Los hermanos González Rodríguez son dos tipos escurridizos. Durante años lograron escabullirse de la presión de la Policía Nacional y la Guardia Civil, que los tenía en busca y captura y veía en ellos dos piezas sumamente cotizadas dentro del organigrama de mafias dedicadas al tráfico de drogas en el sur de España. Ginés, el jefe del clan a sus 39 años, se había convertido en el patrón del río Guadalquivir. Sin duda, era el narco más buscado de la provincia de Sevilla. A levantar su lucrativo negocio le ayudó su hermano Óscar, algo más joven que él. La Benemérita, que los detuvo a finales de junio pasado, los acusa de introducir 50.000 kilos de hachís al año por la desembocadura del río en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).

Los chicos de Ginés remontaban el río con sus potentes lanchas, cargadas de chocolate traído de Marruecos, en dirección a la capital andaluza. Luego descargaban la droga colándose como ratones por los estrechísimos canales que hay en ambos márgenes del Guadalquivir. Por eso Ginés se había construido una mansión en la barriada de la Hermandad de Coria del Río, una localidad ubicada en el margen izquierdo del río, aunque su casa se encontraba en el derecho (enfrente; al otro lado, cerca ya de Dos Hermanas y del polígono La Isla, localizado junto a la autovía que une Sevilla con Cádiz).  

Fuentes del Instituto Armado explicaron ayer a EL ESPAÑOL que las figuras de Ginés y de su hermano Óscar se asemejan a las de ‘los hermanos Castañas’, Antonio y Francisco Tejón, en el Campo de Gibraltar “por su influencia en la zona y por la empresa del narco que habían logrado montar”. 

El clan de Ginés, un sevillano del barrio de la Macarena, disponía de la logística y del capital humano necesario para convertir a su cabecilla en el narco más deseado por las Fuerzas de Seguridad en la provincia de Sevilla. Siempre trabajaba con dos tripulaciones de cuatro hombres cada una, por lo que podían hacerse relevos en alta mar si la presión policial les retrasaba a la hora de realizar los alijos, y reclutaba a sus empleados en el Campo de Gibraltar, donde existe una ‘cantera’ de traficantes sin miedo a subirse a bordo de lanchas de tres y cuatro motores. Si a eso se añade que Ginés Enrique González Rodríguez "conoce a la perfección casi cada metro” del tramo de río entre Sevilla y su desembocadura, “el cóctel es perfecto”, añaden las citadas fuentes.

Un agente de la Guardia Civil muestra una de las diez armas intervenidas al clan de Ginés González. Cedida / Guardia Civil

Una máquina de contar dinero

Martes 25 de junio, primera hora de la mañana. La Guardia Civil, en coordinación con el juzgado de Instrucción número 1 de Coria, irrumpe en el chalet de Ginés. Acaba de explotar la Operación Vegano. Tras un exhaustivo registro, uno de los uniformados saca de la vivienda a un hombre corpulento que lleva una camiseta sobre su cabeza para ocultar el rostro.

El detenido viste una camiseta azul de la marca Hugo Boss, bañador y chanclas. Su indumentaria deja ver sus tatuajes en piernas y brazos. En su cuerpo lleva dibujados una pistola o la cara de un diablo.

Los agentes pensaban que el narco estaba cobijado en Marruecos, donde tiene buenos contactos con los traficantes que le surten de hachís y que él distribuye después entre sus clientes de media Europa. Fue una sorpresa la detención de Ginés.

Ese día se produjeron una veintena de arrestos más en varias poblaciones, como Coria del Río o Isla Mayor, en Sevilla, o en localidades gaditanas como Sanlúcar y La Línea de la Concepción. Los investigadores salieron de la mansión del capo con una máquina de contar dinero, numerosas garrafas de gasolina, varias bolsas y equipos de videovigilancia. 

Fuentes de la Policía Nacional explican que Ginés se hizo un nombre entre los delincuentes sevillanos trabajando con históricos del hampa de la capital andaluza. De ser un simple ratero de barrio pasó a robar alijos de otras bandas y, finalmente, a liderar la suya propia. Además, Ginés está casado con una mujer que pertenece al clan de los Mikhailovich, un familia de origen húngaro relacionada históricamente con el narcotráfico en la barriada hispalense de las Tres Mil Viviendas. 

La Guardia Civil informó este lunes que el clan de Ginés y de su hermano Óscar se había asociado con otro grupo de narcotraficantes de la comarca del Campo de Gibraltar para que le proporcionara las tripulaciones de las lanchas con las que introducían el hachís desde el norte de Marrucos. La Operación Minerva se saldó con la detención de 26 personas y la incautación de 2.200 kilos de hachís, tres potentes embarcaciones semirrígidas, nueve vehículos, diez armas de fuego, 29 garrafas de gasolina, un dron o 273.000 euros en billetes, entre otros efectos.

Un año de investigación

La investigación para desarticular la banda de Ginés González se inició en agosto de 2018 tras conocerse que en las localidades sevillanas de Puebla del Río e Isla Mayor existía un grupo dedicado a introducir grandes cantidades de hachís en gomas a través del cauce del río Guadalquivir. Estas embarcaciones eran transportadas en camiones desde su lugar de guarda, en naves industriales, hasta el lugar de botadura, en pleno río.

En noviembre de ese mismo año los investigadores detectaron una nave industrial, ubicada en Puebla del Río en la que un camión, ayudado por un tractor, introducía una lancha de gran potencia en el Guadalquivir. El tractor disponía de una pequeña pluma para facilitar la descarga.



Las pesquisas continuaron y la Guardia Civil consiguió localizar una embarcación semirrígida que salió de la nave de Puebla del Río y que fue trasladada a otra en Mairena del Alcor. Posteriormente fue intervenida en alta mar por el Servicio Marítimo de la Guardia Civil.



En febrero de 2019 los agentes incautaron un alijo en el río Guadalquivir de 2.200 kilos de hachís a la altura de la localidad sevillana de Isla Mayor. La embarcación fue intervenida poco después pero los tripulantes consiguieron huir en un vehículo del que arrojaron por la ventanilla un arma larga durante la persecución.

Una de las lanchas intervenidas, semioculta entre cañizos del río Guadalquivir. Cedida / Guardia Civil

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