Una mañana del año 2017, los vecinos de Cerecinos de Campos (Zamora) se despertaron y se encontraron que en una de las fincas más grandes de todo el municipio alguien había excavado un hoyo gigante. Un hueco en la tierra de varios campos de fútbol de anchura. El terreno estaba como a las afueras del municipio, tenía unas diez hectáreas de extensión y su dueño se había desprendido de ella. Se la había vendido el año anterior a una gran empresa que estaba implantando distintos negocios en la zona. Eso les daba un poco igual, simplemente tenían la curiosidad de saber quien estaba excavando aquella monstruosidad. A sus ojos, aquello debía de parecerles como el cráter de un meteorito.

Pronto supieron que aquello no era una simple excavación, sino una bañera en la que acumular desechos de los animales de una gigantesca granja de gorrinos que se estaba construyendo por aquel entonces. Un enorme proyecto industrial de ganadería porcina en masa. O sea, una producción en cadena de lo que ellos llaman ahora "cerdos artificiales". 

Aquel hoyo se transformó pronto en una enorme construcción que hizo cundir la preocupación entre los habitantes del pueblo. Una preocupación que llevó a la mayoría de los vecinos a levantarse en armas contra esta iniciativa privada.

Hace ya dos años de eso, y han sido casi 24 meses de conflicto y de manifestaciones que han desembocado en que la asociación creada expresamente para protestar contra la edificación de esta mole ha ganado las elecciones municipales del municipio celebradas el 26 de mayo.

De algún modo, es un pueblo de la llamada España vacía - su población no llega a los 200 habitantes- que se ha alzado en armas contra la industria de las macrogranjas. 

Manifestación este fin de semana en Cerecinos junto a la macrogranja. Cedida

El PP era el partido que gobernaba esta pequeña localidad. Pero la nueva fuerza política local de nombre Ahora Decide han logrado hacerse con los votos de 147 habitantes del pueblo, consiguiendo cinco concejales que le otorgan la mayoría absoluta frente a los dos del PP. Un vuelco que no tiene precedentes.

Algo similar ha ocurrido en la localidad vecina de Pozoantiguo, donde la incipiente formación GIP (Grupo Independiente Pozoantiguo) ha obtenido cuatro de los cinco concejales del consistorio. Ha sido el mismo movimiento y la misma ola la que ha cobijado a estas dos formaciones en los dos ayuntamientos. Es época de sorpresas en Zamora, y bien lo refleja la mayoría absoluta conseguida por Izquierda Unida también en las elecciones del 26-M en la capital de la provincia. Tras meses de manifestaciones, que representantes de esta reivindicación relatan ahora a EL ESPAÑOL, la lucha ha dado sus frutos. 

La historia del pueblo

El nombre de Cerecinos proviene, según el que va a ser su nuevo alcalde, de la palabra 'cereal', producto que era el principal sustento de sus habitantes durante muchos años. Era el sustento levantado de la tierra al que la mayoría se dedicaban. "En las décadas y en los siglos anteriores, aquí era de lo que se vivía, del cereal, de la agricultura. Y también de la ganadería, de los cerdos, más o menos como ahora. Solo que nadie quería instalar unos proyectos de esta magnitud y tan perjudiciales para el pueblo. 

Jesús Deza tiene 58 años y es la segunda vez que se convierte en alcalde del pueblo. Hace dos décadas gobernó 8 años consecutivos (de 1991 a 1999) presentándose por el partido Popular. "Pero acabé muy cansado y muy quemado de la política. Imagínate la política y cómo será esta en los pueblos pequeños". 

Volvió a lo suyo, el campo, los animales y la agricultura. De joven se marchó a Madrid a estudiar para perfeccionar sus conocimientos como ingeniero agrónomo. Estuvo fuera trabajando pero recién cumplidos los 30 se volvió al pueblo. "Aquí es donde estoy yo bien". Ya no se volvió a mover desde entonces. 

Pero algo cambió hace unos meses e hizo que decidiese volver a presentarse. Tras decenas de actos y manifestaciones contra la edificación del gran complejo industrial de la macrogranja de cerdos, la mayoría del reducido vecindario de Cerecinos constituyó en octubre del año pasado la asociación "Vida Rural". "Lo que está ocurriendo no nos gusta: una balsa destinada al depósito de casi 20.000 metros cúbicos de purín (excrementos y orinas de cerdos, denuncian, con toda clase de medicamentos y piensos adulterados). No tenían licencia, ni había normativa urbanística que amparase la obra. Hasta que el ayuntamiento la cambió". Quien habla es Pedro Luis Antas, presidente de la asociación. 

El nuevo alcalde de Cerecinos de Campos. B.C.

La constitución de la asociación fue el primer paso. El siguiente, que los vecinos salieran a la calle. El tercero, intentar llegar a la alcaldía. Y para eso terminaron fijándose en alguien que, 20 años atrás, ya la había ocupado.

"Yo me salí del PP y ahora no tenía intención de presentarme de nuevo. Pero me vinieron de la asociación y me dijeron: 'Oye, Jesús., que hemos hablado con otros candidatos y no conseguimos nada, pero es lo que nos falta'. Al final, tras pensarlo mucho, decidí presentarme pero por este grupo independiente", dice Deza, fulgurante vencedor de los comicios en un pueblo cuyo clamor contra esta industria masiva es unánime: no la quieren allí. 

77.000 lechones y 3.400 cerdas

No son pocas las casas que en el pueblo mantienen colgado un cartel con un cerdo pintado sobre la señal de prohibición de tráfico. Muchos de ellos cuelgan en las fachadas de sus viviendas esa imagen con el mensaje: "Macrogranjas no". Se trata de un mensaje inequívoco. Decenas de habitantes (decenas en un pueblo como Cerecinos una marabunta de gente) tienen colgada esta premisa en sus ventanas como quien exhibe la bandera de su país. Para la mayoría de los vecinos de este lugar, la única patria que existe es la defensa de su pueblo. 

Según la asociación constituida por los vecinos, que incluye a distintos ecologistas que han estudiado la zona, la granja generará más de 3.400 cerdas y 77.000 lechones cada año. El impacto medioambiental está asegurado, y resultará irreversible: el olor desagradable de los desechos (millones de litros de purines, residuos fecales de los cerdos), la eliminación de puestos de trabajo, las consecuencias medioambientales, la saturación de nitratos en la propia tierra, la posible contaminación de los acuíferos. Son demasiadas cosas.

"No es una inversión que vaya a generar riqueza", advierte Deza, actual y designado alcalde por mayoría absoluta. "Hay explotaciones muy parecidas ya en la provincia que no necesitan más de cinco empleados para gestionar esos enormes complejos en los que hay miles y miles de cerdos encerrados".

En muchas de las casas de los pueblos cuelgan este tipo de mensajes. Cedida

Al principio, los habitantes de Cerecinos preguntaron al alcalde del pueblo si sabía qué era lo que estaba sucediendo allí. "Se hizo el loco -el regidor electo y el presidente del colectivo- y nos dijo que no tenía ni idea, que los rumores eran falsos, que no nos preocupásemos... Y mira al final lo que ha pasado. Intentó silenciar el proyecto, sin consultarlo con los vecinos. Eso era lo mínimo que pedíamos". 

La construcción de este tipo de complejos se está convirtiendo en una tendencia en los últimos tiempos en España, y a la vez en un movimiento de rebelión por parte de la ciudadanía, mayoritariamente en contra de estos complejos. En noviembre del año 2017, la organización SEO/BirdLife denunciaba la "burbuja" de proliferación masiva de macrogranjas que se estaba produciendo en España. Justo casi al mismo tiempo que emergía este conflicto en Cerecinos de Campos. 

La ONG explicaba que este tipo de proyectos tienen una grave repercusión ambiental en el entorno, especialmente porque el uso intensivo de los recursos naturales hace que el ecosistema en el que se instalan colapse. Sobre todo, por la utilización exacerbada y desmesurada del agua. 

La lucha vecinal contra estos proyectos es algo que se está propagando por otros puntos de la geografía española. Y que está castigando a los partidos que permiten su desarrollo en diversos pequeños ayuntamientos. No hay más que ver lo que ha ocurrido en Almendros, Cuenca. También en período electoral.

Allí, la implantación de uno de esto enormes complejos ganaderos ha tenido los mismos efectos que en la localidad zamorana. El PP gobernaba la localidad y decidió dar vía libre a la instalación de una explotación porcina de características muy similares. Y eso ha sido al final su tumba política. De controlar el pueblo con sus siete concejales han pasado a la irrisoria cantidad de solo tres votos. Ahora será una agrupación independiente de vecinos la que gestionará el devenir del pueblo al conseguir la mayoría absoluta. 

"Estudiaremos si hay alguna irregularidad"

El hoyo gigante cavado en la macrogranja de Cerecinos. Cedida

Cerecinos de Campos es un lugar que siempre ha dependido de la agricultura y de la ganadería. A principios del siglo XX vivían allí más de 1.500 personas, pero desde entonces los sucesivos éxodos rurales hicieron que la población decayese, cada vez más, hasta los apenas 275 que residen allí hoy, según datos del Instituto Nacional de Estadística.

Aparte de sus pequeños negocios, el pueblo no tiene nada más. "Aquí se necesita cualquier cosa. Es un lugar que no tiene alternativas a la agricultura y a la ganadería, aparte de un mesón y de una fábrica de harina. Pero una granja como esa no. Eso no. No de cualquier manera". 

La historia de Cerecinos se remonta a la Edad Media, y ya entonces se habla de dos barrios enfrentados, el de arriba y el de abajo, hasta tal punto que cada uno de ellos tenía su propia iglesia, pagaba sus impuestos a un señor diferente y los vecinos no casaban a sus hijos con las hijas de la otra parte del pueblo.

"Por suerte -ríe el nuevo regidor municipal- en esto que nos ocupa ahora las cosas no son así. En estos todos estamos a una. Lo primero que vamos a hacer al entrar en el ayuntamiento va a ser estudiar si hay alguna irregularidad en la construcción de la macrogranja. Y si la hay, no nos quedará más remedio que paralizarla".

Uno de los mensajes de las manifestaciones de los últimos meses.