Son las 8 de la mañana del miércoles 5 de agosto en Móstoles. El coronavirus ha hecho acto de presencia de nuevo en esta localidad con fuerza este verano. Los casos se han quintuplicado en los últimos 15 días. La zona sanitaria de Felipe II alberga en la fecha la mayor tasa de incidencia acumulada de Covid-19 en los últimos 14 días. El consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Enrique Ruiz Escudero, salió el pasado martes a tranquilizar a la población: no hay ningún dato concreto que haga que se vayan a tomar decisiones en la zona. Mientras, entre los vecinos impera la normalidad de la nueva normalidad.

El 4 de agosto son 24 casos activos los que tiene confirmados el área sanitaria de Felipe II, compuesta por 20.569 personas. Han sido 54 los casos confirmados en los últimos 14 días. En total, 289 personas han contraído la enfermedad en el lugar. Los números por tasa de incidencia acumulada cada 100.000 habitantes asustan aún más: en este tiempo la cifra es de 1.405,03 casos; la incidencia acumulada en los últimos 14 días recoge una ratio de 262,53 positivos; y la acumulada de casos activos en las dos últimas semanas cuentan 136,13.

A pesar de todo, los vecinos no conocen estos datos. Al menos, eso dicen. Están preocupados por la situación, pero no parecen en alerta. “Ah, ¿sí?”; “¿Aquí? ¿Seguro? No creo, ¿no?”; “No sé nada, no me he enterado de nada”; “Por aquí está todo ‘normal’, se escuchan los rebrotes y eso, pero poco más”; “¿Cómo? Nada, nada. Cuéntame, ¿y eso?”; “Había escuchado lo de la fiesta, pero no sabía que teníamos esos datos, creía que estábamos como los demás”. Son algunas de las respuestas que dan los vecinos cuando se les pregunta al respecto.

La semana pasada la Comunidad de Madrid realizó un informe: en Móstoles se habían quintuplicado los casos. El primer brote conocido se dio en un local de ocio nocturno. Ocurrió el 13 de julio, en una fiesta con jóvenes de entre 20 y 26 años. Apenas seis días después, los positivos alcanzaban los 17. Los 90 se rondaban hace una semana.

Algunas fuentes apuntan que también se está dando el contagio entre familiares. La protección de los datos, dicen a EL ESPAÑOL, hace imposible confirmar por qué se han dado tantos casos en este lugar, concretamente en las áreas de Felipe II, la de mayor incidencia, y la de Alcalde Bartolomé González, que le sigue de cerca. Entre las dos sumaban ayer 55 casos activos.

Aunque desde la Consejería de Sanidad se haya hecho un llamado a la calma, en el Hospital Universitario de Móstoles están preparados por lo que pueda ocurrir, se han organizado y hasta el próximo lunes se han cancelado todas las cirugías. “Tuvimos en algún momento un crecimiento asistencial un poco más alto dentro del Hospital, que tiene a día de hoy -por el martes- 22 ingresos, pero se siguen analizando datos”, dijo Ruiz Escudero.

Pasear por Móstoles es como hacerlo por cualquier otro lugar. Existe la preocupación, pero no la alarma. Salir por la boca de metro de Pradillo y encarrilar las distintas calles que se encuentran en la zona más azotada por el coronavirus en estos momentos no dista de hacerlo por cualquier otro lugar. EL ESPAÑOL ha estado allí para ver cómo es el día a día en el nuevo epicentro de la pandemia en la Comunidad de Madrid.

1.- En la cola de Correos... con distancia de seguridad

Imagen de la cola en la Oficina de Correos al mediodía. D. D.

El barrio aún no se había despertado, pero los más madrugadores se acumulaban en la oficina de Correos. ¿Esta es la cola? Si son las 8 y media... “Muy madrugadores…”. Allí se respeta la distancia de seguridad. El metro y medio o los dos metros sólo se atreven a sortearlo, aunque horas más tarde, algún pequeño que hace una amiga mayor que él.

No decae ni con el sol en todo lo alto el ritmo en la oficina. Conforme avanza la mañana, la cola se desvía hacia el otro lado. Cada vez parece que hay más gente. No era día para mandar un paquete, aunque sí para enterarse de que la zona es la más afectada por el coronavirus. Una mañana productiva en la que lo peor era portar la mascarilla.

2- La piscina: "El cloro lo mata"

Imagen de la entrada al polideportivo situada al lado de la piscina Villafontana.

Un grupo de jóvenes espera a que abran la piscina municipal. Los primeros en acceder lo hacen para un curso. Nadan en distintos estilos, en filas. Dentro del vaso no hace falta la mascarilla. El cloro, dicen, acaba con el virus. Este miércoles es el día de reapertura de la piscina de Villafontana y por allí no se espera que haya mucha gente.

Para acceder, los empadronados en el lugar pueden retirar las entradas por 3.50 euros de 9 a 11. Si hay más sitio, los foráneos pueden retirar su pase de acceso por 5 euros. Para todo el día: de apertura a cierre (de 11 a 21 horas).

Lo de la reapertura, por cierto, no tiene nada que ver con el coronavirus. Se estropeó hace unos días la depuradora. Eso y los casos nuevos parece que evitarán que haya aglomeraciones. “No creo que venga mucha gente hoy”, nos dicen, “acabamos de abrir y con el coronavirus…”. En el césped de la piscina están dibujadas las parcelas, para promover la separación. A los gustosos del balompié les recordarían a pequeñas áreas técnicas. Un chapuzón es un alivio. El sol aprieta al mediodía en Móstoles y parece que sí se ha sumado bastante gente, aunque no para llenar aquello.

3- El centro de salud, 'vacío'

Imagen de la entrada del centro de salud Felipe II, en Móstoles

La zona de Felipe II está siendo golpeada en estos momentos por el coronavirus. En el centro de salud Felipe II, las medidas son como en cualquier otro centro médico. No obstante, aquí no parece que se atrevan a entrar muchos. El goteo en esta mañana es lo único reseñable. No había colas a primera hora.

Sobre el suelo, antes de alcanzarse la puerta de acceso, unas pintadas fosforitas marcan la distancia de seguridad: sólo sirven para delimitar el aparcamiento de una moto, porque no hay nadie.

Varios carteles asoman a la puerta. En ellos se explican el proceso que se debe seguir para el acceso. Ojo: la mascarilla. Si usted no porta una se la darán allí. No obstante, no olvide que es obligatorio llevarla, no vaya a ser que le multen yendo al ambulatorio.

4- En el parque con abuelos y nietos

Dos mujeres hablan amistosamente en el Parque Canarias.

Precisamente sobre mascarillas hablan temprano dos señoras. Están en el parque Canarias. El coronavirus está presente, aunque ninguna de las dos menciona los nuevos rebrotes. “¿Cómo llevas lo de la mascarilla?”, pregunta una. “Yo con las de la farmacia no puedo. Él tiene problemas respiratorios y no aguanta ninguna. Yo con las de tela…”, responde mientras el perro pasea por la zona de verde. Las mascarillas son un habitual entre los mayores en el lugar.

Mientras tanto, unos abuelos columpian a su nieto. Disfrutan de la jornada matutina. No son los únicos, en aquella zona se ven muchos niños durante la mañana, algunos acompañados por sus abuelos. Ellos juguetean en el bar o en cualquier sitio. Las conversaciones de los adultos no parecen inquietarles.

Sólo cuando llega el mediodía se pueden ver algunas personas sin mascarillas en la zona de Felipe II. Son las que realizan esfuerzos al aire libre: jardineras y obreros no utilizan la protección ante una temperatura que abrasa. Uno de ellos porta la camiseta a modo de refresco, mojada para poder ponérsela en la cabeza de vez en cuando.

5- Asamblea de la Cruz Roja: "Todo sigue igual"

Una mujer realiza una poda en una zona cercana a la Asamblea de la Cruz Roja.

Aquí se cumplen todos los protocolos de seguridad. Tampoco saben nada de rebrotes ni nuevos casos. Cruz Roja ayuda a quien se lo pide en este lugar. Amablemente responden que no saben que la situación haya empeorado.

En este lugar, todo continúa igual que antes. Sólo se ha implementado la nueva normalidad. La trabajadora social expone: “Aquí sigue todo igual. Trabajamos de la misma forma. No sabía nada”.

Noticias relacionadas