Se llamaba Elizabeth Pimentel Montilla, tenía 36 años y era natural de Venezuela. Regentaba un negocio de alquiler de lanchas en Ciutadella (Menorca) llamado Barbarroja.com. Todo en pasado. Elizabeth murió en junio del año pasado. Las primeras hipótesis apuntaban a que la mujer se había ahogado al dormirse en un jacuzzi.

Esa fue la versión que dio su marido, Eduardo Estela. Pero a medida que avanzaban las investigaciones la realidad se tornaba cada vez más distinta de lo que declaró el. Tanto es así que la Policía Nacional ha detenido este miércoles al marido de Elizabeth como presunto autor de su muerte. Anteriormente, había pesado sobre él una petición de extradición a Venezuela, su país natal, por el presunto asesinato de su anterior mujer. 

Los hechos ocurrieron el 18 de junio de 2018 sobre las seis de la mañana en una nave de un polígono industrial de Ciutadella, cercana a la vivienda de ambos. La Policía Local de la localidad menorquina recibió la llamada de un hombre que afirmó haber hallado el cadáver de su mujer en un jacuzzi hinchable. Eduardo Estela tiene 40 años de edad y, como su difunta mujer, es español de origen venezolano.

En un primer momento la investigación se centró en la hipótesis de un accidente al quedarse la mujer dormida en el jacuzzi, tal y como explicó su marido a los servicios de emergencia en el lugar de los hechos. La víctima había consumido alcohol y MDMA (éxtasis), lo que podía haber causado un desmayo. Sin embargo, con el tiempo se determinó que la muerte no fue accidental y que el marido estaba involucrado en el fallecimiento de su pareja. Años atrás, ella había presentado denuncias por malos tratos. 

De lateros a empresarios

Elizabeth y Eduardo llegaron hace una década a España desde Venezuela. Estaban ya casados cuando vinieron. Se instalaron en Barcelona y hacían "la temporada" en Menorca, es decir, trabajaban en verano en la isla. Empezaron vendiendo latas de cerveza y refrescos por las calles de Ciutadella, tal y como cuenta una amiga cercana a la pareja a EL ESPAÑOL. Esta misma chica recibía 60 euros diarios por vigilar que la Policía no apareciera por donde ellos vendían. "Nunca les pillaban, eran muy buenos". 

Con este negocio ilegal podían llegar a desembolsarse unos 200 euros al día, gracias al turismo de la isla balear. Ese jugoso pastel no tardó en dar sus frutos y a los pocos años la pareja abrió su propio negocio de embarcaciones de recreo, Barbarroja.com. "Era el sueño de Eli", asegura su amiga. 

La pareja era bastante dispar en cuanto a actitud. Él era una persona muy reservada, nunca hablaba de su pasado y no solía decir lo que pensaba, como si llevara una doble vida. Ella era todo lo contrario: "Super alegre y encantadora. Siempre con una sonrisa". 

Los problemas de la pareja siempre sucedían de puertas para adentro, como suele suceder. De cara a la galería era un matrimonio muy feliz. Años atrás ella había presentado una denuncia por malos tratos y había conseguido una orden de alejamiento. La víctima llegó a ser intervenida quirúrgicamente por las lesiones sufridas en una de esas ocasiones. Con el tiempo parece que arreglaron sus diferencias y volvieron a estar juntos. Así fue hasta la fatídica noche del 18 de junio de 2018. 

No sería la primera vez

Unos años atrás, Venezuela había solicitado la extradición de Eduardo Estela por un delito de homicidio contra su pareja anterior. No obstante, como el detenido tiene nacionalidad española, esa petición fue denegada.

En la mañana de este miércoles se ha procedido a su nueva imputación por la muerte de su mujer el año pasado y, una vez que acabe la instrucción policial del caso, será puesto a disposición judicial en los juzgados de Menorca.

De confirmarse que fue un asesinato, aumentarían hasta 51 las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en 2018. En 2019 ya van 52 víctimas de violencia de género. La última fue una chica degollada por el chico que conoció por internet en un pueblo de Tenerife.