¿No tienes propósitos para este 2020? La pregunta me pilla con el pie cambiado frente a unos boquerones en vinagre. “Ah, yo si”, me contesta mi amiga, la seguidora número uno de los diarios de Andrés Trapiello (66), alfiler en mano, mientras pelea con un bígaro que se resiste a ser engullido en la Marisquería El Cantábrico (Padilla, 39) para mí la mejor cervecería de Madrid. “Quizá lo de los propósitos sea más femenino... ya sabes, adelgazar, más tiempo libre, leer más...”, me dice. Me termino el vermut y me quedo rumiando.

El hogar estudio de David y Melina es Oficio Studio.

Ese mismo día recargo mi Montblanc Marc Newson (56), la pluma del click, y me dispongo a apuntar en la libreta, curtida a mano por David Iglesias en su OficioStudio @oficiostudio, que gentilmente Laura del Pozo del equipo de relaciones públicas del Hotel Villamagna me ha regalado estas fiestas. Formato A5 ideal para los cuadernos de recambio de Muji.

Empujado por el último post del blog de Gustavo Entrala Inspirinas que recomienda la creación de un calendario anual de objetivos profesionales pero también personales, me pongo a escribir. Algunas de las preguntas que plantea Entrala suenan como bofetones para el vanidoso “hommo atareadus” (el hombre que siempre pisa con prisa para triunfar). ¿Qué conversaciones claves siguen pendientes? ¿Qué salidas voy a hacer con la familia para descomprimir? Sé perfectamente el presupuesto que tiene que hacer mi editorial, pero... ¿cuáles son mis objetivos personales? Él lo llama “Soñificar... verbo que se me ocurrió hace unos años”. ¿Se pueden registrar las ocurrencias? Desde luego, pero ¿se pueden reciclar los nuevos vocablos? Eso sí que habrá que mirarlo.

Este año voy a desterrar el teléfono del dormitorio. No quiero que seamos tres, o cuatro; o dos y dos teléfonos. Los despertadores existen por algo. Si te acuestas con el teléfono te acuestas con internet. Si te acuestas con internet parece que le estás pidiendo permiso a Google para desconectar.

Te recomiendo el despertador de viaje clásico de Braun cuadrado diseñado por Dieter Rams (23 euros)

Cerca de la cama sólo libros y agua fresca. Mi libro de cabecera estos días: José Antonio Marina (80), Historia Visual de la Inteligencia, ilustrado por Marcus Carus para Conecta Editorial (268 páginas). El agua es del grifo.

Aún actual el despertador que Dieter Rams diseñó para Braun.

No voy a tirar más comida. No es lógico. No es sostenible. No es decente. He montado un pequeño huerto en la terraza que por ahora, de manera simbólica, nos suministra de lechugas, acelgas y apio. Para no tirar comida, no generar más restos, hay que comprar en pequeñas cantidades e usar la imaginación para comprar. Haz esta prueba: cada vez que tires comida, multa. Es un pequeño juego, pero funciona. Atentos también al cubo marrón. Es el cubo de moda.

Este año voy a medicarme menos. El cuerpo necesita tiempo para defenderse de las infecciones, de las dolencias. El “alivio rápido”, la ingesta atropellada de medicamentos, no deja al organismo defenderse por si solo. Por supuesto sin renunciar a la medicina ni al sentido común. Ibuprofeno ha sido la palabra favorita de la década pasada. De los 20 a los 30 propongo yoga, miel y limón, ayuno y ejercicio.

Un libro que entra por otro que sale. No importa que tengas o no sitio. Es una buena manera de tener la biblioteca viva. Una biblioteca muerta es un parque de atracciones para el polvo.

Sacar un libro cuando llega uno nuevo te ayuda a preguntarte: ¿Merece la pena invitar este libro a venir a casa? ¿Realmente quería este libro que llevo guardando/transportando divorcios y mudanzas?

Pensármelo tres veces antes de comprar algo. He puesto en práctica la técnica estas Navidades y te aseguro que funciona. Normalmente la segunda vez que te preguntas lo que has deseado suele perder brillo. Si aguanta la tercera pregunta, entonces adelante. La compra por impulso pierde impulso en el 2020. La venta por impulso es también muy satisfactoria. Wallapop es la red social de moda. Si quieres likes que te den likes como vendedor. Adelgazar mejora tu agilidad, la mental y la física.

Volver a la mar. A la de Alberti, a la de Conrad, a la de Pérez-Reverte. A la de nadie y de todos. Al Mare Nostrum al que la mafia siciliana tiraba los cuerpos de los asesinados disueltos en ácido, a la de las playas de Formentera instagrameadas hasta que la Naturaleza se convierte en una “marca” más a defender.

Volver a navegar, a favor y contra el viento, solo, contigo, con los libros y con un buen vino. Te propongo, fresquito, el Blanco de Albillo de Valduero 2018, criado sobre lías. Solo 23.200 botellas.

Escuchar la radio en una radio. Estoy enganchado a los podcast, (Carne Cruda me gusta a ratos, La Cafetera me gusta casi siempre...) y pienso recuperar la consulta del DrJazz (los podcast que puedes encontrar en la red siguen vigentes) así como el laboratorio de comunicación Spainmedia Lab (por sus micrófonos Juan Caño, flamAnte presidente de la APM, me contó algunas de sus batallas periodísticas más divertidas hace poco). Pero el propósito es establecer una relación de empatía con mi radio y no con la radio a través del teléfono. Tengo una radio de edición limitada de Charles y Ray Eames que hace un año fabricó Vitra pero es de salón. Buscaré algo más manejable, duro... irrompible, que me acompañe a la ducha incluso. Es en la ducha donde los propósitos se me ocurren más frescos.