Ya le había pasado más veces pero siempre había sobrevivido: hasta en tres ocasiones Miguel Ángel Álvarez había sufrido picaduras de la peligrosa velutina, mayormente conocida como avispa asiática. No ha pasado de la cuarta. Esta vez bastó un aguijón atravesando su dedo para matarle. 

El joven asturiano tenía 32 años, era camionero y era natural de la localidad de San Tirso de Abres. Permanecía desde hace varios días ingresado, en coma inducido, en el Hospital Universitario de Asturias (HUCA). El ataque de este peligroso e invasivo insecto, que lleva años haciendo enormes estragos en el norte de España -particularmente en Galicia y Asturias- le pilló de forma sorpresiva. Y en cuestión de horas ya no se podía hacer nada por él.

Había un hecho que lo agravaba todo: Miguel Ángel era alérgico a este tipo de picaduras, y a este bicho en concreto. En ocasiones anteriores, se le inoculaba adrenalina, se mareaba un poco y más tarde ya se reponía. Esta vez, salió corriendo a casa, y logró inyectarse la dosis correspondiente para contrarrestar el veneno. Pero no surtió efecto.

Cuando perdió el conocimiento advirtió a los suyos que no tenía ninguna duda de que había sido una avispa asiática. Lo aseguró al momento, antes de caer inconsciente, que era grande, negra y naranja. 

Trabajando en la huerta

Miguel Ángel estaba trabajando cuando sucedió este accidente. Llevaba toda la mañana desbrozando los límites de una de las huertas de la familia. Con el paso de las horas, su hermano llegó a aseverar que todo estaba perdido. "Le quedan horas de vida", lamentó, y así ha sido finalmente, Los estímulos en su cerebro, la actividad neuronal, se ha ido extinguiendo poco a poco en los dos últimos días. Era cuestión de horas.

Llevaba protección por todo el cuerpo, excepto en las manos. Eso fue lo que atrajo al avispón a atacarle en la zona del cuerpo que tenía más desprotegida.

El joven era aficionado a los caballos. Tenía dos, concretamente. Por eso se encontraba limpiando su finca, para poder introducir a sus bestias de nuevo en el terrenito. En ese momento, en uno de los extremos de la finca, el joven no se percató de que un pequeño nido de esta especie -la cual se reproduce con extraordinaria facilidad- había aflorado en sus dominios, escondido dentro de un neumático abandonado en las lindes de la finca. Miguel Ángel pasó justo al lado del hogar de esta peligrosa especie. 

Los nidos de la velutina, sobre todo en Galicia, son avistados por los agricultores, los ganaderos y, en general, cualquier vecino, en lugares elevados como postes de la luz, farolas o incluso escondidos entre las ramas de los árboles. Pero un fenómeno reciente de la expansión de esta especie tiene que ver con que se están detectando más y más nidos construidos y elaborados por las avispas asiáticas a ras de suelo. Este era uno de ellos. 

Casado, con una hija

Primer plano de una avispa asiática.

Estaba casado, era padre de una niña y vivía en la zona de El Llano. Sus vecinos le definen como un hombre muy trabajador. Junto con su padre y su hermano gestionaba una empresa familiar de transporte con la que trasladaban madera para una fábrica de celulosas en Navia. 

La conmoción, como suele suceder con estos casos sorpresivos, inesperados e incomprensibles, es palpable en el municipio. San Tirso es, precisamente, el concejo desde el cual la avispa asiática se abrió paso por Asturias cuando llegó a colonizarlo todo desde Galicia, hará unos cinco años. 

La picadura de este terrible insecto ya ha provocado otras muertes en los últimos años, sobre todo en Galicia, lugar infestado por esta avispa desde hace más de cinco años y donde es ya un auténtico problema, un quebradero de cabeza para los apicultores. La avispa asiática asusta por su tamaño, por la vertiginosa rapidez con la que se  reproduce, por la enorme cantidad de veneno que inocula, pero también porque en su dieta están incluidas avispas más pequeñas, a las que se meriendan por decenas. Y a las que, en parte, están exterminando.

Muertes en Galicia

Galicia tiene desde hace unos años un auténtico galimatías que resolver con esta especie de plaga voladora y furiosa. A mediados del pasado mes de julio un hombre de 65 años, vecino de la parroquia de Parada, en el municipio ourensano de San Cristovo de Cea, falleció por la picadura de una de estas avispas. Era alérgico a su veneno. Era la tercera persona en menos de diez días que fallecía por el ataque de una de estas velutinas.

Marcos Negrete, expresidente de la Asociación Española de Apicultores (AEA), explicaba a Efe que "el año pasado, de cada cien nidos resultaban atacadas unas 15 personas y este año uno de cada dos nidos que retiro es porque las avispas han picado a alguien".