos sectores del progresismo patrio habían abandonado a la ciencia y la razón en pos de ideas sustentadas en la mera superstición, en el misticismo mal entendido, en la paranoia colectiva, en el desconocimiento... en definitiva, en la nada.

El tiempo ha reafirmado la tesis de este escritor, periodista y fotógrafo mexicano residente en Gijón, desde donde atiende a EL ESPAÑOL por llamada telefónica. Schwarz es abiertamente de izquierdas y, por eso, critica duramente que parte de los suyos se entreguen ciegamente al sinsentido y a la teoría de la conspiración. La ciencia y el progreso dejaron de ser progres. Y eso le duele.

Esta conversación versa de izquierdas y de derechas, de razones y supersticiones, de verdades y mentiras repetidas en todos los sectores políticos. ¿El negacionismo de la Covid es de izquierdas o de derechas? Pregúntenle a Bosé o a Alaska. No está claro. Pero sí está claro quién niega el cambio climático o quién se opone a la energía nuclear. Ahí sí que están definidos los bandos. Para alumbrar el negacionismo, nadie como quienlo describió de forma certera dos años antes de que el mundo conociera la palabra coronavirus.

Pregunta: Parece que su libro Izquierda feng-shui tiene algo de profético, ¿no?

Respuesta: No creo. Yo estaba señalando lo que ocurría. Lo que pasa es que sigue ocurriendo, realmente. No adelantaba nada que no estuviera ya pasando antes.

Pero se ha acrecentado con lo que está ocurriendo del negacionismo.

Las olas crecen según lo que está ocurriendo alrededor. En este momento es muy curioso porque gran parte del negacionismo de la Covid proviene de la derecha: de la gente de QAnon en Estados Unidos, de grupos neonazis en España que se han adherido a los grupos anti mascarillas… ves relaciones aparentemente ‘contra natura’, donde el rechazo a la ciencia que tiene parte de la izquierda también lo está manifestando parte de la derecha o de la extrema derecha.

¿Le preocupa más el negacionismo en la izquierda que en la derecha?

Personalmente, sí, porque soy un hombre de izquierdas.

¿Simplemente por eso?

Sí. Pero en general toda forma de rechazo a la ciencia da como resultado retrasos graves para ciertas cuestiones. Entonces, hay cuestiones en las que siento que parte de la izquierda feng shui, que no es toda la izquierda ni mucho menos, está actuando de manera mucho más intensa que la derecha. Por ejemplo, el negacionismo del cambio climático es patrimonio ideológico de la derecha y sobre todo promovido por quienes tienen interés en las energías fósiles. Pero el rechazo a la energía nuclear es fundamentalmente de la izquierda.

Portada del libro de Schwarz.

¿Y eso le parece grave?

Me parece gravísimo. Es absurdo el rechazo a la energía nuclear, porque impide la lucha contra el cambio climático. Las otras energías no nos permiten hacer la transición a la velocidad que necesitamos. Todos los expertos advierten que durante la transición a estas energías verdes que todos queremos, necesitamos la energía nuclear. La izquierda que ha asumido una postura contra la biotecnología y anti nuclear es muy, muy notoria y muy, muy peligrosa. La derecha tiene otros negacionismos. En casos como el de la Covid están uniéndose. Se cumple ese extraño principio de la herradura donde los extremos se acercan.

Parece que en España el negacionismo de la Covid está encarnado en algunos personajes de la farándula que se consideran de izquierdas, ¿no?

Su negacionismo no responde a su ideología, sino a su profunda ignorancia y desescolarización. Tú puedes decir que Miguel Bosé es un gran cantante, pero no es un hombre preparado para hacer análisis epidemiológicos. De esto no cabe la menor duda. Y también dudaría que Bosé sea un gran exponente de la izquierda. Preo creo que quienes están en las calles son fundamentalmente de derechas. Yo hice un artículo identificando a estos grupos como el de la Quinta Columna. Pero se le da más notoriedad, obviamente, a las personas famosas. En este caso han sido gente como Bunbury, que tampoco es precisamente un hombre de un desarrollo ideológico demasiado elaborado, Victoria Abril, Alaska y su marido, que sí que son claramente parte de la derecha, muy buenos amigos de Jiménez Losantos.

El "coronacirco" de Abril 

Miguel Bosé fue uno de los promotores de la concentración anti-mascarillas celebrada en agosto del año pasado en Madrid. De su boca han salido frases como “que nos dejen vivir” y ha copado titulares a lo largo de la pandemia, aunque no ha sido para nada el único. 

La actriz Victoria Abril usó los términos "plandemia" y "coronacirco" durante la gala de los Premios Feroz a principios de marzo. Posteriormente pidió disculpas por si había "ofendido a las personas que han perdido a sus seres queridos". Ambos, Bosé y Abril, recibieron el apoyo público de Alaska y Mario Vaquerizo. "Son muy valientes", declaró el matrimonio malasañero, unos de los pocos exponentes que tiene la derecha en la farándula española.

En estos términos se han expresado también el cantante Enrique Bunbury, Verónica Romero o la instegramer Marina Yers, famosa por decir una de las mayores memeces que ha conocido internet: "El agua deshidrata". Y fuera de nuestras fronteras tampoco faltan los ejemplos, incluso de gente que ha dirigido gobiernos, véanse a Donald Trump o Jair Bolsonaro. De la farándula internacional detacan nombres como Van Morrison, Eric Clapton o el actor Woody Harrelson. Como quien dice, en todas partes cuecen habas. 

¿Por qué cree que surge este negacionismo y las teorías de la conspiración?

Son orígenes multifactoriales. Primero, las teorías de la conspiración le dan la idea a la gente de que alguien está controlando las cosas en contra de ellos y que no vivimos en el caos. La idea de vivir en un mundo caótico, que todo hace indicar que es el mundo que vivimos, les resulta enormemente incómoda. Por otro lado, creen que tienen la verdad secreta y superior al vecino. Participar activamente de una teoría de la conspiración te da una sensación de autoridad moral frente al que está junto a ti, que no sabe quién lo está controlando. Por otro lado, la desconfianza hacia las instituciones y al sistema, que hemos promovido desde la izquierda en muchas ocasiones, o que hemos explicado mal, ayuda a que se desconfíe del todo de todas las instituciones de una manera irracional. No es un escepticismo de “demuéstrame que las vacunas funcionan”, sino que se convierte en un negacionismo. No te aceptarían ninguna prueba de que las vacunas funcionan.

¿Cree que los mensajes negacionistas son verdaderamente graves o que, al final, se quedan en algo anecdótico?

Son enormemente graves. Sencillamente, porque en este momento se juegan nuestro combate a la pandemia. O se juegan la lucha contra el cambio climático, o acabar con el hambre y la pobreza. Yo llevo muchos años en esto. Durante mucho tiempo me sentí como una Cassandra que advertía de que las conspiranoias estaban floreciendo y todo el mundo me decía que estaba exagerando. Pero hoy, por la enorme viralidad, están poniendo en riesgo que tengamos un 70 u 80% de vacunación. En Francia, el 40% de la población dice que no se piensa vacunar. Con un 60% de vacunados no tenemos inmunidad de grupo y los tenemos cruzando los Pirineos. Son un peligro para los franceses y para nosotros y los alemanes y los belgas y los italianos y los suizos. Son un peligro en términos de salud y en términos de vidas.

Al escritor le preocupa enormemente las consecuencias que puede traer el negacionismo. Cedida

Si le parece, vamos a hacer un repaso de algunos famosos negacionista. Yo le digo nombres y usted me dice qué opina de ellos, ¿vale? Empecemos por el rey: Miguel Bosé.

Miguel Bosé no tiene ni idea de lo que está hablando. Quién sabe dónde oyó lo que oyó. Lo ha usado como parte de su exaltación de un ego que siempre estuvo un tanto hipertrofiado.

Enrique Bunbury.

Tres cuartas partes de lo mismo. La pregunta es de dónde saca esa información esta gente. Yo te puedo decir de dónde saco la información sobre las vacunas o de dónde saco la información sobre una epidemia. Yo soy tan periodista como tú. Voy a mis fuentes y saco una información que difundo entre mi público. Pero esta gente… a lo mejor sacan la información del grupo de WhastApp de padres de la escuela… Entonces, de la misma manera que yo a mi médico no le pediría que me cantara nada, tampoco le pediría a Bunbury explicaciones epidemiológicas. Bueno, tampoco le pediría que cantara. Nunca fui fan, lo siento.

No lo sienta, yo tampoco. Como mucho de Héroes del Silencio, pero de él… Bueno, yo creo que todo esto que comenta también se puede aplicar a Alaska, Mario Vaquerizo, Victoria Abril… aunque bueno, Abril se disculpó por lo que dijo.

Se disculpó de parte de lo que dijo. Estas disculpas de “si alguien se ofendió quiero pedir perdón”, mira eso no es pedir perdón. En mi pueblo no lo es. Pero bueno, al menos reculó en parte, aunque andaba por ahí sin mascarilla…. Lo peor del asunto es que estos negacionistas hablan de absoluta buena fe. Están totalmente convencidos de que lo que saben ellos es verdad. Y tratan de difundirlo porque creen que los demás estamos engañados, somos unas pobres víctimas y ellos tienen que informarnos de la verdad. No son malévolos. Su sinceridad es absoluta.

¿Sería mejor si lo hicieran por maldad?

Sería más fácil de rebatirlos. Pero ellos son inconvencibles.

¿Cree que la izquierda tiene una mayor capacidad de autocrítica que la derecha?

Ciertos sectores sí. El problema es que cuando uno dice izquierda usa una brocha muy gorda para cubrir un abanico enormemente amplio, que va desde la socialdemocracia hasta el juche norcoreano. Entonces, yo creo que los sectores de la socialdemocracia tienen una gran capacidad de autocrítica, precisamente porque nacen de la autocrítica de la izquierda al ver la realidad del mundo comunista. La nueva socialdemocracia nace tras la segunda guerra mundial y la evaluación de lo que había hecho la Unión Soviética. Dijeron: “No, a ver. Esto no es lo que queremos para nuestros países, aunque queramos una sociedad más justa”. Ese nacimiento autocrítico le permite ser más autocrítica. Otros movimientos que son más dogmáticos se basan en la ortodoxia de los libros y no tanto en la realidad. Pero es que esto también te pasa en la derecha. Hay una derecha científica racional y socialliberal que es capaz de autocriticarse y de establecer puentes de comunicación en una pluralidad política razonable. Y hay también extremistas como los anarcocapitalistas que están totalmente cerrados a cualquier diálogo o razón. Entonces, creo que es la actitud dogmática, ortodoxa y doctrinaria la que te puede llevar a ser más o menos autocrítico. Yo creo que pertenezco a una izquierda profundamente autocrítica a la que, con evidencias, la convences hasta de la existencia de Dios.

¿Echa de menos una mayor unión en la izquierda?

Creo que ese es un problema endémico de la izquierda en todo el mundo. Nos peleamos por las cuestiones más irrelevantes, mientras que la derecha tiene mucho más claros sus objetivos. Esto lo ves, por ejemplo, en la unión alrededor de Donald Trump. ¡Incluso en personas de fuera de Estados Unidos! Personas que no siguen las ideas de Trump pero que lo apoyan por los resultados que van a obtener. Buena parte de los republicanos apoyó a Trump porque iban a conseguir jueces conservadores, importándoles muy poco que Trump fuera racista y sin serlo ellos. La derecha tiene una unidad no programática pero sí de objetivos que siempre me ha parecido más sólida que la izquierda que se pelea por una coma en un manifiesto. Esto es evidente. Una mayor unión en la izquierda sería buenísima, pero es muy difícil.

Mauricio Schwarz también tiene un canal de divulgación en YouTube. Cedida

¿Qué carencias ve a la izquierda en España?

Que es poco dialogante consigo misma. En cierto sectores, sobre todo en los más extremos, hay un convencimiento absoluto de la posesión de la verdad y esto hace muy difícil la concepción misma de la pluralidad política como algo indispensable en una democracia. Si tu objetivo es derrocar a la democracia liberal para instaurar la dictadura del proletariado, pues no quieres hablar con quienes se mueven en el terreno de la democracia liberal. ¿Qué vas a hablar con ellos, si son el enemigo? Son parte del sistema que tú quieres destruir. En los sectores más extremos, donde se ubicaba Pablo Iglesias cuando hacía declaraciones doctrinarias, esa era su posición clarísima. La destrucción de la Constitución, del pacto de la Transición, la eliminación del PSOE, etc. Esa polarización la está sufriendo también la derecha española, por desgracia. El movimiento del PP hacia posiciones extremas, mucho más allá de las que defienden los sectores más dialogantes, es preocupante y alarmante. La polarización que estamos viviendo no es un problema de izquierda o derecha, sino del populismo como una herramienta que les viene bien a demasiados.

¿Por qué asegura que la ciencia y la razón son progres? ¿Este argumento no es un poco antiguo? Por ejemplo, Lemaitre, uno de los padres de la teoría del big bang, era cura...

Sí, pero no llegó a las conclusiones a las que llegó a través de la religión, ni el ejercicio de la oración, ni la iluminación, ni en los evangelios, ni con la consulta con el Papa. Utilizó las herramientas de la ciencia. Su creencia religiosa es irrelevante, en la medida en que usó el método científico y le dió la espalda a las enseñanzas bíblicas.

Vale. Apartemos a Lemaitre del argumentario. ¿Por qué asegura que la ciencia y la razón son progres?

Por algo que dice un buen amigo mío: “Los avances tecnológicos siempre han cerrado la brecha social”. Nunca la han agudizado. La aparición de la revolución industrial sacó a la gente del campo hacia las ciudades, porque tienen por primera vez un salario. Esto es maravilloso, dejaron de depender de la cosecha. Te van a pagar un salario cada 15 días o cada semana o cada mes.

Bueno, pero pasas a ser un pobre de campo a ser un pobre de ciudad.

Sí, pero como pobre de ciudad descubres que tienes muchas más posibilidades. Primero, tienes opción de educarte, algo que no tenías en el campo. Segundo, vives de forma más estrecha con la gente con la que compartes tus problemas y puedes generar un movimiento social o un sindicato. Son estos movimientos los que permiten eliminar la pobreza en las ciudades. Y los siguiente es el campo. Mejores técnicas agroalimentarias van a reducir el hambre. Y esto lo hemos visto en la evolución del hambre en el mundo en los últimos 100 años. El obrero español vive como vivía el señorito hace 100 años: con coche, hijos en la escuela y todo esto. Y eso solo es posible con los avances científicos y tecnológicos que faciliten la creación de riqueza y que permitan que exijas su redistribución. Es mucho más difícil redistribuir la riqueza de los señores feudales que redistribuir la riqueza de la gran sociedad industrial.

Hace poco, una persona muy liberal me decía que el capitalismo le ha ganado la batalla de la pobreza a la izquierda y que por eso ahora la baza que juega la izquierda no es la de la pobreza, sino la de la desigualdad. ¿Qué opina de esta afirmación?

Por supuesto, niego la mayor. La pobreza se ha combatido con políticas de izquierdas. El mercado genera riqueza, eso no lo voy a discutir. Pero para que esa riqueza generada por el mercado se ocupe de la pobreza, necesitas políticas de izquierda. Necesitas una aproximación redistributiva, con una fiscalidad progresiva, con la generación de instituciones y políticas sociales que permitan el combate a la pobreza, porque no es función del mercado combatir la pobreza o el hambre. La economía keynesiana es la que ha tomado el mercado y lo ha convertido en beneficio para toda la sociedad. Y que se hable de la desigualdad a mí me parece un error.

¿Por qué?

Hay países que son mucho más igualitarios donde la pobreza es mucho mayor y países tremendamente desigualitarios donde no hay pobreza. Si tú tienes un millón de personas de clase media y 100.000 en la riqueza más absoluta, la desigualdad es enorme y, sin embargo, es una sociedad mucho más justa en cuanto a la dignidad de las personas.

¿Quién no es la izquierda feng shui y para usted es un referente?

Pedro Duque, por supuesto. Y Luisa Carcedo. Hay mucha gente que conozco dentro del partido socialista que está en la lucha por la ciencia, la razón y las evidencias.

¿Y en la derecha?

(Se lo piensa unos segundos). Pues uno que se salva es Feijóo. No dice demasiadas tonterías.

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