El equipo médico que preparó el cadáver de Franco estaba compuesto por cuatro doctores: Bonifacio Piga Sánchez-Morate, su hijo Antonio Piga Rivero, Modesto Martínez-Piñeiro Vargas y Antonio Haro Espín. La pregunta del millón es: ¿Cuál de ellos lo embalsamó?

Siempre se habló de Bonifacio, que en 1975 era catedrático y director de la Escuela de Medicina Legal. De hecho, a él le fue encomendada la misión de organizar el equipo. Pero en 1981, Haro Espín se presentó en un programa de televisión como “el embalsamador de Franco”. Ese mismo ‘título’ se le ha dado posteriormente a Antonio Piga, hijo de Bonifacio, en entrevistas recientes que ha concedido a varios medios de comunicación (es el único que sigue vivo de los cuatro).

El único que nunca se arrogó ese mérito en público fue el forense Modesto Martínez-Piñeiro. Ahora, tras la publicación de una carta que él mismo redactó tras la muerte de Franco y publicada en primicia por EL ESPAÑOL, sabemos que fue él quien realizó la mayor parte de este proceso. El que inyectó los 6,5 litros de líquido conservador en el cuerpo del dictador. Un absoluto desconocido para los medios, que fue el que más parte del trabajo realizó la noche del 20 de noviembre de 1975 en el Hospital de La Paz. Un desconocido... hasta ahora. ¿Quién fue Modesto Martínez Piñeiro?

El primero de la saga

Nació en 80 años antes de que Tejero intentase dar un golpe de estado el día de su cumpleaños. Modesto fue el primero de una saga: la de los Martínez-Piñeiro de España. Literalmente, porque cogió sus dos apellidos y los unió en uno compuesto. Hecha la fusión, necesitaba un segundo apellido. Eligió Vargas, que era el segundo de su padre: el doctor Martínez Vargas, un conocido pediatra de la comarca de Somontano (Huesca). De él heredó a pasión por la medicina.

Modesto Martínez-Piñeiro en su juventud.

Modesto fue una especie de niño prodigio casi obsesionado desde pequeño con la medicina y el estudio del cuerpo humano. Especialmente con la anatomía, materia de la que impartía clases en la universidad desde los 22 años. A esa edad consiguió ser Profesor Agregado de la Facultad de Medicina de Madrid: “Se confundía con los alumnos, por joven y porque tampoco era muy alto”, recuerdan ahora sus familiares.

De fuerte carácter, Modesto hizo casi toda su carrera en la capital de España. “Allí se sacó 14 oposiciones; todas las posibles salvo la de médico de balneario”, asegura uno de sus nietos, que recupera una anécdota protagonizada por su abuelo: “Una vez fue a exponer ante un tribunal y como no le prestaban mucha atención, se dio la vuelta, le dio la espalda a los evaluadores y se puso a hacer la exposición para la gente que estaba sentada detrás de él. Los profesores le preguntaron qué estaba haciendo y él les contestó que como a ellos no parecía interesarles mucho lo que estaba explicando, mejor se lo contaba al público”.

La importancia de llamarse Modesto

Modesto fue director del Instituto Anatómico Forense y tuvo 7 hijos. A uno de ellos lo llamó Modesto. El chico eligió la misma profesión que su padre y también acabó siendo director del Instituto Anatómico Forense. Tanto calcó la trayectoria de su progenitor, que también tuvo 7 hijos, a uno lo llamó Modesto… y el chaval también se hizo forense. En casa de los Martínez.Piñeiro, llamarse Modesto te aboca a hacer autopsias de por vida inexorablemente.

Cuando murió Franco, Modesto Martínez-Piñeiro Vargas (el primero de la saga) ya llevaba un par de año oficialmente jubilado. Tenía 74 años, pero seguía impartiendo clases de ‘Autopsias y Embalsamamiento judicial” en Madrid. Era un profesional muy conocido y respetado en su ámbito. Por eso, cuando a Bonifacio Piga, director del Instituto de Medicina Legal, le encargaron la tarea de escoger a un equipo de forenses para embalsamar al caudillo, el catedrático no se lo pensó: llamen a Modesto. El resto del equipo lo conformó Antonio Piga, el hijo de 36 años de Bonifacio, y Antonio Haro Espín, que en aquel entonces estaba destinado en la Administración de Justicia como ayudante técnico sanitario (ATS).

El documento redactado por Modesto día después, detalla cuál fue el proceso de embalsamamiento de Franco, que adjuntamos a continuación.

En esa crónica se relata cómo la mayor parte de las incisiones críticas y la inyección de 6,5 litros de mezcla de alcohol, formol, suero fisiológico, urotropina y colorante rojo, fueron practicadas por Modesto. De la parte del maquillaje sí que se encargó Antonio Haro Espín, que le aplicó al rostro del dictador una crema hidratante que a la postre derivó en susto, porque a media tarde del día 21 de noviembre, en plena capilla ardiente, Franco empezó a sudar. El motivo era que la piel inerte del caudillo no había absorbido dicha crema.

La carta colérica

Cuentan que de ese equipo salió el compromiso de no decir nunca qué había sucedido allí dentro las horas que estuvieron preparando el cuerpo. Sin embargo, en noviembre de 1981 algo cambió. El periódico ABC publicaba una crónica sobre un programa de televisión. Allí se presentaba Haro Espín como “el médico que embalsamó a Franco”. Aquello hizo enfurecer a Modesto, que mandó al diario una carta a director en la que, tras introducir la cuestión, aclara lo siguiente:

“En pantalla apareció el doctor Espín que, efectivamente, formó parte del equipo embalsamador. Pero en aquella época, el hoy licenciado en medicina don Antonio Haro Espín estaba destinado como oficial de la Administración de Justicia en el Instituto Anatómico Forense, en posesión del título de Ayudante Técnico Sanitario y era estudiante de Medicina (…) Las operaciones de embalsamamiento serán siempre practicadas por un médico en ejercicio… podría ayudar un ATS a los profesores que formaban el equipo embalsamador, pero no efectuar el embalsamamiento, quede esto bien claro”.

“Por otra parte, el equipo estaba constituido por tres médicos forenses de categoría especial, cargo al que se llega tras dos oposiciones y muchos años de servicio. Por lo dicho en ABC podría dar lugar a falsas suposiciones, como que fuimos meros espectadores del acto de embalsamamiento del Caudillo de España, es conveniente recordar quienes fuimos los médicos del equipo: Profesor don Bonifacio Piga Sánchez-Morate, catedrático de Medicina Legal y director de la escuela legal, Madrid. Profesor don Antonio Piga Rivero, adjunto a la mencionada cátedra, y el que suscribe, Profesor don Modesto Martínez-Piñeiro, profesor de Madrid, en el cual dictó dos cursos de Autopsias y Embalsamamiento judicial, razón por la que fui integrado en el equipo”.

“Le ruego, señor director, que esta carta sea publicada en el periódico de su dirección, sin otra motivación que de una vez para siempre resplandezca la verdad, pues personas respetables no podemos quedar como embusteros”.

Recorte de la carta al director de ABC enviada por Modesto Martínez-Piñeiro.

Trabajando hasta el final

En los últimos años, la persona que ha aparecido en los medios como el embalsamador de Franco ha sido Antonio Piga-Rivero, que es el único que queda vivo y ha hablado con prensa y televisión sobre aquel episodio. Él sí era licenciado en Medicina y era adjunto a la cátedra de su padre, pero también era, con 36 años, el miembro más joven del equipo. Cuentan en el entorno de Modesto que, por este motivo, su labor se limitó a la de apoyo, quedando la responsabilidad del embalsamamiento en manos de Modesto.

Martínez-Piñeiro estuvo trabajando hasta el final de sus días y murió en 1985, con 84 años. Tras su muerte, su hijo Modesto, también forense (y cirujano con 4 especialidades) fue nombrado director del Instituto Anatómico Forense. Curiosamente, él fue quien embalsamó a Carmen Polo, la mujer de Franco. Explican desde la familia Martínez-Piñeiro que en parte fue un gesto por la profesionalidad que tuvo Modesto embalsamando al caudillo. “En casa de Franco sabían quién lo había embalsamado; por eso le encargaron el trabajo a su hijo cuando murió doña Carmen. A ningún otro de aquel equipo de 4 personas”.

Francisco Franco y Carmen Polo.

Ese Modesto hijo falleció en 2017, dejando otros 7 hijos, y uno de ellos de nombre Modesto y de profesión forense, igual que su padre. Modesto Martínez-Piñeiro Vargas, el original, tuvo hijos que todaía están vivos. Es el caso de José Antonio, que es urólogo, tiene 92 años, todavía opera y cuando fue contactado por EL ESPAÑOL declinó ser entrevistado porque en ese preciso instante estaba cazando un ciervo.

Los Martínez-Piñeiro nunca ha querido reivindicar públicamente el protagonismo del patriarca en el proceso de embalsamamiento de Franco. Pero la publicación de este documento por parte de EL ESPAÑOL, que no ha sido por la familia (quieren que quede constancia), supone para ellos “una oportunidad para que la historia haga justicia a mi abuelo y, al menos, se cuente la verdad”.