Un perro discapacitado llamado Ping Pong se ha convertido en un auténtico héroe en Ban Nong Kham, una aldea en el noroeste de Tailandia, después de que su olfato y su instinto salvasen la vida de un niño que había sido enterrado vivo por su madre, de 15 años, que poco después confesó haberlo sepultado bajo tierra.  

Los agricultores del poblado tailandés, localizado en el noroeste de de Bangkok, se dieron cuenta de que Ping Pong estaba olfateando y haciendo un agujero en un terreno próximo a donde se encontraban. Lo siguiente que vieron fue las extremidades del bebé, según asegura Usa Nisaika, el dueño del can a The Guardian, tras lo que los trabajadores y el dueño lo rescataron y trasladaron a lugar seguro. 

"Escuché a un perro ladrar y a un bebé llorar en una plantación de yuca, así que fui a ver cómo estaba. Cuando llegué el perro estaba cavando un agujero en la tierra y las piernas del bebé emergieron", relató el dueño a los medios locales.  

La madre, una adolescente de 15 años, cuya identidad no ha trascendido, confesó poco después haber enterrado al bebé y ha sido acusada de un delito de intento de asesinato. La menor justificó su decisión diciendo que tenía miedo de las represalias de su padre si se enteraba de su embarazo. Ahora, cuando su hijo ya está a salvo, la propia familia ha asegurado que cuidarán del niño. 

"Es increíble que lo haya encontrado"

La madre del bebé está ahora bajo el cuidado de un psicólogo ya que sus padres temen por su salud. Y, según aseguro el teniente coronel Panuwat Puttakam, de la policía de Cham Phuang, a donde pertenece el poblado, ella se arrepiente de lo que hizo e insiste en que actuó por un impulso sin llegar a pensar realmente en lo que estaba haciendo. "Temía que sus padres se enteraran de que estaba embaraza", apuntó el teniente. 

El agente, si bien, explicó que la Policía estaba obligada de acusar a la joven de un delito de intento de asesinato y que, de igual modo, sería interrogada por los servicios sociales del país.  

El protagonista de la historia, Ping Pong, tiene seis años de edad y solo usa tres de sus piernas, tras sufrir un atropello hace unos años. Su dueño, Usa Nisaika, de 41 años, aseguró a los medios que se trababa de una mascota obediente y muy buena.

 A pesar de que el accidente le costó una pierna, su dueño aseguró que se quedó con el porque se trababa de "un perro muy leal y obediente", que siempre le ayudaba cuando trabaja con su ganado. "Lo quiere todo el pueblo, es increíble que haya encontrado al bebé", concluyó.