Murcia

Cada vez que el anciano se ponía a dormir la siesta sus ahorros menguaban. El motivo se debía a que la mujer a la que había contratado como asistenta de hogar siempre estaba ojo avizor para aprovechar las cabezadas diarias del octogenario con el objetivo de sisarle dinero de la hucha que tenía en el salón de su casa en Cartagena.



El anciano, cada mes, conforme cobraba la pensión, se quitaba unos billetes de su asignación mensual para meterlos en la hucha con el loable objetivo de ahorrar dinero para hacerle un buen regalo a su querida nieta. Sin embargo, entre enero y agosto de este año notó que en la hucha cada vez le resultaba más fácil meter billetes porque inexplicablemente cada vez tenía menos.



Hacía meses que no tenía que meter a presión los billetes por la ranura de la hucha porque le faltaban nada menos que 840 euros. Casualmente la mujer a la que había contratado para ayudarle en las tareas domésticas de su hogar comenzó a trabajar a principios de año, justo en las mismas fechas en las que su plan de ahorros empezó a hacer aguas. De forma que el octogenario comenzó de inmediato a sospechar de su asistenta española, de 43 años.



El hombre tenía motivos de sobra para las sospechas porque no solo le empezó a faltar dinero en el mismo periodo de tiempo en el que contrató a la empleada de hogar, sino que además era la única persona ajena a su familia que entraba a su domicilio. Por todo ello, este verano, el anciano decidió acudir a una Comisaría de la Policía Nacional de Cartagena para denunciar que en agosto detectó que le habían robado dinero de su hucha.

La cámara



Posteriormente, el anciano colocó estratégicamente en el salón de su casa una cámara de vídeo vigilancia que enfocaba directamente al mueble de la televisión donde se ubicada la hucha. También sustituyó la alcancía por otra idéntica y marcó los billetes que introdujo a modo de señuelo para comprobar si la asistenta era el caco que estaba poniendo en peligro los ahorros destinados para el regalo de su nieta.



Las cámaras filmaron como la mujer, en cuanto el hombre llevaba un rato durmiendo plácidamente la siesta, se plantaba en el salón y con precisión milimétrica empleaba una cinta adhesiva y una aguja para extraer los billetes por la ranura de la hucha. La sospechosa aprovechaba cada cabezada del hombre para sustraerle pequeñas cantidades de dinero en metálico para que este no se percatase de que le estaba robando.



Con todas estas pruebas objetivas, el octogenario se volvió a poner contacto con la Brigada de Policía Judicial para informarles de que había grabado a su empleada de hogar robándole dinero de la hucha. Los agentes se personaron en su domicilio y sorprendieron a la trabajadora con las manos en la masa: llevaba encima varios billetes marcados.

La mujer se vino abajo y acabó confesando los hechos. La Policía Nacional arrestó a la empleada de hogar como la supuesta autora de un delito de hurto continuado. En el juicio fue condenada a una pena de cuatro meses de prisión y a la devolución de los 840 euros sustraídos al anciano más los intereses legales.

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