El palmarés es de estrella de los pesos pesados; el currículum, para enmarcar: 15 denuncias, 24.000 euros robados en cajeros de al menos seis víctimas que contactaron con él, otros 30.000 euros estafados a siete víctimas diferentes, innumerables robos de tarjetas de crédito, engaños en webs de citas para adultos, hospedaje en hoteles de lujo con los dnis que iba robando por ahí, ingresos varios en la cárcel, diversas detenciones. Etcétera, etcétera, etcétera. 

Su nombre es Javier B.P., es conocido en Vigo (Pontevedra) como Javivi, tiene 40 años y lleva bastante tiempo realizando todo tipo de timos en la zona en los últimos años. La mayoría de sus presas son hombres a los que iba conociendo a través de distintos chats en internet. Luego quedaba con ellos. Y después, entre el sigilo, aparecía su mano para extraer silenciosamente sus dnis y sus tarjetas de crédito de sus respectivas carteras. Se quedaba con ellas para luego sacar dinero de sus cuentas, o comprar por internet a su nombre. 

Semanas después, algunos de esos hombres con los que había mantenido relación observaban cargos en sus cuentas bancarias. Era Javivi, que compraba utilizándolas indiscriminadamente. Los afectados, por más denuncias que pusieran, les costaba mucho localizarle. 

Ahora acaba de ser detenido de nuevo. Javivi tenía que entrar en prisión debido a uno de los casos por los que le persigue la justicia. En lugar de aparecer en la cárcel de A Lama, como debía, volvió a actuar evadiendo sus responsabilidades, igual que en otras ocasiones. El protagonista de esta historia cogió y se fue para un hotel de lujo del centro de Vigo en donde había alquilado una habitación. 

Se puso a hacerse con todo el dinero que pudo de las víctimas a las que había timado y estafado en los meses anteriores. Sacó 24.000 euros de las cuentas de todos los afectados. Luego, con decenas de tarjetas robadas, se presentó en distintas tiendas del centro de Vigo. Era el nuevo 'don Juan' de internet. 

Entrada al hotel

Javivi accedía al lujoso hotel esta semana. Allí le localizaron. Iba a hacer caso omiso de las autoridades. Llevaba 1.000 euros en el bolsillo y los DNI y tarjetas que había ido robando en estos últimos años a distintos afectados. Su intención era salir a comprar, comprar y comprar, que era lo que venía haciendo desde hacía mucho tiempo con el dinero que se iba quedando en cada asalto a las víctimas. 

El modus operandi resultaba bien sencillo. A poco que uno se despistase la maquinaria de este presunto estafador comenzaba a funcionar. Javivi quedaba con ellos bajo pretexto de conocerse mejor. Casi siempre el primer contacto era a través de las innumerables webs de citas en las que este tipo se movía. Javivi suma ocho arrestos previos por actitudes similares pero nunca se ha amedrentado ni se ha echado atrás.

A partir de ahí, tras quedar juntos, tras la cita, en un momento de despiste se hacía con los números de teléfono, los datos de su tarjeta, la documentación. A veces se quedaba con las tarjetas y a veces simplemente les realizaba una copia. Y se quedaba con acceso a todo. Datos que le servían muy bien después para vivir muy bien en la ciudad: se compraba todo tipo de objetos electrónicos, adquiría móviles de última generación. 

Y así durante años. Pesaban sobre él dos órdenes de detención emitidas por el Juzgado de Instrucción Número 5 y el Penal número 3 de Vigo. Ya le habían detenido a principios de este año, y sabían que había vuelto a las andadas porque el caso resultaba enormemente similar. 

Al principio, según los datos de la Policía, Javivi no estaba siendo tan cuidadoso: ligaba con distintos chicos y ya luego, en un momento de despiste cogía la tarjeta, anotaba el número, que lo conservaba hasta después de marcharse. Otras veces les robaba directamente la tarjeta, pero eso no solía surtirle efecto porque la denuncia llegaba a los pocos días y para ese entonces la tarjeta ya había sido cancelada. 

Sin embargo, últimamente había comenzado a tomar precauciones debido a las detenciones recientes: esperaba a que sus citas se hubieran marchado a dormir. Luego se levantaba de la cama y lo anotaba todo. Incluso se hacía cuentas de teléfono móvil haciéndose pasar por sus víctimas para que le llegase un terminal nuevo, recién comprado. El objetivo era sencillo: si el banco alertaba a la víctima, en realidad la anotación contable le llegaba a su teléfono y la víctima no se enteraba de nada. 

Así, si iba a retirar dinero de la cuenta de otra persona, tarde o temprano la policía revisaría las imágenes y lo reconocería porque ya está fichado. Suma siete arrestos anteriores y tiene, al menos, una condena por el mismo tipo de delito. El truco que ideó fue entrar en el cajero con una gorra calada para tapar su cara y, si era grabado, despistar a la policía.

También buscó soluciones para evitar que saltase su nombre al comprar en Internet con dinero ajeno. Tenía que lavar su rastro. Para blanquear el botín, lo ponía a nombre de terceros sin vinculación directa con él. Por ejemplo, la policía cree que tras sustraer dinero de una cuenta, compró una motocicleta pero la registró a nombre de otra persona.Pese a tomar tantas precauciones, la Policía detectó su rastro cuando el implicado, supuestamente, usó dinero ajeno para comprar robots de cocina a 1.500 euros cada uno. Poco después, los revendió a 800 euros a los cazadores de gangas. La venta la cerró a su nombre y... lo pillaron. Ahora, está pendiente de si ingresa en breve en prisión.

Otros casos similares muy recientes 

En los dos últimos años se han producido varios casos similares al que se ha destapado esta semana en Galicia. Hace dos años, Rodrigo Nogueira Iglesias, conocido como el 'Don Juan de Marín' o también como el 'Don Juan de Internet', fue descubierto y detenido por delitos similares a los que ahora estamos conociendo. Había estafado, por lo menos, a 62 mujeres y dos hombres. El dinero que logró con su estafa ascendía a más de 60.000 euros. 

Muchos de aquellos que se cruzaron en su vida quedaron psicológicamente destrozados. Tras ser detenido, y puesto en libertad provisional, Rodrigo logró huir, y se le dio por desaparecido. Al poco la Guardia Civil dio con su pista y fue detenido cuando se encontraba, en teoría, en paradero desconocido. 

Las historias de las víctimas a las cuales había estafado resultaban absolutamente rocambolescas: ex parejas que se conocían entre sí, trampas tendidas para lograr cazarle... Nogueira hacía creer a sus víctimas en videoconferencias por Skype que se encontraba en Suecia, pero luego resultaba que mantenía una residencia fija en Burgos. Tras él quedó un rosario de desengaños, infidelidades, robos, tarjetas de crédito desaparecidas y decenas de mentiras diferentes. Todo un delirio. 

Otro ejemplo tuvo lugar el año pasado con un televisivo y no menos estridente protagonista. Albert Cavallé, más conocido como el estafador del amor o el gigoló estafador, fue detenido en el mes de marzo de 2018 por estafar a diversas mujeres. Sobre él pesaban cinco órdenes de búsqueda y captura. En los vídeos que se grababa se autodenominaba a su mismo 'papá'. Sus amigos le conocían como 'Tito'. 

36 años, original de Barcelona, Cavallé poseía un extenso historial delictivo, pese al cual no tuvo problema en mofarse de sus víctimas a través de un audio en el que insultaba a una de las jóvenes y se jactaba de ello, reconociendo directamente las estafas en público.  Había llegado a estafar a más de 40 mujeres. El estafador lograba obtener de la mayoría de ellas unos 1.000 o 2.000 euros. Sin embargo, dos de sus víctimas confesaron que llegaron a extenderle las cantidades de 40.000 y 60.000 euros, respectivamente. Un dinero sin pasaje de regreso, que nunca volvieron a ver. 

Sus fotografías por whatsapp, la cara cubierta de billetes de gran calado, esas gafas de sol medio de chulo, los hoteles, un yate caro... Nunca se privó de nada, y sus dotes para el habla le llevaron a encandilar a muchas mujeres. Quizá por eso era un viejo conocido de la Policía en Cataluña. Sobre él pesaban ya cinco sentencias por: por estafa, por apropiación indebida, por simulación de o por impunidad ante la justicia. Con la cantidad de denuncias que tenía encima se retrasaron todos los procesos judiciales en su contra y gracias a ello pudo proseguir con su vida de hoteles caros, y restaurantes lujosos.