“¿Qué es esto? ¿Un desahucio?”, se preguntan dos chicas jóvenes al ver el despliegue policial. Nada más lejos de la realidad, aunque eso sea más habitual en Vallecas que una visita real. La reina Letizia ha asistido este miércoles a una reunión de trabajo con la Confederación Salud Mental España, cuya sede está situada en el madrileño barrio de Entrevías, distrito de Vallecas. Esta es una de las zonas confinadas desde el pasado día 21 debido a su elevado índice de contagios por Covid-19 entre los vecinos. En este barrio obrero hay 1448 casos de coronavirus por cada 100.000 habitantes, según las cifras oficiales a 29 de septiembre.

Pocos minutos antes de las 11 de la mañana, puntual como el cuarzo suizo, la reina ha llegado a la cita y ha sido recibida por el presidente de la Confederación Salud Mental, Nel González Zapico. Unos segundos para la foto, un escueto saludo y se ha perdido en las entrañas de la sede de esta entidad, que integra a más de 300 asociaciones dedicadas a impulsar medidas que mejoren la calidad de vida de las personas que sufren trastorno mental. Justo a un lado de la sede, se levanta una casa de apuestas Codere. Macabra ironía.

Algunos vecinos ya se concentraban en la calle con la curiosidad y la expectativa de ver a Letizia en su barrio, algo que no ocurre todos los días. "Me parece muy bien que venga. Yo la admiro mucho. Sabe lo que es ser una de abajo", comenta Isabel apostada en la esquina frente a la puerta por la que acaba de entrar la reina. "Sí, a mí me gustan los dos”, coincide Carmen. “Lo que haya hecho el padre, pues bueno...". Marisa también asiente.

Marisa, Carmen e Isabel, frente a la puerta de la Confederación Salud Mental España. J.S.

Una de abajo. Tres simples palabras que encierran mucho. No hay que olvidar que la reina creció en el distrito de Vicálvaro, estudió en el instituto público Ramiro de Maeztu y se apellida Ortiz Rocasolano, dos apellidos que no abarcan ningún título nobiliario. Por eso antes de su reinado se la llamaba "la princesa del pueblo" —con permiso de Belén Esteban— y despierta simpatías en este barrio confinado tan alejado del palacio de la Zarzuela. 

Marisa, Carmen e Isabel no pueden salir de su zona —limitada por la avenida de Entrevías, la M-40, la avenida de Santa Catalina y la avenida de la Paz— si no es con un justificante. Isabel lo tiene porque lleva a sus hijos a un colegio que rebasa esas fronteras. “Bueno, yo he ido a la peluquería, que está al otro lado [de la avenida de Entrevías]”, confiesa Marisa, que luce una impoluta permanente con reflejos rojizos.

Las tres mujeres se confiesan monárquicas y también muestran sus dudas frente al confinamiento por barrios impuesto por la presidenta de la comunidad, Isabel Díaz Ayuso, y que ha sido muy cuestionado por los vecinos afectados. Sin ir más lejos, este fin de semana llovieron porrazos en Vallecas, en las manifestaciones para protestar por este encierro selectivo. Una decisión que, además, fue tomada a escasos metros del lugar que hoy visita la reina. La Asamblea de Madrid está en Entrevías. 

Tertulia de balcón

El objetivo de esta reunión es informar a la reina de las principales preocupaciones y de las medidas adoptadas por la Confederación Salud Mental en los últimos meses ante el impacto causado por la pandemia en las personas que padecen alguna enfermedad mental. 

Al mismo tiempo, las tertulias se han formado en la calle, como en tiempos anteriores a las redes sociales. Al fin y al cabo, está prohibido salir del barrio sin causa justificada, pero nada impide a los vecinos de Entrevías pasear por sus calles. Ana, María y Esperanza —esta última, desde su balcón— charlan sobre esto, aquello y lo de más allá. No es la primera vez que ven a la reina aquí, ya vino el año pasado.

“Ahí le dieron mucha más publicidad”, recuerda Esperanza que también lo vivió entonces desde su balcón. “Estaba la calle a reventar. Yo creo que esta vez no lo han hecho para que no vengan a abuchearla”, reflexiona. “¡Uy, como se enteren los perroflas!”, exclama Ana. Sin embargo, en esta jornada no ha habido voces de protesta. Ni abucheos, ni banderas tricolor, ni Bukaneros enfurecidos… Vallekas —con k— no se ha pronunciado hoy.

Esperanza en su balcón. J.S.

“Es un acto de valor que venga hoy”, considera Antonio, más conocido como Toñín. Es el dueño del bar justo colindante con la Confederación. Aquí indudablemente, se anima al Real Madrid. “Esta es una de las zonas con mayor incidencia. Estamos en el corazón de Vallecas. Estamos siendo la zona más castigada. Que venga su Majestad con la que está cayendo me parece un acto de valentía”, reflexiona con la mítica imagen de Raúl González mandando callar al Camp Nou como telón de fondo.

Toñín conoció de cerca a la reina cuando ella ejercía el periodismo. "Me entrevistó cuando trabajaba en CNN+". ¿La razón? Su peña del Real Madrid. Aunque, paradójicamente, Toñín jugó en su juventud en el Rayo Vallecano, el otro equipo que ocupa un lugar en su corazón.

El hostelero muestra con cierto orgullo una foto dándole la mano —y bajando la cabeza, como manda el protocolo— a la reina, en una visita de años anteriores. "El Jaime Peñafiel me criticó por esta foto. El muy...", y suelta unos cuantos exabruptos contra el ex redactor jefe de ¡Hola!

Toñín, dueño del bar con el mismo nombre. J.S.

La visita de hoy le ha pillado por sorpresa. "Yo no me lo esperaba. Me gustaría hablar con ella para explicarle cómo está el barrio". En resumen, está mal. "Llevamos unas semanas con unos ingresos paupérrimos. Por ejemplo, hoy juega el Madrid a las 9:30 y a las 10 tenemos que cerrar", lamenta. 

“¡Letizia, guapa!”

“Me parece bien que venga y que conozca un barrio obrero. Aunque lo que me gustaría es que se diera una vuelta por el barrio”, comenta Candy a las puertas del bar y con un característico acento ecuatoriano. Está haciendo guardia, como cada vez más vecinos, para ver salir a la reina, que ya debe estar acabando su reunión. ¿Y sobre el confinamiento selectivo? Le parece mal. “Creo que deberían confinar Madrid. Yo trabajo en Alcorcón y si voy en la Renfe puedo contagiar a mucha gente y también de fuera del barrio”, considera.

Vecinos esperan para ver a la Reina Letizia. J.S.

A las 12:10, como estaba previsto, Letizia sale de su reunión y se da un pequeño baño de masas, de unas 50 personas que se han congregado a las puertas del recinto. “¡Letizia, guapa!”, gritan algunas vecinas mientras se levanta un aplauso. Su majestad saluda con la mano durante escasos segundos. Después, se monta en su coche oficial y parte.

La pequeña masa congregada se disuelve según el vehículo dobla la esquina. “La verdad es que es una monada de muchacha”, afirma una vecina. “¡Qué ilusión me ha hecho!”, exclama Isabel. “Es que la admiro mogollón, macho”. Sus ojos revelan una amplia sonrisa bajo la mascarilla. 

Noticias relacionadas