Corría el año 2017 cuando cuatro ‘emprendedores’ lituanos se plantaron en la localidad almeriense de Níjar buscando terrenos agrícolas para arrendarlos. El objetivo era producir marihuana a gogó aprovechando las horas de sol, las temperaturas cálidas y el viento que favorecen la producción intensiva de tomates y pimientos en los invernaderos de la zona. Estos ‘inversores’ de Europa del Este entablaron negociaciones con un agricultor, José, al que a sus 52 años le sedujo la posibilidad de convertirse en productor de ‘maría’ para dejar atrás décadas de extenuantes jornadas de trabajo doblando el lomo en sus tierras.

El acuerdo que supuestamente cerraron ambas partes fue la primera piedra de la red internacional que los lituanos Edgaras, Laimis, Darius y Donatas presuntamente iniciaron en Almería y después extendieron por Murcia y Alicante. Tal era el número de fincas, invernaderos y clubes de fumadores de cannabis que supuestamente llegaron a controlar que contaban con clientes en España, Holanda, Bélgica y Alemania. En dos años, estos ‘emprendedores’ de Europa del Este han llegado a mover presuntamente la friolera de 16 millones de euros. Comenzaron a producir marihuana en la citada finca de Níjar, situada en el paraje conocido como Cortijo de las Norias, que contaba con cuatro invernaderos distribuidos a lo largo de 61.517 metros cuadrados de terreno: en uno plantaron 10.000 esquejes de marihuana, en otro tenían 22.000 plantas...

Los inversores regresaron a Lituania después de habilitar en las instalaciones almerienses maquinaria para la extracción y tratamiento de los cogollos, medidas de seguridad, como sensores de movimiento, además de contratar presuntamente a vigías que pasaban todo el día en un almacén agrícola donde tenían por catre unos colchones colocados sobre cajas de plástico que se emplean para recolectar hortalizas. José era el enlace en Níjar con los narcos de Europa del Este. El negocio iba viento en popa porque las condiciones climatológicas permitían que las plantas alcanzasen 2,5 metros de altura. Sin embargo, el fuerte olor a marihuana acabó destapando esta actividad ilícita y la Guardia Civil, en septiembre de 2017, puso en marcha la ‘Operación Alcantha’ en la que se incautaron 41.500 plantas.

El registro de la finca apuntaba a que un agricultor de Níjar no podía estar detrás de la mayor plantación de marihuana que se había desmantelado hasta la fecha dentro de un invernadero en la provincia de Almería. Tenía que haber más gente detrás. La Benemérita ha investigado durante dos años hasta dar con los lituanos que realizaron ese primer viaje de negocios a la citada población almeriense: Edgaras, Laimis, Darius y Donatas. En sus pesquisas ha contado con la colaboración de la Policía de Lituania porque los supuestos cabecillas de esta organización criminal tenían su residencia habitual en Vilna, entre otras ciudades, y solo viajaban puntualmente a España para controlar sus plantaciones. Sus estancias en suelo español no se prolongaban más de dos o tres días y ni siquiera se producían en hoteles. La discreción marcaba sus viajes. De hecho, para evitar realizar pagos, dejar asientos en bases de datos o registrarse en establecimientos hoteleros siempre optaban por alquilar pisos de particulares que se ofertaban en Almería, Alicante y Murcia. Estas operaciones de alquiler las cerraban a través de otros miembros de la organización criminal que residían en España, evitando que trascendiera la identidad de los presuntos cabecillas.

Invernadero que los lituanos supuestamente alquilaron en Níjar a un agricultor en 2017 para empezar a desarrollar sus centros de producción de marihuana.

Posando en Facebook con un fusil de asalto

En sus estancias ni siquiera comían fuera de los inmuebles que alquilaban. Solo salían lo imprescindible para visitar fincas y los clubes de fumadores. En redes sociales tampoco eran activos. Sin embargo, Edgaras, uno de los supuestos cabecillas, sí utilizaba Facebook. En su perfil asegura que se formó en la Escuela de Negocios de Turismo y Comercio de Vilnius. También ofrece muestras de sus gustos por los vehículos de alta gama y por las armas puesto que aparece en una foto posando con gesto serio, ataviado con un sudadera y una gorra, mientras sostiene lo que parece un AK-47 (un fusil de asalto soviético). Tal imagen es solo un ejemplo de la violencia que podían llegar a emplear los miembros de esta presunta organización criminal, puesto que en el marco de la segunda fase de la ‘Operación Alcantha’ uno de sus integrantes atropelló a un teniente del cuartel que la Guardia Civil tiene en Níjar.

Este incidente se produjo en la localidad almeriense de Campohermoso donde los investigadores comprobaron que detrás de las tomateras de un invernadero había ocultas 8.110 plantas de marihuana. En las instalaciones, situadas en el paraje de La Serrata, los guardias civiles sorprendieron a dos ciudadanos de Europa del Este: uno huyó a la carrera y el otro se subió a un vehículo llegando a atropellar al mando de la Benemérita para lograr escapar. La Benemérita logró interceptar la fuga a pie de Darius y comprobó que era uno de los cuatro cabecillas de esta supuesta red internacional de producción y venta de ‘maría’, puesto que tenía pendiente una orden europea de detención y entrega por tráfico de drogas en Bélgica. Esta intervención permitió a los investigadores comprobar que estos lituanos, tras la detención de José, el agricultor de Níjar, habían optado por sacar los centros logísticos de producción de la provincia almeriense y habían habilitado nuevos invernaderos de cultivo alquilando siete fincas en Mula (Región de Murcia), Elche, Denia, Petrer y San Juan de Alicante.

Un guardia civil durante uno de los registros de un invernadero que ha sido intervenido en la segunda fase de la 'Operación Alcantha'.

En estos terrenos, alejados de los núcleos urbanos, camuflaban la ‘maría’ entre cultivos agrícolas. Lo hacían después de cerrar acuerdos de arrendamiento con los agricultores que no eran conscientes de que sus fincas se emplearían para producir esta sustancia estupefaciente. Los lituanos ponían el dinero, el personal y el ‘know-how’: semillas modificadas genéticamente y aparatos de última generación para sacar el máximo rendimiento a la tierra y empalmar una ‘cosecha’ con otra.

“Comenzaron con grandes plantaciones y tras la intervención que desarrollamos en Almería cambiaron su ‘modus operandi’: pasaron a varios invernaderos, de tamaño más pequeño”, tal y como detalló este miércoles el capitán y jefe de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Comandancia de Almería, José María Zalvide. “Esta organización tenía distintas sociedades de clubes de fumadores de marihuana y también tenía ramificaciones en Cataluña”. Precisamente, un club de la localidad alicantina de San Juan era su centro de operaciones. Los investigadores localizaron este local después de interceptar un dispositivo tecnológico que utilizaba uno de los miembros del grupo que desarrollaba tareas de dirección de la organización y que les permitió conocer las rutinas de esta persona, así como las actividades que desarrollaría en determinadas fechas y lugares.

En el club de fumadores fueron arrestados los tres cabecillas restantes: Edgaras, Laimis y Donatas. Les pillaron con 33 kilos de marihuana envasada, 71 kilos de hachís y 2,5 kilos de éxtasis. En las fincas agrícolas que tenían arrendadas empleando hombres de paja en Mula, Elche, Denia, Petrer y San Juan contaban con cámaras de vídeo, vigías y equipos de contravigilancia, cuya labor era patrullar con vehículos por el perímetro para evitar dos situaciones de riesgo: la primera, cerciorarse de que ninguna parcela estaba siendo vigilada por las Fuerzas de Seguridad en el marco de una investigación, y la segunda, evitar los vuelcos de droga que realizan ladrones o narcos a plantaciones de ‘maría’. Los encargados de vigilar los invernaderos pasaban las 24 horas en el campo, puesto que otros miembros se ocupaban de hacerles llegar los víveres. Sin embargo, tales medidas de seguridad no evitaron que en los registros practicados por la Guardia Civil en las fincas se interviniesen más de 4.000 plantas de marihuana, un arma detonadora y cayesen otros seis miembros de la organización.

Los supuestos cabecillas han ingresado en prisión

Durante las dos fases de la ‘Operación Alcantha’ se han practicado 11 detenciones, el agricultor almeriense y diez ciudadanos lituanos, pero la investigación sigue abierta y no se descartan nuevos arrestos. El capitán y jefe de la Unidad Orgánica de Policía Judicial, José María Zalvide, resaltó este miércoles que “desarticular una organización criminal de estas características es bastante difícil, porque tras la primera intervención ellos trataron de pasar desapercibidos”. A la vista está que no lo consiguieron: Edgaras, Laimis, Darius y Donatas han ingresado en prisión.

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