Rafa Martí Jaime Susanna

Rocío Pablo, de 36 años, y su marido José Manuel, de la misma edad, querían ser padres. Llevan tres años casados, pero sin verlo venir, llegó la pandemia que trastocaría por completo sus planes. “Me asusté”, reconoce Rocío. En medio del confinamiento duro, del que en pocos días se cumplirá un año, esta pareja de Villanueva del Ariscal (Sevilla) decidió posponer la llegada de un nuevo miembro a la familia.

“La angustia por la situación, el estrés emocional y la incertidumbre, sumados al miedo por acudir a un hospital con el bicho circulando, hizo que lo dejásemos parado”, comenta Rocío en conversación con EL ESPAÑOL. Además, un pariente cercano de Rocío falleció por Covid-19 en octubre. Eso reforzó aún más los miedos que la pareja tenía de cara a tener un hijo.

Lo que le pasa a Rocío no es ninguna anomalía. El X Barómetro de las Familias en España de The Family Watch, publicado en enero, muestra que el 74% de personas menores de 45 años han pospuesto su decisión de formar una familia, en un plazo de, al menos, cinco años. La causa: la pandemia. “Si el año pasado un 40% de la población menor de 45 años deseaba tener hijos en un horizonte de 5 años, este porcentaje disminuye a un 26%", apuntó entonces la directora de Investigación de la empresa GAD3, responsable de la encuesta, Sara Morais.

Gráfico que muestra el crecimiento vegetativo de la población desde 2013. INE

La decisión de Rocío solo puede enmarcarse dentro de unos datos que muestran que, en España, de marzo de 2020 a marzo de 2021, nos hemos acostumbrado más a los ataúdes que a las cunas. EL ESPAÑOL publicaba el 26 de febrero que el exceso de mortalidad superaba los 100.000 fallecidos en comparación con el mismo período hacía un año. Los datos sobre natalidad no son más halagüeños.

Según la última estadística disponible, publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) el pasado 26 de enero y referente al primer semestre de 2020, la caída de los nacimientos ha sido importante. Se redujeron un 4,2% en la primera mitad del año, en comparación con el mismo período de 2019. Mientras, las defunciones aumentaron un 19,6%. Esto produjo un saldo en el movimiento vegetativo de la población (la diferencia entre nacimientos y fallecimientos) de -94.326 personas. Es la cifra negativa más alta desde que existe la estadística, que data de 1992.

Esto significa que, en los primeros seis meses del año de la pandemia hubo 168.047 nacimientos en España frente a 262.373 fallecimientos. La primera cifra no ha hecho más que confirmar una tendencia que se repite -con la excepción de 2014- en los últimos años: la natalidad se derrumba y la pandemia solo la ha hundido más.

Los datos del INE se refieren a los primeros seis meses del año, una muestra que ni siquiera puede considerarse representativa de lo que ha supuesto la irrupción de la Covid. En la estadística no se incluyen todos los nacimientos que, como el caso de Rocío, se pospusieron a partir de marzo y que tendrían que haberse hecho realidad nueve meses después, en otoño del año pasado. 

Sin “instintos primarios”

Quien lo sabe bien es Concepción Martínez ‘Chitina’, matrona y responsable del área de Maternidad del Hospital Virgen de la Arrixaca (Murcia). Es el centro sanitario con más partos de España y el bajón se ha notado. “Somos el paritorio que más nacimientos tiene de España. Este año hemos pasado de 20 partos al día, a hacer 15 de media. En enero del año pasado hicimos 601 partos y este hemos hecho 489. En febrero del año pasado fueron 526 y este, 469. En torno a un 20% menos en un año, porcentaje que puede servir de referencia a falta de estadística oficial”, dice Chitina. “Ha habido una bajada enorme”, añade.

Según la experimentada matrona, el descenso se veía venir cuando el virus irrumpió con fuerza el pasado marzo. “Cuando nos confinaron en marzo, la gente pensó que esto iba a dispararse, que como estábamos encerrados nada más que íbamos a hacer hijos. Yo decía que no. Cuando sube la natalidad es cuando la gente está feliz, por ejemplo, cuando ganamos el Mundial. Hubo un disparate de partos. Ahora no. Cuando tiene uno el cortisol por las nubes, se le reducen los instintos primarios. Pues eso, ahora han disminuido un montón los partos”, señala Chitina.

'Chitina' trabaja en la maternidad más que más partos atiende de España, en Murcia JS

En el mismo sentido se expresa Natalia Martín, jefa de Ginecología del Hospital Severo Ochoa de Leganés (Madrid): “Después del confinamiento se mantuvieron más o menos los partos, pero desde final de verano sí que hemos notado un descenso de los nacimientos en el hospital. Nosotros solemos tener una media de tres o cuatro partos al día y ahora tendremos un parto menos al día, de media. En el cómputo anual se nota un parto menos al día.”

El relato de Ainhoa Palacios, residente de matrona en La Paz de Madrid, no es demasiado diferente. “En noviembre y en diciembre empezó a haber una bajada de partos exagerada. Había días en que solo teníamos una mujer, en todo el día”, explica la matrona, que apunta que en septiembre y octubre la media de partos era la habitual. Recuérdese que el estado de alarma comenzó el 14 de marzo de 2020, días en los que empezó a tomarse conciencia de la gravedad y consecuencias de la Covid.

El paritorio de La Paz es la referencia de 250.000 personas de la capital, donde se producen, según Palacios, en condiciones normales, unos 300 partos al mes. “Igual en esos meses (noviembre y diciembre) teníamos 80 o 100. Era una auténtica locura”, asegura a EL ESPAÑOL.

Palacios también estuvo, por su condición de residente, en los centros de Prosperidad y Potosí de la capital. De este último apunta que sí se dieron más partos que en las otras dos maternidades, hecho que la matrona achaca a un mayor poder adquisitivo de quienes viven en la zona del hospital. “Con esta incertidumbre económica, la gente que va a tener hijos es quien se lo puede permitir”, dice.

País sin hijos

Tener un hijo en España no era una empresa fácil. Ahora, la pandemia ha añadido más miedo e incertidumbre a una situación inestable emocional y económicamente para muchas mujeres. Según un estudio de 2018 de la ONG Save the Children, el coste de tener un hijo en España era entonces de entre 500 y 600 euros al mes. Esto, en un país con un salario medio, en 2021, que se sitúa en unos 1.700 euros brutos mensuales y un paro que supera los 4 millones de personas. Por contra, las partidas económicas desde la Administración están lejos de incentivar los nacimientos.

En la actualidad, la ayuda por hijo a cargo es de apenas 341 euros anuales y solo para un límite de renta anual de 12.424€ brutos al año, hecho que provoca que siete de cada ocho familias no puedan cobrarla. De acuerdo con la encuesta de GAD3 para Family Watch, el 85% de los encuestados consideró que en la actualidad existen mayores dificultades para formar una familia.

Evolución del crecimiento vegetativo de la población desde 1992. INE

Lo que ocurre en España con las ayudas a la natalidad va en contra de la tendencia europea, donde el 85% sí cobra las ayudas por hijo. En los países del entorno, la prestación es universal o se da dentro de unos parámetros de renta más altos.

El asunto de la natalidad en España va más allá y toca causas estructurales que superan las raquíticas ayudas o la incertidumbre pandémica. Según datos de otro estudio de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) publicado a mediados de enero, España es uno de los países con la tasa de fecundidad más baja del mundo, del 1,23. Es la segunda más baja de Europa, solo por encima de Malta. Las causas no son otras que económicas: los jóvenes no se emancipan hasta pasados los 30, hecho que provoca que el 40% de las madres y el 68% de los padres primerizos tengan más de 35 años

Por otro lado, el mito de los hijos de la inmigración también se desmorona: el descenso de la llegada de extranjeros por la pandemia ha puesto en jaque una estadística que, en 2019, mostraba que uno de cuatro niños nacidos en España eran de padres foráneos. Además, desde 2004 han caído las adopciones internacionales un 83%. Por otro lado, el número de matrimonios ha disminuido en 2020 un 60,8% respecto a la primera mitad de 2019, según el INE.

Las autoras del estudio de Fedea advierten: “El escaso apoyo institucional a las responsabilidades de crianza y a la conciliación de la vida laboral, familiar y personal son también obstáculos importantes a la hora de materializar las aspiraciones reproductivas”.

“Mucha pena”

Las profesionales sanitarias consultadas por este periódico no son ajenas a las causas que han provocado que su actividad, al contrario que muchos de sus colegas, haya disminuido en este año.

“No es algo agradable y además en nuestra profesión”, dice Martín, del Severo Ochoa. “También hay que verlo en contexto. Esta situación económica está marcando mucho para las familias el planificar un embarazo. Y también la incertidumbre que crea una infección por Covid. Ahora es normal que una mujer demore un embarazo”, apunta la jefa de Ginecología.

La maternidad del hospital de La Paz en Madrid, una de las más importantes de Europa. Europa Press

Chitina, por su parte, no puede esconder las emociones que le provoca que haya habido menos nacimientos “Me da mucha pena. Los nacimientos son momentos muy bonitos en los que a las casas llega mucha alegría. Un bebé en una casa la hace mucho más placentera y más feliz. Mi hijo me pasa una foto de mis nietos y se me pone una cara de felicidad que parezco tonta, como cuando uno se enamora a los 15 años”, asegura. 

Algo parecido siente Palacios, de La Paz: "Es algo muy importante, sobre todo en la vida de las mujeres. Es un efecto de la situación socioeconómica, y las medidas que hay actualmente no fomentan nada la natalidad. Por eso también ha aumentado mucho la edad media de la maternidad. Ahora estamos en torno a los 34 años.

Sin un horizonte demasiado esperanzador, la ilusión por la maternidad solo puede comprenderse desde quien la tiene, muy a pesar de las circunstancias contrarias. Rocío, después de haber pasado por la muerte de su familiar y la parálisis de su sueño de ser madre junto a José Manuel, pasados los meses, está decidida a dar el paso: “Creo que lo peor ya ha quedado atrás y, aunque esto no haya terminado del todo, la vida sigue”, concluye.

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