Caudete (Albacete)

El pasado 29 de junio, temprano por la mañana, Germán (28) y Aroha (27) estaban histéricos. Su bebé recién nacido, Dylan, estaba tumbado encima de su cama y no se movía ni respiraba. Germán no paraba de dar vueltas por la casa, muy nervioso y llorando fuertemente. Llamaron a sus vecinos a ver si alguien les podía ayudar e inmediatamente llamaron al 112. Cuando la ambulancia se presentó en el lugar, en su piso de la calle Mayor de Caudete (en Albacete) los sanitarios no pudieron hacer sino confirmar la muerte del niño. Pensaron que se trató de una muerte súbita, algo que a veces pasa. Unos días después, cuando se celebró el funeral, Rosa, la madre de Aroha se tiraba encima del ataúd, no lo quería dejar marchar.



Era la segunda vez que le pasaba esto a la pareja. El año anterior, el 23 de enero de 2018, el hermano mayor de Dylan, Omar, también falleció de manera repentina, aparentemente. Pero aparte de la extraña coincidencia de perder dos hijos de manera casi consecutiva, hay una oscura sombra que planea sobre los hechos: los dos niños fallecieron cuando tenían exactamente 131 días de vida.



Cuando este segundo fallecimiento tuvo lugar, la Guardia Civil ya estaba con la mosca detrás de la oreja. Las autoridades no veían claros los testimonios de Germán R. T., de 28 años de edad, y Aroha M.G., de 27. Y cuando se hizo la autopsia de Omar, el primero de los hijos, se descubrió que tenía un traumatismo craneoencefálico. Cuando se hizo la del segundo, Dylan, descubrieron que tenía las costillas rotas, que le habían perforado el pulmón y que ya había sufrido heridas similares en la caja torácica.



Ya parecía que no había duda. Germán y Aroha fueron detenidos y se les ha imputado dos delitos de asesinato con el agravante de abuso de superioridad, dos de lesiones y dos delitos de maltrato en el ámbito familiar. Todo ello está instruido en la misma causa. De momento, se desconoce el por qué de la extraña coincidencia de que los dos niños murieran a los 131 días.

La pareja está imputada por dos delitos de asesinato.



“Esa mañana me llamaron y pensé que había pasado algo con mis nietos”, cuenta a EL ESPAÑOL la vecina del piso frente al que vivían Germán y Aroha antes de ser detenido. “Yo me estaba preparando para ir a trabajar, era muy temprano, y cuando Germán me dijo que entrara en la casa vi al bebé muerto encima de su cama. Él estaba muy nervioso y no paraba de llorar”, añade la mujer, que ha pedido mantener su nombre en el anonimato ya que en septiembre irá al juicio contra la pareja a declarar en calidad de testigo.



Una semana antes del bautizo



Frente a la casa donde sucedió todo, el trajín de este viernes es considerable. Al ser una zona céntrica, muchos apuran el vermut antes de comer y observan cómo los periodistas se arremolinan en torno al portal. Aunque la noticia ya se conocía y había aparecido en algunos medios locales en junio, cuando sucedió, este viernes ha dado el salto al ámbito nacional, cuando se ha conocido la extrañeza de los 131 días de vida que tuvieron ambos hermanos.



“A mí también me parece muy raro que coincida así, nosotros no les vimos nada raro en ningún momento”, comenta otra amiga de la pareja que también ha pedido mantenerse en el anonimato. “Yo también estoy embarazada, lo estuvimos las dos a la vez, y veía a Aroha muy feliz y hablábamos mucho de eso”, añade. Además, comenta que la muerte de Dylan tuvo lugar justo una semana antes de que se celebrara su bautizo. Ya tenían incluso el local apalabrado, un pequeño bar cercano a su casa y que pertenece a la casera que les alquila el piso.



Germán es natural de Caudete, donde creció junto a sus padres, que todavía viven ahí y a una hermana pequeña, y Aroha es de Elda, en la provincia de Alicante y a tan solo 30 kilómetros de la localidad albaceteña de él. Ambos se conocieron, se casaron y se fueron a vivir a Caudete, donde él trabajaba como jardinero en una empresa muy instaurada en la zona. Ella, en cambio, no trabajaba y se dedicaba a hacer zapatos en su casa. Ambos colaboraban como voluntarios de la Protección Civil en su localidad.

German y Aroha vivían en Albacete con sus dos hijos.



“Yo a ella la recuerdo haciendo los zapatos y que todo olía a pegamento. Le decía que estando embarazada seguro que no era bueno estar con todo el pegamento ahí y a ella le daba igual”, cuenta otra amiga que, igualmente, acepta hablar sólo si se mantiene su anonimato.

“Mi hijo es inocente”



En una pequeña casa de las afueras de la localidad está Mari, la madre de Germán. Habla a través de la puerta, no quiere abrirla. Cuentan los vecinos que llevaba ya unos días haciendo vida normal, defendiendo la inocencia de su hijo, pero al saltar de nuevo la noticia se ha recluido y apenas ha salido. “Mi hijo es inocente”, insiste gritando desde dentro de la casa. “Mi hijo es inocente, y dejadnos en paz. Si queréis saber qué pasó hablad con Rosa, la madre de Aroha”.



Y ahí lo deja, sin querer aclarar nada al respecto. Ni una pista de por qué los bebés duraron exactamente 131 días, pero deja la incógnita en el aire, como si supiera algo que no quiere decir. Es un misterio.



Cuando la pareja se instaló en Caudete, lo hicieron en un piso distinto al último en el que estaban viviendo. Ahí fue donde tuvieron a Omar. Igual que con su segundo hijo, ellos mismos llamaron a la ambulancia cuando se produjeron los incidentes y el bebé falleció poco después en el hospital de Albacete. A las autoridades, según informa el diario El Mundo, les dijeron nada más que no se lo explicaban y que se lo habían encontrado llorando.



Pero la autopsia demostró que el niño había sufrido un golpe en la cabeza y que ello le había provocado un derrame cerebral. Entonces, el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número dos de Almansa abrió diligencias previas y ambos estaban como investigados en la causa. Pero no fueron detenidos y cuando se enteraron de que ella estaba embarazada de nuevo activaron el protocolo para la protección del menor y se ordenó a los servicios sociales de Caudete un seguimiento que consistía en realizar informes cada 15 días, todos ellos favorables, según ha informado Efe.

Portal de la casa en la que vivían Germán y Aroha, en pleno centro de Caudete. E.E.



En esas, Germán y Aroha se cambiaron al piso en la calle Mayor. Ella se quedó embarazada, sólo cuatro meses después de haber perdido a Omar, y tuvieron a Dylan. “Recuerdo que el bebé lloraba muchísimo y él, Germán, entonces ponía la música muy alta”, cuenta su vecina. “Tenía una mesa de mezclas, no se si incluso algún curso de pinchadiscos, y estaba todo el rato con la música cuando el bebé lloraba, que lo hacía mucho”, añade.



“Después de la muerte del segundo bebé, de Dylan, la Guardia Civil vino a buscar a Germán al trabajo”, cuenta una compañera de su empresa de jardinería. “Después, lo dejaron en libertad y se llevaron a Aroha. Pero Aroha no volvió y al poco tiempo, en el mismo día, la Guardia Civil detuvo a Germán. Al día siguiente vinieron al trabajo con una especie de justificante en el que ponía que estaba detenido”, añade.

Esto ocurrió el pasado 4 de julio. Al día siguiente, ambos fueron puestos a disposición judicial y, ante las pruebas, declaraciones e indicios, se decretó la prisión provisional comunicada y sin fianza para ambos. A día de hoy siguen en la cárcel de La Torrecica, en Albacete. Cuando murió Omar, su madre puso un mensaje en Facebook: “Esto lo van a pagar los que lo han hecho”. Ahora que están detenidos, suena a premonición. Pero queda por saber por qué 131 días.