Miércoles 7. Hace semanas que Alemania, como si de un país entero se tratara dando órdenes al unísono, había marcado esta fecha para inaugurar la primera Leica Store en España. No era normal que España no se hubiese incorporado aún a la estrategia de tiendas propias tan imprescindibles en estos tiempos que mezclan mercado físico y online.

El “All Access” de Steve McCurry para fotografiar al Dalai Lama, con cámaras asiáticas.

La toma de posesión de la propiedad de Leica a manos del Dr. Andreas Kaufmann, que hace aun año anduvo por aquí para asistir a la primera conferencia internacional del Círculo Fortuny, de la mano de Lourdes Garzón (esta semana nombrada “capitana” de Mujer de Hoy, el suplemento semanal de Vocento para jugarle el partido al Yo Dona de Urbano Cairo) fue definitiva.

“Ayer reabrimos en Ginebra” (las tiendas abren y reabren como el que se cambia las gafas para perder años) me cuenta un Kurt Doryan, trajeado de raya diplomática, vicepresidente de retail, que lleva en la firma de Wetzlar un par de años tras su paso por Loewe (no la firma de marroquinería de Antoine Arnault/Jonathan Anderson) sino la marca de televisores alemana. El café es en el Hotel de Bless de Velázquez, reconvertido en lobby de moda para los que no les apetece bajar a los hoteles de Castellana. Doryan se ganaba antes la vida en Bang Olufsen donde conoció a Javier Liedo el “responsable del desembarco” de la leyenda del punto rojo.

La estrella de la inauguración el pasado miércoles en Leica fue el fotógrafo americano Steve McCurry (69), contratado por el italiano Andrea Pacella, director de comunicación global, y Carine Kauffman (ex mujer del Dr. Andreas, pero sin divorciar) para lanzar su nueva cámara. Hablé un rato con McCurry que acaba de llegar de China donde había estado trabajando con la nueva Leica SL2 (14.000 euros aproximadamente a la venta el 21 de Noviembre) se había hartado de currar en Madrid con una charla en la Fundación Telefónica y varias firmas de libros. Phaidon es un editora de referencia. Paradojas del destino la muestra que se exhibe de McCurry en la tienda incluye fotos históricas (aún no tenia contrato con Leica) y otras recientes ya con el material de la firma que lo trajo a Madrid.

McCurry es junto a Annie Leibovitz (70) y quizá el peruano Mario Testino (65) -nadie le llama ya tras las acusaciones publicadas en el New York Times de abusos por parte de sus modelos, aún sin sentencia- los foto celebrities que todo el mundo conocido. Escándalos aparte implican riesgo cero. Hay otros claro, Martin Parr (67), la española Cristina de Middel (44) y pocos más, pero eso es solo para los enteradillos.

¿Es amoral hacer fotoperiodismo y retocar las imágenes? No lo creo. ¿Es su trabajo fotoperiodismo? Si y no

La Leica Academy, la plataforma de enseñanza (parecida al laboratorio Genius de las tiendas Apple) que ayuda a generar comunidad entre clientes y futuros clientes, está dirigida en España por el fotógrafo Álvaro Ybarra Zavala que en la sobremesa del miércoles reunió a una veintena de colegas (Ouka Leele, Sergio Caro, Carlos de Andrés...) amigos y aspirantes a que Leica les deje probar alguna de sus “maquinorras”. Yo ando con una Q2 entre manos, programada en blanco y negro y con todo automático, me bajo las fotos al instante al Iphone y las edito desde allí. Muy divertida.

También me tomé un café con Mattias Harsch, CEO de la compañía, perfectamente trajeado con el pin del logo rojo en la solapa. Su labor es gestionar el gran potencial de la marca en el poderoso mercado del “lifestyle” y equilibrar los intereses de la propiedad cuya fortuna familiar procede del negocio papelero. Ardua tarea.

Autógramo del fotógrafo.

McCurry habla poco y firma los libros con su mano izquierda pero con destreza. No sé si es zurdo o si es un problema de su mano derecha que la tiene medio atrofiada desde su meñique. Me pregunto si dispara con la diestra o con la zurda. Su mirada es de izquierdas desde luego, comprometida, aunque su nombre entre el oficio esté salpicado por el escándalo que descubrió que algunas de las fotografías que le han convertido en un mito del siglo XX habían sido retocadas con Photoshop.

¿Es amoral hacer fotoperiodismo y retocar las imágenes? No lo creo. ¿Es el trabajo de McCurry fotoperiodismo? Si y no. ¿Es el fotoperiodismo una vaca sagrada como el flamenco puro al que Camarón provocó? ¿No existe otro periodismo que el de la imagen verité? El americano se defendió en su momento diciendo que no toda la fotografía tiene que ser documental, pero muchos de sus colegas le contestaron que el arte puede retocarse el periodismo no. Está bien tirado el argumento. 

Tampoco están los fotógrafos, por muy grande que sea su leyenda, sobrados de gente que les patrocine

Apenas afectará este debate a la llegada de Leica a España que tendrá que esforzarse por conectar con un público nuevo (atentos los cazadores y los deportistas a su sección de óptica profesional) porque entre los profesionales las marcas asiáticas de fotografía son muy valoradas por su relación calidad precio. Leica es para los aficionados lo que McIntosh a los amantes de la Alta Fidelidad.

No se extrañe el lector si se encuentra en YouTube alguna masterclass de McCurry con la Nikon School, tampoco están los fotógrafos, por muy grande que sea su leyenda, sobrados de gente que les patrocine.

Se cierra el obturador de este artículo con la noticia de la muerte de Robert Freeman (82). No debe olvidarse que una cosa es la instantánea de un móvil (por muy pro que sea la cámara del Iphone Pro o la asociación entre Leica y la china Huawei) y otra una fotografía. No hay que olvidar que es el ojo el que hace al fotógrafo, la óptica, la maquinaria, el diafragma, la sensibilidad del píxel, la correa de cuero usada para que parezcas que eres un bohemio “vagamundos” son solo el instrumental. Revisen las fotos de Robert Freeman, The Beatles serían otra cosa sin su mirada.