San Vicente de Raspeig (Alicante)

A Miguel Ángel Muñoz solo le quedaba dar un paso más. Realizar el último examen para, al fin, poder presentarse a la oposiciones de profesor de Educación Física. Era la prueba de valenciano, el 20 de agosto. Estaba contento, ilusionado. Después de toda una vida dedicada a estudiar y a formarse para ello, el sueño de este alicantino, de 34 años, cada vez estaba más cerca. Él, sus padres, sus tres hermanos, sus amigos... todos daban por hecho que lo conseguiría; pero ni tan siquiera llegaría a presentarse a ese examen. 

Veinte días antes de que llegase la esperada fecha, el 1 de agosto, el cuerpo de Miguel Ángel se cerró por un golpe de calor, por el que terminaría falleciendo cuatro días después. Era su primer día de trabajo como peón en Bonnysa, una empresa de productos agroalimentarios, en Muchamiel (Alicante). Estaba en el almacén, trabajando a destajo, montando cajas en palés, cuando se sintió mal y poco después se desplomó en el vestuario. Llegó en coma al Hospital de San Juan y jamás volvió a despertar. 

Trabajar cargando fruta no era el empleo deseado de Miguel Ángel, precisamente. Pero, además de convertirse en profesor algún día, su otra pasión era recorrer el mundo. Tenía un viaje planeado para irse a Japón en octubre y quería ahorrar algo de dinero para disfrutar al máximo de la experiencia asiática. Así que aceptó este empleo para el verano con ese objetivo. Cada día, durante julio y agosto, cogería su coche y recorrería los 15 kilómetros que separan su ciudad natal, San Vicente de Raspeig, de la fábrica de Bonnysa. Todo estaba planeado, pero su fin se vería truncado apenas cuatro horas después de haber empezado a trabajar como peón. 

El trágico desenlace de este opositor conmocionó a todo el municipio, en el que nació, se crió y donde todavía vivía con su madre Encarni. También levantó ampollas entre muchos trabajadores y, sobre todo, en la familia, después de conocer la versión sobre los hechos de la empresa frutera. El almacén, el lugar donde estaba trabajando el opositor a profesor, estaba a 28 grados y por tanto no había estrés térmico. El golpe de calor, de este modo, se antojaba algo improbable como causa de la muerte para la fábrica alicantina. 

Seis días después de lo ocurrido, EL ESPAÑOL visita la fábrica con el objetivo de hallar alguna respuesta, sin éxito. Los trabajadores guardan hermetismo respecto al tema. Cuando este periodista les pregunta, muchos no quieren contestar y otros, con titubeos, explican que "no está del todo claro cómo sucedió", pero que en cualquier caso serán los investigadores quienes deban esclarecerlo.  

Encarni junto a su hijo, Miguel Ángel. Encarni Peñalver.

"Entro en coma y murió en coma"

Para su familia, sin embargo, no hay ningún tipo de duda. Fue un accidente laboral. Así lo relata la madre del fallecido, Encarni Peñalver, que atiende a este periódico tras toda la polémica suscitada en torno al caso. Le flaquean las fuerzas, apenas ha pasado una semana desde que vio con vida a su hijo por última vez, pero para ella solo hay una explicación a todo y es que un golpe de calor mató a su hijo. 

"No sé que más puedo añadir, mi hijo murió por un golpe de calor. Nos lo confirmaron los médicos en el hospital cuando lo ingresaron. Por otra causa no se deshacen los órganos; no le funcionaba el corazón, no le iba el hígado... él no tenía ninguna enfermedad", relata Encarni, con la voz resquebrajada, desde su casa, en San Vicente del Raspeig. 

Para los facultativos no había otra explicación posible. "El médico dijo que un golpe de calor era así; el cuerpo es como una olla express, se cierra y empiezan a hervir todos los órganos. Y no tenía uno bien, es más, tenía las constantes tan bajas a causa de ello que si hubiese vivido nos dijeron que se habría quedado en coma", cuenta Encarni. "Entró en coma y murió en coma", insiste la madre, entre lágrimas. 

Encarni ni siquiera es todavía consciente de todo lo que ha vivido su familia en menos de una semana. Y aún menos de que su hijo Miguel Ángel, que vivía con ella y siempre estaba pendiente de todos, de sus hermanos, de su abuelo, de sus amigos, ya no volverá más a casa. "Está siendo muy duro, más teniendo cuatro hijos; el vivía conmigo...", manifiesta la madre, sin poder continuar con la conversación.  

Su mejor momento 

Miguel Ángel estaba viviendo uno de sus mejores momentos, reconoce Encarni. "Este mes era muy importante para él, hacía el examen de valenciano el 20 de agosto, que era lo único que le faltaba para presentarse a las oposiciones". Desde bien pequeño, este alicantino siempre había mostrado su pasión por el deporte. Así, cuando alcanzó las mayoría de edad, se decantó por dejar San Vicente y hacer la carrera de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte lejos de casa. Durante su etapa universitaria, además, se dio cuenta de que lo que quería era educar a los más pequeños e inculcarles los valores sobre una vida saludable. 

Poco después de terminar la licenciatura, cursó un máster habilitante para ser profesor y realizó las prácticas en el Ayuntamiento de su ciudad natal, junto al técnico de Deporte del Consistorio. Una formación que terminó hace apenas unos meses, tras lo que empezó de lleno a prepararse las oposiciones. Quería conseguir ser profesor cuanto antes y tener una plaza fija cerca de San Vicente de Raspeig. 

Miguel Ángel en uno de sus viajes.

Sus otras dos pasiones eran viajar y la fotografía. "Tenía un viaje a Japón del 12 al de octubre; lo tenía todo pagado, pero quería sacarse un dinerito para los gastos de allí y por eso decidió trabajar en la fábrica", rememora Encarni. Miguel Ángel siempre soñó con poder recorrer el mundo. "Le encantaba viajar, siempre decía que quería cambiar de trabajo y tener más tiempo para viajar. También le gustaba la fotografía, siempre andaba haciendo fotos a sus amigos allá por donde se iba de viaje".  

Abraham, un amigo de la infancia de Miguel, todavía no se cree lo ocurrido. "Nos conocemos desde hace unos 22 años y la verdad es que estoy un poco sin palabras. Por lo que me han contado, fue un golpe de calor, pero serán las autoridades los que tengan que esclarecerlo", relata.  

Al igual que su familia y sus amigos, el comité de trabajadores de la empresa de Bonnysa también mantiene que el opositor murió a causa de un golpe de calor. Y no solo eso, sino que aseguran que se desatendió a Miguel Ángel desde que manifestó que se encontraba mal hasta que lo encontraron tiempo después en el vestuario del almacén. En este sentido, el sindicato de Comisiones Obreras (CCOO) también anunció el jueves que llevaría a la Fiscalía la muerte del trabajador para que se investiga todo lo relacionado en torno a las causas, así como a sus responsables. 

Cronología de los hechos

Por su parte, la empresa alicantina Bonnysa no coincide con la versión de los trabajadores. Asegura que en la zona no había estrés término y que, en cualquier caso, habrá que esperar a lo que dictamine la autopsia. EL ESPAÑOL ha contactado con esta empresa frutera, que ha accedido a hablar y detallar paso a paso como ocurrió todo el primer y último día de trabajo de Miguel Ángel Muñoz.  

El opositor a profesor empezó a trabajar el pasado jueves, 1 de agosto, en el turno de tarde, de las 14.00 a las 22.00 horas. Su lugar de trabajo era el almacén de tomate. Allí se clasifica, se envasa, se pone en cajas y después de distribuyen en palés. Este último paso era la tarea del fallecido. 

La sede de Bonnysa en Muchamiel (Alicante), donde se desplomó Miguel. ER

Hasta las 18.20 horas, siempre según la empresa, el trabajador no había mostrado ningún malestar. En ese momento, es cuando los trabajadores toman su descanso. Se refrescan y meriendan hasta que al sonar la campana, los empleados deben volver al almacén. Sobre las 18.30 horas, Miguel comenta que se encuentra mal. "El encargado le dice que pare un rato y descanse", indican desde la empresa. Al rato el fallecido regresa y cuando pasan dos horas, a las 20.30, vuelve a comentar que no se encuentra bien.  

"Le decimos si necesita ayuda, si le acerquemos a San Vicente, pero él nos dice que no, que coge la moto y se va a casa", explican. Acto seguido, el encargado le abre el vestuario, donde no hay cámaras, y allí se desploma. No será hasta 20 minutos después cuando un trabajador lo encuentre inconsciente, tendido en el suelo. Sobre las 21.00 horas, los trabajadores llaman al Samur y Miguel Ángel es trasladado al hospital, donde muere cuatro días después a causa de un fallo multiorgánico.  

Después de todo, la empresa argumenta que el trabajador murió "por causas que desconocen" y descarta casi por completo que la causa sea un golpe de calor. En primer lugar, porque el lugar en el que trabajaba Miguel estaba a 28 grados y, por tanto, no había estrés térmico. Así lo corrobora una certificación de Invasset, una empresa externa a Bonnysa, que mide tanto la humedad como la temperatura de la zona. 

En segundo, desde la empresa aseguran que el almacén, además, tenía ventiladores y fuentes repartidas por todo el espacio. Y que, por otro lado, en ningún momento, se le pidió doblar el turno, o hacer sobresfuerzos.

A pesar de todo, el grande de los zumos alicantinos mantiene la cautela y espera que la autopsia aclaré las causas de lo sucedido. No será hasta dentro de un mes, puesto que se han trasladado a Madrid ciertos órganos de Miguel Ángel para su análisis, cuando se esclarezca todo. De confirmarse que, efectivamente, Miguel Ángel, murió por un golpe de calor, se trataría de la víctima número 13 que fallece a causa de ello en la provincia de Alicante.