Dicen que José Antonio, que es Jose para los amigos, le pega con la izquierda igual que hacía su padre. Dicen que Jose, que es hijo de una leyenda, tiene el mismo toque de derecha que su padre. Que de José Antonio Reyes heredó lo de ser ambidiestro, las hechuras, la forma de correr y hasta la de colocar el pie de apoyo cuando chuta. Dicen que el niño, de 12 años, es una fotocopia del padre... salvo en la mirada. Los ojos azules son de su madre, Ana, de la que heredó la inteligencia y la sensatez. La persona clave en el desarrollo de este proyecto de crack que se ha visto, sin quererlo, desbordado por las circunstancias en 2019.

Se llama José Antonio Reyes López, tiene solo doce años, pero sobre sus hombros soporta ya la carga de un apellido legendario en el fútbol español. Es el hijo del malogrado José Antonio Reyes Calderón, exjugador de Sevilla, Real Madrid, Arsenal o Atlético de Madrid, fallecido en un accidente de tráfico el pasado 1 de junio. También soporta desde hace poco (y sin pretenderlo) los focos y las cámaras. Su primera exposición mediática tuvo lugar en juio, tras la muerte de su padre, cuando los medios le buscaban en el funeral. Después por su fichaje por el Real Madrid, en el que medió directamente Florentino Pérez. La tercera y última fue en navidades: lo nombraron mejor jugador del torneo infantil LaLiga Promises, que los clubes españoles disputaron en Abu Dhabi. El conjunto madridista se proclamó campeón gracias, en gran medida, a Jose. Él los metió en la final y él remontó el resultado adverso, metiendo 4 de los 5 goles que hizo su equipo para hacerse con el título.

“Si se parece al padre, más se parece a su abuelo Curro, que también fue un gran jugador”, cuentan por Utrera. “Lo que pasa es que el abuelo Curro no tuvo la cabeza buena para ser un futbolista de élite. Jugó en Tercera División, y si no le hubiera gustado tanto comer, lo mismo hubiera jugado en Segunda… o en Primera”; le confiesa a EL ESPAÑOL un utrerano que los ha visto jugar a los tres: primero al abuelo Curro, el que lo empezó todo; luego a su vástago, la estrella del fútbol mundial. Por último, al pequeño Jose. “A los dos se parece el chiquillo, pero este niño tiene la cabeza más buena que todos los demás”.

La cabeza de su madre

Eso destaca todo el que ha tratado en corto al chico: su madurez para tener 12 años (nació en octubre de 2007). A saber: su trayectoria académica (está arrancando la ESO) es impecable. Compagina el cole con el fútbol al más alto nivel para su edad. Porque el chico ya ha pasado por las filas del Atlético de Madrid, del Leganés y ahora del Real Madrid, todo categorías inferiores de clubes de primera división. Tras su llegada al equipo blanco se le ha visto comprometido con acciones solidarias, participando en actividades de ayuda a Chad, organizadas por la Fundación Ramon Grosso. Lleva sus redes sociales, donde postea textos impropios de alguien de su edad. Y, sobre todo, ha demostrado un alto grado de resiliencia, gestionando bien el trauma de perder a su padre en trágicas circunstancias a una edad complicada y con el añadido de la exposición mediática.

También destaca todo el mundo que la principal artífice de que la cabeza del chico esté así de bien amueblada es su madre, Ana López Canddy. La figura clave en la vida del Jose. Una mujer atípica que pasó de ser una conocida WAG (acronimo inglés que designa a las mujeres de los futbolistas profesionales) a dejar su carrera de modelo y convertirse en piloto de aviones.

Ana y Jose, cuando el niño jugaba en el Atlético de Madrid

Ana fue la primera esposa del malogrado futbolista Reyes. Una “madrileña de corazón gallego”, como ella misma se define. Se conocieron en Londres, cuando ella trabajaba de modelo y el astro jugaba en el Arsenal. Su relación se coló en las portadas de la prensa rosa en 2007 por una presunta infidelidad del jugador cuando a Ana le faltaban dos meses para dar a luz. Pasada la tormenta (y el nacimiento de Jose), se reconciliaron y bautizaron al pequeño en Utrera. Fue Ana la que perdonó y calmó las aguas, aunque la relación quedó deteriorada y acabaron rompiendo un año más tarde.

De WAG a piloto

Podría haber mostrado Ana una actitud de rencor, porque la relación acabó mal. Pero prefirió, por el bien de su hijo, normalizar la relación con José Antonio Reyes. También después con la segunda esposa del futbolista, Noelia López, a la que visitó estas navidades y que es madre de dos niñas (Noelia y Triana) del desaparecido jugador. Ana y Jose se desplazaron hasta Baeza (Jaén) para que todos los hijos de José Antonio Reyes pudieran pasar las navidades juntos. “Lo importante de una familia no es vivir junta sino estar unida”, posteó Ana en un hashtag junto a la foto de la reunión.

La familia de Reyes se reunió por navidad Instagram

También podía haber optado Ana, tras la separación, por pasearse por los platós de televisión a contar intimidades de su matrimonio con el crack sevillano. Tenía todos los ingredientes para ganarse la vida así: modelo, antigua WAG y con muchos trapos sucios que contar. En lugar de eso, Ana decidió dar un vuelco a su vida. Dejó el modelaje, se apartó de los focos y se adentró en el mundo de la aviación. Primero como azafata. Luego, como piloto de avión, que es el trabajo que desempeña en la actualidad.

"De este me encargo yo"

La calidad del pequeño Jose en el césped ya empezaba a ser vox populi en Madrid. En benjamines jugó en el Atlético de Madrid, uno de los equipos donde militó su padre. En alevines formó en el Leganés. El Real Madrid ya estaba al acecho antes del fatídico 1 de junio en el que se mató el padre del chico. A la capilla ardiente asistió lo más granado del fútbol español. Entre ellos Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, que allí mismo certifico su fichaje: “No os preocupéis, que de este me encargo yo”, sentenció el presidente, según reveló Cristobal Soria en el programa El Chiringuito.

Jose acaba de fichar por el Real Madrid

Así fue: pocos días después, Jose firmó por el Real Madrid, el equipo del que también es aficionada su madre. El resto ya es historia de ese fútbol infantil que cada Navidad se cuela en la televisión española. Esos mismos torneos en los que saltaron a la fama gente como Iniesta o Cesc Fábregas. Campeonatos para niños que empezaron en Brunete y que ahora ya se juegan enn los Emiratos Árabes. Allí, en Abu Dhabi, se impuso el Real Madrid en la última edición de LaLiga Promises. Un torneo en el que destacó por encima de todos Jose, que fue provindencial para que su equipo se colase en la final. Paradójicamente contra el Sevilla, el equipo de los amores de su padre. El partido se les puso cuesta arriba y recibieron tres goles. Fue Jose, con cuatro chicharros y una asistencia, el que desequilibró el partido. Lo nombraron MVP.

Y fue allí, tras la victoria, en el banquillo, el único momento en el que se ha visto a Jose romperse. El chico se echó a llorar sentado en el banquillo. El muchacho ha vivido el año más intenso de su vida y ha superado las adversidades con gran entereza. Pero fue ahí, después de la victoria, en el momento de mayor alegría, cuando los ojos azules que heredó de su madre rompieron a llorar. Miró al cielo y le dedicó el gol a su padre, del que heredó el talento. Con las manos hizo un corazón y se lo dedicó a su madre, la que le ha llevado hasta aquí.

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