Hay conductores de todo tipo. Los hay tan precavidos que cuando tienen el depósito de su coche medio lleno ya sienten la imperiosa necesidad de ir a la gasolinera. Pero, hay otros, que les gusta más el riesgo y fuerzan la autonomía de su vehículo hasta el último litro de gasolina -o diésel-. Si por un casual, algún día estos últimos se arriesgan más de la cuenta y su coche se queda sin gasolina, la DGT está autorizada a poner varios tipos de multas: la más alta llega a los 3.000 euros. 

Cabe destacar que el mero hecho de quedarse sin combustible no está sancionado por la ley. Sin embargo, esta acción provoca una serie de circunstancias que son sancionables. Por ejemplo, si un conductor se queda sin gasolina en mitad de la carretera está obligado a acercarse con rapidez a un punto donde pueda estacionar su vehículo.

Y este hecho puede acarrear dos multas: si la maniobra que realiza el usuario es violenta y arriesga al resto de los conductores de la carretera la multa asciende a los 200 euros, que se podrían cumplimentar con otros 200 euros de sanción si se estaciona el coche en un lugar indebido.

Un coche repostando en una gasolinera.

Con el coche parado es donde puede llegar la madre de todas las multas posibles por quedarse sin gasolina. Es probable que el seguro del coche no cubra una asistencia en carretera por quedarse sin gasolina. Por lo que el conductor se verá obligado a acudir a una gasolinera a comprar combustible. Pero si éste no va envasado correctamente, los agentes de tráfico pueden sancionar al usuario con la friolera de 3.000 euros. Así que hay que asegurarse de que el envase esté homologado.

Otros peligros

Los peligros de quedarse sin gasolina o diésel no sólo son económicos. El bolsillo podría resentirse con las multa, pero también el coche en sí. En los coches diésel, al quedarse sin combustible, entra aire en el circuito del motor, lo que provoca que el sistema de inyección no sea capaz de restaurar la presión normal para que el vehículo pueda arrancar.  Será cuando ya no haya más elección que llamar a una grúa.

Los coche de gasolina, sin embargo, reaccionan algo mejor a esta circunstancia anómala. Después de quedarse sin gasolina, si uno reposta normalmente, al vehículo le costará arrancar pero lo conseguirá tras varios intentos. Eso sí, en ambos casos el motor y su circuito se verán resentidos. Así que por la economía y por el coche, es recomendable no gastar los 45 kilómetros -de media- que tienen los coches de reserva en el depósito. Los coches más modernos tienen más.

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