Las cajas, vacías; en los platos, algún resto de comida; y sobre la mesa, apenas unos cuchillos y unos vasos de plástico. No he puesto ninguna sartén, no he tenido que fregar y nadie se ha quedado con hambre. Hemos sido cuatro en la mesa y –salvo que alguien mienta– todos hemos quedado satisfechos. Decidí apostar –por pereza y por incapacidad– por un menú de Mercadona hecho especialmente para Nochebuena y Nochevieja para que cenáramos cuatro personas. Me gasté 90 euros en tres platos sin saber muy bien cuál iba a ser el resultado, aposté por una fórmula novedosa –incluida en el Listo para llevar de los supermercados– y extraña por las fechas. Pero, en fin, me había pasado 7 días comiendo en supermercados y no acabé del todo insatisfecho –hasta perdí algo de peso. Entonces, ¿qué podía salir mal? Seguramente nada. Vayamos, en cualquier caso, por partes... 

El pedido, cinco días antes de Nochebuena

Un mes atrás, en una visita al Listo para llevar de Mercadona, me entero que también existe la posibilidad de encargar menús para Nochebuena o Nochevieja. En un flyer, me ofrecen cuatro opciones. En concreto, dos platos para compartir entre tres y cuatro personas: medio cochinillo (60 euros) y medio cabrito (50 euros) –ambos asados–. Y otros dos, individuales: costillar de cordero (18 euros) y carrillada de ternera guisada (12 euros).

Pasadas unas semanas, esa opción –remota para alguien acostumbrado a celebrar la Nochebuena en familia– pasa a primer plano. Me quedo en Madrid y voy a cenar con amigos. Entonces, ¿por qué no? ¿iba yo a cocinar algo mejor de lo que me ofrecía Mercadona? Desde luego, no. Por eso, en mi próxima visita al Listo para llevar, pregunto por los precios y las fechas. Me indican, entonces, que tengo que encargarlo todo, como muy tarde, el 19 de diciembre. Dicho y hecho.

Estante con la comida del menú de Nochebuena del 'Listo para llevar' de Mercadona.

Un día antes de la fecha límite, me escapo a la hora de comer para pedir el menú. Llego poco antes del mediodía, intento sortear a los ‘adeptos’ al Listo para llevar y pregunto.

— Quiero encargar un menú de Nochebuena, ¿dónde lo hago?

— Venga por aquí y le tomo nota.

En una mesa, me explican las particularidades de cada plato y me vuelven a repetir los precios. Finalmente, encargo medio cochinillo, un costillar de cordero y la carrillada de ternera guisada, pero no los pago –eso lo haré el día 24. Somos cuatro y quizás es demasiada comida… Pero, qué carajo, es Nochebuena. Y, sobre todo, no tengo que poner ni una sartén.

Fácil y rápido

Acudo a Mercadona a las 10:15 horas –más o menos la hora que acordé con el supermercado– para recoger el pedido. Es día 24 de diciembre y no hay prácticamente nadie. Entro y, en un Listo para llevar sin gente, pregunto por mi encargo.

El cochinillo viene servido en una caja que se mete directamente al horno. Diego Rodríguez Veiga

— Venía a recoger el menú de Nochebuena.

— Espere, enseguida se lo servimos.

Soy, intuyo, el primero del día –en una lista que, a vuelapluma, puede ser de 12 personas. Espero durante 30 minutos y me presentan mi cena en cajas de Listo para llevar organizadas con pulcritud. Las patatas y la cebolla, a los lados del cochinillo; y la carrillada y el costillar, también con su correspondiente guarnición. Me explican cómo se prepara, pago y… listo. Lo llevo a casa, lo meto en la nevera y espero que llegue el momento de comérselo.

Por la noche, lo saco de la nevera y me pongo manos a la obra. Y, la verdad, la puesta en escena es rápida y fácil. El medio cochinillo y el costillar de cordero se hacen de la misma forma: se meten con sus respectivas cajas en el horno durante 20 y 15 minutos. Y, con la carrillada se hace lo propio, pero durante cinco minutos y en el microondas. No hay mucho más. Después, lo servimos sobre la mesa y lo probamos….

Metemos el costillar de cordero asado al horno. Diego Rodríguez Veiga

Sin entrantes

Ya en la mesa, decidimos, entre los cuatro, casi al azar, por dónde empezar. Nos saltamos el primero -porque no hemos comprado otra cosa- y vamos directamente al principal. Es decir, al más contundente, al cochinillo. Si tiene que sobrar algo, que sea lo demás. 

El aspecto, de primeras, impone. Medio animal, en una fuente, cortado por la mitad, con la cabeza... No es un plato para vegetarianos, desde luego. Ni siquiera para los acostumbrados al ‘pack’ completo de Segovia, servido habitualmente troceado.



Pero, en cuanto el cuchillo corta la piel crujiente y lo pruebas... Adiós a la ética medioambiental. Está bueno. Bastante. El principal miedo que podía tener era que quizás pudiera quedar demasiado seco. El hecho de que estuviera precocinado, que después lo hubiera calentado en el horno... Me hacía temer por ello. Pero nada, está bien de sabor y de textura.

El cochinillo, servido en un plato. Diego Rodríguez Veiga



La guarnición de patatas y cebolla que lo acompañan también están bien cocinadas. Había pensado en que quizás me podía haber acabado arrepintiendo de no haber hecho yo unas patatas panaderas, pero todo estaba bueno de sobra. Tan de sobra como para ponérselo a los amigos y decirles que lo he hecho yo. Aunque no habría engañado a nadie.

El cordero, lujo; la carrillada, algo peor

Después del cochinillo, compartimos el costillar de cordero. Tras haber sido sorprendidos positivamente por el cochinillo, el cordero fue en la misma línea. La carne está blanda y sabe bien. Como pega, decir que quizás por fuera parece más carne de la que luego realmente es -aunque, eso sí, es para uno. 

Costillar de cordero asado, servido en un plato.



Tras el cordero pasamos a la carrillada. Ahí ya a uno le da la sensación de que es el más flojo. Quizás me habría gustado hacer el mismo camino, pero al revés, empezando por la carrillada y luego irme sorprendiendo con el cordero y el cochinillo. En cierta forma, tiene sentido: de las tres carnes, la de ternera es la peor (también la más barata) y, por esa regla de tres, cabe esperar que es el plato que peor esté, o que no esté tan buena como los demás.

Conclusiones

Acabada la cena, sopesando ya todo, con la panza llena, repetiría. El precio nos pareció bien. Los 90 euros entre cuatro personas, y teniendo en cuenta las cantidades y calidades, nos pareció algo justo. La cantidad, lo dicho, también bien. ¿Cómo pega? Que todos son platos principales. 

Carrillada, servida en un plato. Diego Rodríguez Veiga

De hecho, posiblemente, en la versión 2.0 de este menú navideño, incluiría más variedad. Sólo había cuatro platos para elegir y todos ellos eran de carne. Se podría haber agradecido la inclusión de algún pescado o, por qué no, marisco, que para eso es Navidad. Aunque, personalmente, imagino que se trata de una fase incipiente para Mercadona y que, con el tiempo, acabará ofreciendo más variedad de platos. Quizás simplemente se trata de aliviar el peso de la cocina pero no sustituirla de todo, y por eso se ofrece solo primeros platos. Y que así, de paso, yo compré algo más. O que, ya puestos, cocine algo -eso no estaría mal. 



Por cierto, hablando de holgazanería, otro de los factores positivos es que al final ha sido una cena en condiciones y prácticamente no ha habido nada que limpiar. Además, si quisiera hacerlo pasar como que lo he cocinado yo, pasaría. Aunque, seguramente, mis amigos no se habrían creído que yo he cocinado eso. Con todo en la mano, siempre es mejor cenar en familia, con la comida de toda la vida, pero si uno trabaja y no tiene tiempo de cocinar o de ir a visitar a sus queridos, como es el caso, no hay mayor dignidad que esta.

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