La vida de una joven de 24 años de León nunca volverá a ser como era. Permaneció tres meses en prisión acusada de envenenar con burundanga a familiares y amigos para llevarles hasta los cajeros y robarles altas sumas de dinero. Ahora, permanece a la espera de que un juez dicte su condena. Mientras, Natalia, la reina de la burundanga, apenas sale a la calle y no puede hacer vida normal tras el juicio mediático que se ha producido sobre su caso.

Así lo han podido comprobar en El Programa de Ana Rosa al acudir a su barrio (en León) y dar con ella mientras paseaba a su perro.

Aunque no ha querido dar la cara ante las cámaras de televisión, ha explicado a un periodista el infierno en el que se ha convertido su vida a falta de una sentencia judicial firme que la condene o que la exima de culpa.

"Yo no estaba saliendo de casa. Hoy he salido pero no me soléis pillar. No puedo hacer deporte porque me van a mirar todos, no puedo salir en ciertos sitios porque me van a mirar en todos lados. ha explicado la joven. "Y si salgo inocente ahora, ¿qué pasa?"

Con esta pregunta lanzada al aire, Natalia ha explicado cómo ha cambiado su vida desde que a comienzos de mes su cara comenzase a salir en todos los medios de comunicación. En enero fue detenida por suministrar burundanga a siete personas de su entorno (familiares y amigos). Logró arrebatarles sin oposición más de 40.000 euros de sus cuentas bancarias con el objetivo de destinarlo a la adicción que la condujo hasta prisión: el póker.

"El póker es como una droga. Cuando estás atrapado en la droga, a veces no se piensan las cosas. El póker me creaba angustia. Ya ni juego ni quiero saber nada de ese mundo", ha manifestado la reina de la burundanga.

Natalia acompaña a una de las víctimas a las que había drogado a un cajero de León. Guardia Civil

A pesar de que confiesa haberse desvinculado por completo del juego, EL ESPAÑOL pudo constatar que siguió jugando en la cárcel durante el periodo que permaneció interna, aunque no hubiese dinero de por medio.

Consciente de que es más que probable que el juez determine su culpabilidad, la joven de 24 años afronta lo que tenga que pasar con una gran dosis de realismo. "Si tengo que pagar porque resulto culpable, lo pagaré donde tenga que pagarlo. Si tengo que ir a la cárcel, iré. Si tengo que pagarlo con la cárcel, lo haré, pero no hay que hacer una revolución en los medios".

Aun así, es más que probable que su paso por prisión haya dejado secuelas difícilmente borrables en el recuerdo de la mujer. "Después de la muerte, la cárcel es lo peor que hay. No se la deseo ni a mi peor enemigo", ha concluido.