Una guerra silenciosa se libra en salones enmoquetados y a través de medidos gestos diplomáticos a ambos lados del Estrecho de Gibraltar, la franja marítima que separa los continentes de Europa y África. Fuentes de la Inteligencia española y autoridades locales de Ceuta y Melilla consultadas por EL ESPAÑOL advierten que Marruecos está aprovechando lo que a su juicio es una supuesta “debilidad” del Gobierno de Pedro Sánchez para continuar con su histórico anhelo de anexionarse “a largo plazo” ambas ciudades autónomas.

En un documento confidencial al que ha tenido acceso este periódico se detalla que Marruecos, dentro de su estrategia de política exterior, lleva “aproximadamente dos años” intentando asfixiar las economías de Ceuta y Melilla, unos hechos que este medio ya ha puesto de relieve en los últimos meses. Ahora quedan negro sobre blanco.

Esta maniobra se habría acentuado desde marzo de 2020, cuando la pandemia se convirtió en una “excusa más, la perfecta” -señalan las fuentes- para cerrar ambas fronteras. El objetivo último sería el de hacerse con ambos territorios. “Marruecos sigue con su campaña de aumentar la presión diplomática sobre las ciudades de Ceuta y Melilla, sin dudar en plantear amenazas y futuros litigios”, señala el documento.

“Es muy probable que por parte de Marruecos exista una directiva o plan estratégico sobre estas ciudades” para su anexión “a largo plazo, que suelen implementar con más o menos intensidad en función de la situación política propia o de España, como parecen demostrar las medidas unilaterales que están tomando últimamente (cierre de fronteras, comercio atípico…)”.

Rabat lleva más de 60 años demostrando su interés en hacerse con los dos únicos territorios que España tiene en el continente africano. El país de la dinastía alauí considera que Ceuta y Melilla le pertenecen, aunque nunca estuvieron bajo su bandera.

En función de su estrategia internacional, el Gobierno marroquí, regido por una monarquía omnipotente con ciertos rasgos de aperturismo político, económico y social, ha ido modulando su política con respecto a las dos ciudades autónomas.

"Marruecos, haciendo camino"

En el horizonte Marruecos siempre barajó que cuando los musulmanes fueran la población mayoritaria en Ceuta y Melilla se produciría una aproximación progresiva hacia él. Un proceso que acabaría desembocando en una inevitable anexión de ambos territorios sin necesidad del uso de la fuerza.

Pero en Ceuta ya hay un 43% de ciudadanos que profesan el Islam, según el Estudio Demográfico de la Población Musulmana publicado a finales de 2019 por la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE). Y en Melilla ese porcentaje es aún mayor. Se alcanza el 51,4%.

“Marruecos está viendo que esa vía no da sus frutos. Por eso ahora está probando con la de asfixiar económicamente a ambas ciudades. Está tensando la cuerda hasta ver dónde es capaz de aguantar el Gobierno español”, dice un dirigente político ceutí. "Saben que el bipartito PSOE-Podemos tiene otros frentes con mayor prioridad en la agenda. Mientras, Marruecos va haciendo camino".

Otra fuente en Melilla -con responsabilidad institucional en la ciudad pero sin vínculo alguno con la política- sostiene una idea casi idéntica: “Piensan que el Gobierno actual es muy débil y que pueden aprovecharse de esto. Marruecos interpreta muy favorable para sus intereses ver que España se muestra débil ante sus continuas acciones en contra de ambas ciudades”.

Según el citado informe, que incluye la información facilitada por una fuente protegida marroquí, las fronteras con Marruecos a través de las dos ciudades españolas se deberían haber reabierto el pasado 15 de septiembre. Sin embargo, Marruecos no lo hará al menos “hasta enero de 2021”, como ya adelantó este periódico.

Paso fronterizo de El Tarajal, en Ceuta. EFE

El Majzen (Estado marroquí) tiene la intención de mantener una reunión con las autoridades españolas para pedir varias cosas. Si España no cede a sus pretensiones, la frontera terrestre [con Marruecos] seguirá cerrada”, señala el informe. Al menos hasta principios del año que viene, aunque no se descarta que el cierre fronterizo se alargue aún más.

Sin pisar Ceuta ni Melilla

A las seis de la mañana del 13 de marzo de 2020 -hora local marroquí- se echaron las verjas en los pasos fronterizos de Ceuta y Melilla. Desde entonces, Marruecos no los ha vuelto a reabrir y miles de personas sufren atrapadas a un lado y al otro de las vallas.

En Ceuta y Melilla la economía se resiente, el paro crece, la mano de obra escasea, se necesitan áridos para la construcción y los empresarios se quejan. En Marruecos miles de porteadoras buscan recolocación y los trabajadores transfronterizos se han quedado sin empleo y sin ayudas a pesar de tener contratos en vigor con empresas españolas.

El cierre de fronteras está provocando, según señala el citado documento confidencial, “un incremento en el precio y en la demanda de productos, encareciendo su abastecimiento, con el consiguiente aumento en el pago de aranceles y dificultades para trámites aduaneros”.

En el informe también se señala que las autoridades locales quisieron “educar a los inmigrantes marroquíes que viven en Europa” para que realizaran la pasada Operación Paso del Estrecho (OPE) -el retorno de los emigrados a su país de origen cada verano- “desde la Península directamente a Marruecos, sin pasar por Ceuta ni Melilla".

“En teoría han experimentado este año con la OPE. Pero como puedan volver a hacerla sin pasar por ambas ciudades, lo harán”, afirma la fuente melillense consultada. “Depende ya de la logística, porque son muchos cientos de miles de marroquíes en el extranjero. Pero irán desde Málaga o Almería a sus puertos. Intentarán eso. Es lo probable”.

Cuando Marruecos negocie con España, y si decide reabrir los pasos con las ciudades autónomas, sólo operarán las entradas por el Tarajal en Ceuta y por Beni Ensar en Melilla. Todavía se desconoce si se hará tanto para el tráfico rodado como para los viandantes.

El resto de pasos fronterizos permanecerán cerrados en el futuro. Entre ellos los de Tarajal II (Ceuta) y Barrio Chino (Melilla), por donde miles de personas pasaban de lunes a jueves con bultos hasta de 100 kilos sobre sus espaldas por un puñado de euros al día.

Rabat utiliza esta ocasión a la aduana comercial para poner fin al porteo de mercancías, el denominado ‘comercio atípico’ que encarna la figura del empleado transfronterizo con pasaporte marroquí que cruzaba cada día a pie a trabajar y que no se beneficiaba de los derechos laborales de España.

Porteadores marroquíes. Sonia Moreno

El país vecino del sur también regulará la entrada de turistas, intentará acabar con el paso de migrantes por las vallas y evitará que Ceuta y Melilla se conviertan en territorios de asilo de ciudadanos marroquíes. De forma paralela ya capta empresarios para el norte del país y sigue importando y exportando mercancías por los puertos de Tánger y Beni Ensar.

¿Estrategias híbridas?

El 3 de marzo de 2020, diez días antes del cierre de fronteras marroquí, Javier Jordán, profesor titular de Ciencia Política de la Universidad de Granada, publicaba en la revista científica Global Strategy un análisis sobre el rumbo tomado por Marruecos con respecto a ambas ciudades autónomas. El artículo se titula Ceuta y Melilla: ¿emplea Marruecos estrategias híbridas contra España?

Según explica su autor, la política exterior marroquí con respecto a las dos urbes se mueve desde hace años en un espacio de zonas grises, esa difusa frontera en la que es difícil distinguir una agresión hostil entre países de la competencia legítima.

“Existe un conflicto latente. Marruecos reclama abiertamente la posesión de ambas ciudades, convirtiéndose así en el único Estado que desafía la integridad del territorio español. Aunque en 1975 fracasaron al tratar de incluir ambas ciudades en el listado de Naciones Unidas de Territorios No Autónomos (pendientes de descolonización), las autoridades marroquíes han seguido manteniendo una actitud revisionista sobre la delimitación de sus fronteras fundacionales. Esta postura también repercute en la delimitación de los espacios marítimos en la zona del Estrecho de Gibraltar, pues Marruecos no reconoce las aguas territoriales de Ceuta ni, más al este, las de Melilla y los peñones de soberanía española”.

Jordán también subraya que “en los últimos años el gobierno marroquí ha protagonizado distintas actuaciones susceptibles de ser interpretadas desde la óptica de lo híbrido”.

El autor del análisis pone varios ejemplos, como la llamada a consultas que Marruecos hizo en 2007 a su embajador en Madrid como expresión de “rechazo” a la visita de los reyes de España a Ceuta y Melilla; la detección a partir de 2010 de pasaportes marroquíes de personas nacidas en Ceuta o Melilla que atribuían a Marruecos la posesión de ambas ciudades, o el cierre unilateral en 2018 de la frontera comercial entre Melilla y Marruecos, una decisión que tiene como finalidad favorecer al puerto de Nador pero que se aplicó sin consultar ni informar previamente al Gobierno español.