A ella le tocó el feo honor de ser la primera. Hubo más antes, por supuesto, pero Diana Yanet Vargas fue la que inauguró la lista de mujeres muertas por violencia de género. Más bien fue su pareja, Harald Mikael Robert, el que la hizo inaugurarla. Ahora, este martes, esa lista negra ha llegado a los 1.000 nombres y apellidos, cada uno con historias que ya no podrán ser por la lacra del machismo. El registro rompe las estadísticas y pone cara a las víctimas, que desde hace tiempo ya superan a los muertos de la banda terrorista ETA en toda su historia. 

A Diana Yanet esta suerte le tocó la noche de Reyes, en la madrugada del 5 al 6 de enero de 2003. Fue sobre las 2:00 horas de la madrugada cuando Harald Mikael la arrojó por el balcón de su casa en Fuengirola, Málaga. Pero para contar bien su historia hay que retrotraerse.

Diana Yanet nació en Colombia en 1975 y desde pequeña ya tuvo que sufrir las consecuencias de la violencia. Su madre fue asesinada en Bogotá, cuando ella todavía era pequeña, y su padre la sometió a malos tratos mientras crecía. Buscando otro tipo de vida, Diana Yanet aterrizó en España, donde conoció con 20 años a John Fredy Betancurt, el padre de su hija, Laura. 

La relación de ambos no cuajó y Diana Yanet abandonó Madrid para ir a trabajar a Málaga. Ahí pasó por un poco de todo, desde camarera hasta limpiando pisos, todo por salir adelante con Laura, su pequeña. Fue en 2001 mientras trabajaba como camarera en el club Scandalo de la capital malagueña cuando conoció al que después sería su verdugo, Harald Mikael, un sueco que vivía en Fuengirola y que por aquel entonces tenía 32 años. Él tenía un pequeño negocio, regentaba una tienda de muebles, y en agosto se fueron los tres a vivir juntos. 

Harald Mikael durante el juicio. Carin Osvaldsson

Como en muchos de estos casos, la violencia empezó a llamar a la puerta en pequeñas dosis. Primero, ese mismo 2001, en navidad, ya le fracturó la mandíbula. Al año siguiente la golpeó y le provocó sangre en la boca y en la nariz. Él tuvo una orden de alejamiento pero ninguno de los dos la cumplió. 

Su caso, aunque el primero, es casi canónico. En la mayoría de los casos de violencia de género, sea mortal o no, se crea una especie de espiral que va alternando momentos de violencia con reconciliaciones en las que parece que todo va a salir bien y que reciben el nombre de luna de miel. Por eso las víctimas son tan víctimas, y la mayoría no denuncia a su agresor. 

“No me pegues, no me tires”

Esa noche de 2003 en la que a Diana Yanet se le acabó la vida empezó como otras, con una discusión entre ella y Harald Mikael. La diferencia es que esa vez él llegó más lejos que nunca. En esa disputa, ella le tiró a él un cazo con agua fría y ahí todo se desató. Harald Mikael respondió cogiendo el palo de una fregona y golpeando a Diana en la cabeza, mientras un amigo de él, Charles Paul Marcel, presenciaba los hechos sin hacer nada al respecto, según relata la sentencia que dictaminó la Audiencia Provincial de Málaga.

En ese momento, Diana llamó al 112 para denunciar los hechos pero la conversación se cortó. Según se pudo saber después, Harald, arrebatado de ira, rompió parte del mobiliario y decidió tirar por la ventana el árbol de Navidad que ambos tenían en la casa y Diana fue a recogerlo. Cuando subió al piso de nuevo, él la agarró y en volandas la llevó hasta la terraza donde la tiró por el balcón

Según los vecinos, ella llegó a gritar “no me pegues, no me pegues, no me tires”, pero él hizo caso omiso. Los vecinos intentaron hacer lo imposible por salvarla pero el amigo de Harald, Charles Paul, cerró la puerta de la vivienda que se encontraba abierta después de que Diana hubiera subido con el árbol de Navidad. En la caída, ella se golpeó con un aire acondicionado que asomaba por una ventana y murió en el acto. Así, Diana Janet abrió una lista que el Instituto Nacional de Estadística había empezado a elaborar cinco días antes, el 1 de enero de 2003. 

Doce de las víctimas mortales de violencia de género en 2018. E.E.

Al entierro de Diana no fue nadie excepto algunas mujeres de Violencia Cero, una plataforma contra la violencia machista ubicada en Málaga. Por suerte, su hija Laura estaba en Madrid. Ella la había enviado ahí con su padre. A su expareja le dijo que Harald la agredía y esa fue la mejor decisión que se le ocurrió. La sentencia más tarde reveló que Diana había estado viviendo en un “clima de violencia habitual”

El asesino dijo que él era la víctima

Dos días después, Harald fue detenido por la Policía Nacional cuando volvió al piso. Quería escapar y huir a su Suecia natal pero las autoridades le lograron interceptar antes. Durante el juicio,que tardó tres años en celebrarse, Harald aseguró ser la víctima. En un rocambolesco relato de lo sucedido, él dijo que ella lo tenía amenazado con un cuchillo de cocina y que estaba sentada en la barandilla de la terraza. ¿El motivo por el cual se cayó? Pues que Diana le fue a pegar una patada, es decir, a agredirle a él, y perdió el equilibrio.

Su versión fue calificada por el juzgado como “absurda e inverosimil”. A Harald le cayeron 14 años de prisión y a su amigo 18 meses. Además, tuvo que indemnizar a la hija de Diana con 180.000 euros. Según el diario Las Provincias, Harald cumplió condena en España desde el 8 de enero de 2003 hasta el 12 de junio de 2008 y posteriormente fue extraditado a su país, donde siguió cumpliendo una condena que ya ha terminado. Ahora, está en la calle y se ha vuelto a casar. 

Desde Diana Janet hay cosas que han cambiado. Las leyes y la sociedad han intentado ir de la mano para intentar combatir esta lacra, sin embargo, sigue presente en el día a día de muchas mujeres. Este lunes, en Valencia, Beatriz A. H. cerraba el círculo de las 1.000 muertes. La joven, de 29 años, ha sido acuchillada por su pareja, que después, se ha arrojado al vacío. En lo que va de 2019, ya son 23. Y contando.