David Santos era electricista y feligrés de la parroquia Virgen de la Paloma. Su amigo Rubén, sacerdote de esta iglesia, le pidió este miércoles al hombre que se pasara por el edificio de la calle Toledo 98 para buscar juntos el origen de un repentino olor extraño. El desenlace ha sido la noticia del día en Madrid: David es uno de los cuatro muertos confirmados en la explosión de este miércoles, según ha podido comprobar EL ESPAÑOL. Tenía 35 años.

La explosión del inmueble se ha producido este miércoles poco antes de las tres de la tarde. La causa más probable fue una fuga de gas bajo la acera. Hay al menos cuatro personas fallecidas: David Santos, el sacerdote Rubén Pérez Ayala y otros dos hombres cuya identidad no ha trascendido hasta el momento y que rondaban los 45 años de edad, según informan fuentes policiales a este periódico. Además, hay al menos 11 personas heridas.

El Ministerio del Interior indicó en un primer momento que entre los fallecidos había una mujer de 85 años, pero finalmente tanto la Policía Nacional, como la Delegación del Gobierno y el Ayuntamiento han especificado que los cuatro fallecidos eran varones.

Residencia de 'los Kikos' 

Entre los heridos más significativos hay un varón de 26 años en estado grave, con una fractura de tobillo y un golpe en la zona lumbar que ha sido trasladado al Hospital La Paz. Otro señor, de 53 años, ha sido derivado al Ramón y Cajal al sufrir un traumatismo craneoencefálico.

El el edificio estaba la residencia de los sacerdotes de la parroquia Virgen de la Paloma, pertenecientes al movimiento Camino Neocatecumenal, más conocidos como los Kikos por su fundador, Kiko Argüello.

El edificio afectado era la vivienda de varios sacerdotes y también había varios locales parroquiales y de Cáritas, según ha informado la Archidiócesis de Madrid. “El párroco, Gabriel Benedicto, y el sacerdote Alejandro Aravena se encuentran bien, mientras que un tercero, el joven Rubén Pérez Ayala, ha sido trasladado al hospital grave con quemaduras”, ha escrito la portavocía de la Iglesia en Madrid. Horas después, a la 1:30 de la madrugada, el presbítero Pérez Ayala perdía la vida como consecuencia de sus heridas.

Así han quedado las plantas superiores del edificio.

El fallecido David Santos Muñoz era padre de cuatro hijos y feligrés de la parroquia. Había ido a echar una mano apenas unos minutos antes a petición de su amigo, que había detectado un repentino olor “a gasoil” y le pidió ayuda para identificarlo. No les dio tiempo. Salió despedido en cuanto se produjo la explosión. Su cuerpo cayó al vacío y aterrizó junto a un coche. No le identificaron hasta horas después, cuando los bomberos le llamaron al teléfono móvil y sonó allí mismo, en su bolsillo. Era uno de los tres cadáveres cubiertos.

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, ha confirmado en declaración a los medios de comunicación la muerte de dos de esas cuatro personas. Varios de los presentes en el inmueble afectado y los edificios adyacentes han sido atendidos de gravedad en un primer momento en las carpas que se han instalado alrededor del edificio. Auténticos hospitales de campaña.

Una residencia ilesa

Las primeras informaciones de este suceso señalaban al edificio contiguo, la residencia de ancianos Los Nogales La Paloma, como el lugar de la desgracia. Sin embargo, todos los residentes están ilesos y han sido refugiados rápidamente en bares cercanos. El único herido reseñable ha sido el podólogo del centro, que ha recibido una pedrada en la cabeza y no se ha dado cuenta hasta que ha visto su sudadera llena de sangre. La herida es leve, su vida no corre ningún peligro.

Las trabajadores de la residencia Los Nogales, a las puertas del bar que las ha refugiado. Jaime Susanna

“Sonó como cuando le pusieron la bomba a Carrero Blanco”, ha declarado una de las enfermeras a este periódico, mientras salía del bar Los Tiernos, ubicado en el 73 de la calle Toledo. Las mujeres todavía tenían el susto en el cuerpo y se han refugiado allí. En el momento de la explosión, han salido de la residencia con lo puesto y no han podido volver a por sus cosas por cuestiones de seguridad. “¿Os bajo una chaqueta o una manta?”, se ofrecía una joven vecina de La Latina.

Mientras tanto, la céntrica calle de Madrid parecía una zona de guerra. Un despliegue de servicios de emergencia que ningún vecino recuerda. Varios drones del cuerpo de bomberos han sobrevolado el edificio y las ruinas durante horas, para evaluar el riesgo. 

Eli, una mujer de mediana edad, ha entrado en pánico al saber que aún hay riesgos de fuga y de derrumbe. Sus padres viven en el 90 de la calle Toledo, a pocos metros del edificio malogrado.

Durante toda la tarde, una potente llama ha emanado de una de las tuberías del edificio. Según ha explicado una fuente de Circa Gas, colaboradora de Naturgy, esto es para minimizar el riesgo y vaciar las tuberías de gas natural para evitar otra desgracia. Los operarios de la citada empresa y de Naturgy han comenzado sobre las 17 horas a taladrar la acera de la calle, cabe pensar que para descubrir las cañerías y vaciarlas.

Vista del fuego que aún queda después de la explosión del edificio de calle Toledo de Madrid

“El temporal [Filomena] ha causado muchas averías de agua, luz y calefacción”, ha explicado esta fuente. “Pero esto… no sé cómo ha podido pasar. Habrá que ver qué dice la investigación”.

Y un colegio ileso

Justo detrás del edificio de la tragedia, está el colegio La Salle La Paloma. En el momento de la explosión, las piedras han inundado el patio del centro. Afortunadamente, los chavales no podían salir al patio por el hielo que aún cubre el suelo tras el paso de Filomena. Esta fortuita casualidad ha evitado una tragedia aún mayor.

Los niños llevaban tres semanas sin clases presenciales, debido a las vacaciones de Navidad, al temporal y a la pandemia. Este miércoles volvieron a clase. Cuando parecía que la cosa volvía a parecerse a la normalidad, una explosión sucede a pocos metros del centro mientras los niños ocupaban las aulas.

El único daño que hay que lamentar es una brecha a un alumno al que le ha alcanzado una pequeña piedra, según ha relatado Visitación, la directora del centro. Los otros 214 alumnos del centro están perfectamente, pese al susto.

Padres, profesores y alumnos del colegio La Salle, desalojados tras la explosión de la calle Toledo. Jaime Susanna

También hay numerosos daños materiales en todos los edificios colindantes a la explosión. "Ha volado la puerta del patio", ha explicado una vecina desde su balcón. "Un portón de madera con bisagras y todo. Llega a pasar alguien y lo mata".

El edificio está en el número 3 de la calle Capitán Salazar Martínez, a más de 80 metros del lugar del suceso que le ha costado la vida a David Santos y a otras tres personas.

Los Kikos lloran ahora la pérdida de uno de los suyos. Un padre de familia joven, colchonero y educado en los Salesianos de Carabanchel. La explosión deja una viuda y cuatro niños huérfanos.

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