'Clínica Veterinaria Animales Exóticos 24h', "¡seguramente la mejor clínica de exóticos del mundo!", según se anuncian a sí mismos. "Elegimos el nombre para posicionar en Google", me contaba Javier Fernández Martínez, uno de sus dos dueños. Precisamente en el buscador les encontré, cuando tuve que acudir algo desesperado a finales de noviembre porque Dexter, conejo y colega durante ocho años, llevaba unas horas sin comer.

En esta clínica de Madrid, tras detectarle un fallo renal, me pidieron que se quedara dos días. 48 horas que acabaron convirtiéndose en dos semanas con infinidad de pruebas y medicinas que no hacían efecto.

Pasados quince días mejoró con un antibiótico de amplio espectro, más general. Entre medias, tras quedarse sin venas disponibles para probar más tratamientos, decidieron administrarle otro diferente con una vía intraósea en una de sus patas traseras. Al hacerlo, le dañaron el hueso. Se trata de la misma extremidad que meses más tarde quisieron amputar.

No es el único caso parecido de esta clínica que ya tiene frentes judiciales abiertos y clientes que han optado por acudir a la competencia tras empeorar sus mascotas allí. Lamentablemente, conocí todas estas historias cuando ya era demasiado tarde para Dexter. Según me contó otra víctima, pasó también con Turby, una tortuga de mar a la que una visita de revisión le costó una infección que le produjo ahogamiento y espasmos. Por ello tienen una denuncia del despacho FJR abogados ante el Colegio de Veterinarios.

Las reseñas en Google, en el que posicionan tan bien, dejan ver otros casos que acabaron en tragedia. El último, este mismo jueves con la muerte de un conejo "a opiáceos". "Negligentes, mentirosos y encima bordes", dice el comentario.

Una operación a peor

Dexter se recuperó del riñón pero con la pata dañada dejó de ser el conejo activo que no paraba de un lado para otro. En lugar de ello, permanecía quieto.

No pedía salir de la jaula ni podía hacerlo por sus propios medios. No se acercaba a jugar conmigo, como durante los últimos ocho años. Antes de conocerle no sabía que los conejos eran tan sociables, algo que siempre sorprendía a las visitas.

Dexter dejó de ser el conejo activo que no paraba de un lado para otro. D.G.

Ya a finales de marzo, mientras esperaba que la recuperación de la pata fuese cuestión de tiempo, como me indicaron en la clínica, la extremidad acabó fracturándose entre mis manos mientras le aseaba. Él, con la pata mal, no podía limpiarse adecuadamente. Casi una década cogiéndole en brazos y por primera vez algo salía mal. Precisamente en la misma pata de la que ya cojeaba.

Acudí de urgencia a la misma clínica, que ya conocía su historial. Todavía no conocía los otros casos y me parecían profesionales. Dexter se quedó ingresado y al día siguiente me explicaron cómo había que operarle. Unas agujas y un hierro servirían para volver a unir todo ya que afortunadamente era una factura limpia. La intervención costaba 550 euros, que junto a las pruebas pertinentes alcanzaba el monto de 1.000. Todo unos meses después de afrontar los otros 1.500 euros que costó lo que me pidieron para curarle la vez anterior. "Te vamos a dar el título de auxiliar veterinario", bromearon entre tantas visitas y cuidados, también en casa.

Primero me aseguraron que podía esperar unas horas para dirimir si operarle o no era lo mejor. O para ver cómo podía afrontarlo económicamente. Cinco minutos después me volvieron a llamar. Era uno de los dos dueños de la clínica indicando que debía decidirlo ya o pasarían días sin poder operarle. Ante el miedo de quedarme sin opciones, y teniendo como prioridad la salud de Dex, dije que adelante.

Al fin y al cabo me habían dicho que con la operación se iba a recuperar. Una semana más tarde, sin saberse el motivo, la pata se rompió en más pedazos. Fue entonces cuando quisieron amputar la pata cobrando una intervención aparte. Fue ahí cuando cambié de clínica.

Ocultando información

"Hay más riesgo de infección", me habían dicho meses antes en la primera clínica, cuando le pusieron la vía intraósea. No advirtieron nunca de la posibilidad de dañarle el hueso. La infección habría tenido mejor solución. Desde ese momento, y durante estos meses, la pata le ha estado fallando. Algo que desde la clínica ocultaron en el informe médico que les solicité para llevarle a otra clínica

Fue en una visita, mientras todavía le trataban el riñón, cuando me enteré de esa cojera, que no me habían comunicado por teléfono, a pesar de llamar dos veces al día. Durante las dos semanas hospitalizado que pasó allí me acerqué a verle todos los días. "Nadie visita tanto", me dijo la jefa veterinaria.

Nunca averiguaron la bacteria que le había causado esa pielonefritis, una infección renal. Y ello a pesar dar luz verde a todas las pruebas que pedían. Desde bioquímicas a hemogramas. Hasta un cultivo de bacterias que ni siquiera creció. Para el gasto que ello supuso económicamente me tuvo que ayudar la familia. El precio de los veterinarios exóticos, al ser algo tan concreto, es muy elevado.

"Me duele la impunidad"

"Se aprovechan de la vertiente afectiva que se tiene. Tengo casos de gente que se ha endeudado", cuenta a EL ESPAÑOL, David García Montoliu, abogado que se ha encargado de casos similares.

"Me llegan cada vez más. Es un campo de derecho que no había surgido porque no se le daba el componente afectivo", explica. "Llevo estos temas por cariño. Me duele la impunidad. Se cubren unos a otros de una forma increíble. Incluso las propias clínicas". Montoliu cuenta que estos casos "suelen recaer en clínicas de 24 horas ya que el personal que está por las noches no son expertos, son de prácticas".

Desde la clínica ocultaron en el informe médico solicitado sobre Dexter D.G.

Los problemas surgidos no me impidieron seguir apostando por Dexter. Cuando te dice el experto que hay que hacer algo no queda más que fiarte. Más teniendo en cuenta sus buenas palabras y la amabilidad al atender.

Una úlcera en el ojo y un testículo hinchado

Confiaba incluso cuando allí no hacía más que empeorar hasta estar "crítico". Hasta cuando se iba poniendo cada vez más pálido. Sólo podía creer en ellos y en Dexter, todo un campeón. En una de las visitas le detecté un testículo hinchado, algo que no me habían contado a pesar de hablar con ellos a diario para informarme. Me dijeron que habían enviado una muestra prostática y esperaban los resultados. Nunca llegaron. Tiempo después me enteré de que esa muestra nunca se envió.

Tampoco desconfié cuando, a los dos días de traerlo de vuelta a casa tras recuperarse del riñón, tuve que volver a llevarlo porque a pesar de lo que me indicaron, seguía sin comer. Se tuvo que quedar tres días más. Un susto que me hizo reaccionar y preferir que en futuras ocasiones permaneciese un día más de lo indicado por precaución.

Una vez más, y a pesar de quedarse 24 horas más de lo indicado, cuando regresó a casa de la operación de pata, empezó a cerrar un ojo. El estar apoyado de un lado durante la intervención quirúrgica, le había salido una úlcera en el ojo. "No es mala praxis", me dijeron en una nueva visita con nuevos gastos añadidos.

Viendo el historial de desinformación, tras decirme que querían amputar, contacté con el traumatólogo externo a la clínica que, según me indicaron, le había operado. Me contó que él había advertido a los veterinarios que este caso "tenía muchas opciones de complicarse". Muy alejado del pronóstico que me ofrecieron desde la clínica. Ellos nunca me informaron de eso.

"Sé que es duro"

Una semana transcurrió desde la operación fallida para arreglar la extremidad hasta que detecté que algo no iba bien. Dexter empezó a ladear de manera extraña la pata. Llamé y me dijeron que lo comprobaban al día siguiente, ya que tocaba revisión. Allí me señalaron que ellos le veían bien. Seguí insistiendo durante días, aunque sin respuesta. 

Finalmente acudí allí y le hicieron una nueva radiografía donde detectaron que ladeaba la pata porque se había roto el fémur en cinco nuevos trozos. Me indicaron que podía arreglarse uniéndolos, algo que me alivió. Esa misma tarde me llamaron para corregir: según me relataron tanto el traumatólogo como la encargada de llevar el caso que le vio bien días antes creían que lo mejor era amputar. "Sé que es duro", me consoló.

¿Cómo era posible que tan poco tiempo después de la operación tuvieran que amputar la pata? ¿Qué había salido tan mal? No lo sabían. Sí me indicaron, días después, que el precio de la nueva intervención superaba, tras un ajuste que luego descubrí que no era real, los 300 euros.

Dexter, recuperándose de la última operación. D.G.

La conversación, vía telefónica, no pudo salir peor. Se negó a que le contara lo sucedido estos meses. Me afirmaba que conocía el caso y al mismo tiempo que la parte médica no tenía que hablarla con él porque no conocía el expediente.

No había explicaciones a lo sucedido. "La veterinaria no son matemáticas: dos más dos no son cuatro". Me aseveró que el precio lo ponía el traumatólogo, era siempre el mismo, y que ellos no podían hacer nada. No habían hecho ajuste al precio como me habían dicho. 

Su reacción me dejó incrédulo. Otra veterinaria consultada, que había tratado a Dexter años antes, sobre una amputación para arreglar lo fallado en la anterior operación me explicó lo mismo que yo le repetí a Javier: "Ahí entra la ética de cada uno".

"Sólo te interesa el dinero", me acusó intentando defenderse. Tras ello entré en cólera. Lo que dijo era precisamente la impresión que yo tenía de él. Durante meses de llamadas y visitas al centro y conversaciones y agradecimientos a algunos de los veterinarios que mejor trataron a Dexter, además de aceptar todas las pruebas y tratamientos que decidieron, había demostrado que no era eso lo que más me preocupaba.

"Esto no lo ha hecho un traumatólogo"

Tras esa conversación pedí por correo electrónico los documentos que necesitaba para acudir al Colegio de Veterinarios y a una nueva clínica. Ya no confiaba. Tardaron siete días en mandar un informe, que necesitaba para ir a otro veterinario, alegando que era "largo y extenso" y lo estaban preparando entre varios. El documento apenas rellena una página, tiene 364 palabras y está firmado por un solo veterinario.

El informe, además de ocultar que tuvo la pata mal durante meses, también contaba que se decidió hacer un cultivo durante la operación al ver fragilidad de los huesos. Algo falso. El cultivo se había hablado la semana antes de la primera fractura para comprobar si había infección por la vía intraósea mal puesta. Cuando se rompió del todo la pata, me comunicaron que aprovecharían la operación para hacerlo. Una vez más no creció. No había infección, sólo el daño al hueso al colocarle la vía.

Para acudir a otra clínica tenía otro problema. El precio que pagué de la operación incluía la retirada de las agujas. Si amputaba en otro lugar tendría que abonarlo de nuevo. No quería retirarlas allí y amputar en otro centro para no someter a Dexter a dos operaciones. Ellos se negaron a devolver la parte proporcional de lo que habían cobrado por adelantado. De una intervención de la que nunca hubo consentimiento por firmado. Ellos alegan, al contrario que el Colegio de Veterinarios, que no era necesario al haber consentido la hospitalización.

Poco después acudí a otra clínica. Allí me dieron algo de esperanza. Tras analizar las radiografías me dijeron que la operación previa estaba mal realizada. Ni las agujas estaban colocadas correctamente ni eran del grosor adecuado. "Esto no lo ha hecho un traumatólogo".

Los nuevos veterinarios adivinaron de qué clínica llegaba al contarles el historial. "Hemos tenido varios casos referidos de allí". Yo no había querido decirles el nombre para evitar conflictos. La primera vez que hablé con Javier -fundador del polémico centro- tras enterarse de que era periodista, me habló de una guerra de clínicas que tuvo lugar tras abrir ellos Animales Exóticos 24h. Me contó que habían sido pioneros en España, por lo que les habían "llamado amenazando" y les "hackearon la web". Preferí evitar que nada de eso afectase a Dexter por lo que quise mantenerme al margen.

En la nueva clínica me dijeron que la operación previa estaba mal realizada. D.G.

El pasado lunes a Dexter le reajustaron las agujas y le pusieron una nueva. El martes estaba caminando. Queda por ver que aguante y que la pata para la que no me dieron más opción que amputar, se recupere completamente.

De Turby a Darth Vader, otros casos

Otro ejemplo es el de Francisco Javier Rodríguez. Está ayudando a su hijo a llevar la denuncia contra la misma clínica por el "calvario" que vivió, Turby, su tortuga tras una visita de control. Su caso tiene muchas similitudes con el de Dexter. "Tiramos de Google y nos salieron ahí. Nos atendieron muy bien, muy buenas palabras, muy afable".

"Nos dijeron que estaba muy bien pero con un exceso de escamas en el caparazón. Quisieron quitárselo", cuenta Rodríguez. "Yo no entiendo y estoy en sus manos. Entiendo que es profesional y si lo dice se hace".

En la zona quirúrgica usaron una herramienta Dremel, una máquina "que usan carpinteros". Cuando llegamos a casa tenía el caparazón rojo. No quería meterse en el agua".

La llevaron de vuelta y les explicaron que "al haber quitado las escamas salió a la luz una infección". Se quedó un día con tratamiento y nuevas medicinas para darle en casa. Días después se puso "muy malito, devolvía y se ahogaba".

Fueron a otra clínica y allí les contaron que tenía septicemia, una infección generalizada. "Cuando me dijeron eso me derrumbé. Cómo es posible que en cuatro días desde que la llevé a revisión se esté muriendo". El tratamiento era "anoréxico" y por eso la hizo vomitar, según les explicaron los nuevos veterinarios, afirmando que esas escamas no había que quitarlas porque "abrasaron el caparazón y le debilitaron".

"Tras el tratamiento en la nueva clínica está perfecta", dice Rodríguez. "Mandé un burofax a Javier, el dueño. Me contestó al mes y medio diciendo que niega toda la versión de hechos y que no se responsabiliza de nada".

"Les he denunciado en la comisión del Colegio de Veterinarios", añade. "Me dieron un informe sin firmar. Tardaron 15 días y no llenaba una página", cuenta. En el informe ocultan que usaron Dremel. "Dicen que usaron una lanceta, que tampoco se debe usar".

"El dueño me dijo que se reservaba acciones legales si yo actuaba en redes sociales. Pretendían quedar por encima", dice Rodríguez. Un modus operandi que repiten con cualquier crítica en Google, acusando de ser invenciones que vienen de cuentas falsas. Si agradecen y dan credibilidad, por el contrario, a las de usuarios bajo el nombre del Maestro Sith Darth Vader y del personaje de The Big Bang Theory, Rajesh Koothrappali.