Jessica Yaniv, quien ha encabezado la protesta.

Jessica Yaniv, quien ha encabezado la protesta.

Reportajes

La depilación de las ingles de Jessica, antes Jonathan, causa estragos en Canadá al negarse 16 salones

En Canadá, donde reside la activista, se ha producido una controversia judicial y religiosa. Mientras ella pide dinero al ser discriminada, las demandadas alegan creencias religiosas. 

27 julio, 2019 03:03
San Diego (California, EEUU)

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Jessica Yaniv se define como "orgullosa lesbiana" que nunca renunciará a pelear por los derechos humanos y la igualdad. Sin embargo, su última batalla como activista no está vinculada a la comunidad homosexual, sino a la transexual. Jessica, que nació llamándose Jonathan, ha llevado a los tribunales a 16 salones de belleza femeninos de Canadá por discriminarla por su identidad de género. Esgrime que se negaron a practicarle la depilación a la cera en brazos, piernas y partes íntimas. Un detalle no menor en esta controversia es que la demandante, hoy por hoy, conserva sus genitales masculinos.

Marcia Da Silva acababa de abrir su salón de belleza femenino en Vancouver, Canadá. Esta inmigrante procedente de Brasil ofrecía, entre otros servicios, las ingles brasileñas. Durante la primavera de 2018, Jessica la contactó a través de Facebook para acudir a su negocio. Por su foto de perfil parecía estar embarazada, aunque luego descubrió que la imagen no se ajustaba a la realidad. Es más, si aceptaba depilarla, tendría que practicar esta técnica sobre sus testículos. Además, según su testimonio, la clienta la acosó hasta el punto de que recurrió a la policía.

Jessica Yaniv, quien acudió a un centro de belleza para que le hicieran las ingles brasileñas.

Jessica Yaniv, quien acudió a un centro de belleza para que le hicieran las ingles brasileñas.

Este caso se remonta a hace un año. Todo arranca en Vancouver, en la Columbia Británica. Jessica demandó ante el Tribunal de Derechos Humanos de esta provincia canadiense a una serie de locales de estética dirigidos al público femenino, que en su mayoría estaban regentados por mujeres inmigrantes, algunas de ellas asiáticas de religión sijista, según recoge la prensa local. Estos establecimientos se llevan muchas veces desde los propios domicilios de las esteticistas, que trabajan con sus familias en casa, o a veces se trasladan a la vivienda de la clienta.

La noticia de las demandas pasaron algo desapercibidas entonces, simplemente como una denuncia más de discriminación hacia la comunidad transexual. No obstante, ya se abrió el debate sobre si estos salones debían estar obligados a realizar la depilación a mujeres transgénero con identidad femenina pero con aparato reproductor masculino.

No trascendieron detalles sobre Jessica porque un miembro de la citada corte decidió que, como mujer transgénero, podía ser víctima de acoso y amenazas, por lo que decretó que no se podría publicar su nombre. Sin embargo, la pasada semana un juez levantó este veto, alegando interés público, después de que la propia activista hubiera opinado sobre el caso en su cuenta de Twitter. Esto ha posibilitado conectar la identidad de Jessica con otras polémicas del pasado, llevando a los medios canadienses a indagar sobre lo ocurrido hace un año. 
La cuenta de Twitter de Jessica.

La cuenta de Twitter de Jessica.

Otra demandada, Marcia Da Silva, tuvo que cerrar su local tras la denuncia por el estrés que le generó esa situación y por la reacción de algunos clientes cuando supieron que había sido acusada de supuesta discriminación transfóbica. Relató al tribunal que ella no se negó a atender a Jessica por ser transexual, sino porque temió por su seguridad por el acoso al que la sometió la activista. Su esposo compartía esta preocupación.

En un tuit publicado el pasado jueves, Yaniv calificó el cierre del negocio de Da Silva como una victoria para los derechos humanos. "Esto no se trata de cera. Se trata de empresas e individuos que usan su religión y cultura para rechazar el servicio a grupos protegidos", añadió, acusando a las demandadas de "discriminarla ilegalmente".

El modus operandi de Jessica Yaniv consistía en reservar las citas a través de Facebook, usando imágenes de perfil que podían generar confusión a las personas que la atendían, según la versión de las demandadas. Tras conversar con ella, prefirieron no atenderla.

Jessica reservando una cita.

Jessica reservando una cita.

Las demandadas declararon que no llegaron entender lo que Yaniv quiso decir al denominarse transgénero, ya que para la mayoría el inglés es su segunda lengua. Pero además, la circunstancia de que poseyera genitales masculinos la desconcertó. Además, el devenir de las conversaciones les hizo sospechar que no era seguro llevarla a sus casas.

Sandeep Banipal es propietaria del Blue Heaven Beauty Lounge. Llevaba el negocio de depilación en su domicilio. Según su versión, Jessica Yaniv le dijo que estaba con la regla y le preguntó si podía trabajar alrededor del cordón del tampón. La esteticista declaró que una vez que supo la verdad, rechazó dar el servicio porque no tiene experiencia en la depilación de genitales masculinos y se iba a sentir incómoda.

Sukhi Hehar Gill es otra mujer a la que Yaniv le solicitó la depilación de brazos y piernas. La esteticista usa una camioneta para viajar a las casas de sus clientes. Su padre y su esposo declararon, con la ayuda de un traductor, sobre la vulnerabilidad especial de Gill, que padece cierta discapacidad. Temían por su seguridad. Gill testificó que tras aquella experiencia ahora sufre de ansiedad y depresión, y le preocupa cómo esto le afectará si decide tener otro bebé.

Estas dos mujeres profesan además el sijismo. "Que el Estado obligue a una mujer a saltarse su conciencia y sus derechos religiosos mediante la prestación de un servicio íntimo de esta naturaleza sería una grave violación de los derechos constitucionales de ella y de su familia", argumentó su defensa.

Al margen de cuestiones religiosas, el aspecto técnico también influye. Angie Barnetson, esteticista con 29 años de experiencia en depilación masculina, testificó como experta de las demandadas, asegurando que es muy diferente depilar los genitales de un hombre y los de una mujer, pudiendo ocasionar lesiones graves si no se domina la táctica.

"Dada la realidad biológica, ¿puede el Estado obligar legalmente a una mujer que no depila genitales masculinos a brindar este servicio, y castigar a la persona por negarse, porque el cliente se identifica o expresa como mujer?", planteó el abogado de la defensa. Esta cuestión abre un debate jurídico en Canadá, que toca asuntos tan delicados como la identidad de género o la discriminación de la comunidad transexual. La resolución del caso puede llevar a que los salones de belleza femeninos tengan que adaptarse a ofrecer los mismos servicios con independencia del sexo biológico.

Compresas y jóvenes

Durante la audiencia, Yaniv explicó que usa tampones y afirmó ser intersexual, explicando que la intersexualidad significa "ambos sexos juntos". La activista preguntó a la corte por qué las demandadas deberían poder usar su religión y sus creencias culturales "contra el colectivo LGBT".

Tras escuchar a las dos partes, el tribunal decidió de momento levantar el veto a publicar información sobre la activista al entender que se trata de un asunto "con amplias implicaciones públicas".

Desde que el caso ha empezado a cobrar notoriedad de nuevo a raíz de la publicación de la identidad de la activista, numerosos medios han comenzado a sacar a la luz supuestos episodios del pasado de Yaniv, algunos de ellos muy inquietantes, como que tratara de organizar fiesta LGBT ‘topless' para mayores de 12 años en una piscina pública, vetando la presencia de los padres.

Otro ejemplo, según publica The Post Millenial, son sus constantes comentarios contrarios a los inmigrantes en sus redes sociales, pidiendo redadas policiales para deportarlos en zonas habitadas por población de color, a la que califica en ocasiones de "poco limpia".

Más problemáticas son las publicaciones de capturas de algunas de sus conversaciones en Facebook, en las que muestra su fascinación por la menstruación de chicas jóvenes, así como por comentar con ellas todo lo relacionado con los cambios de compresas y tampones.

De hecho, en una de las conversaciones con un salón de estética en Facebook, Yaniv dijo que poseía genitales femeninos y que estaba con el periodo. La esteticista le recomendó usar un tampón para depilarla sin saber que en realidad sus genitales eran masculinos, según esta publicación.

También se ha reproducido capturas de una web de contactos sociales en las que Jessica presuntamente buscaba chicas menores. Además, según Life Site News, una presunta víctima de esta activista transgénero ha presentado una denuncia en su contra por acoso sexual cuando sólo tenía 14 años. Según relaté, Jessica le habría confesado que quería tener sexo con chicas menores de 18.

El juicio mientras sigue su curso. La decisión del tribunal tendrá un fuerte impacto precisamente sobre los pequeños negocios de otra minoría canadiense, las mujeres inmigrantes empresarias, que podrían perder la capacidad de decidir si tienen algo que decir a la hora de hacer las inglés brasileñas a un escroto.