El primer mal presagio llegó cuando ninguno de los dos respondió al teléfono. El pasado sábado, horas después de los atentados de Sri Lanka, el nerviosismo invadió dos hogares a miles de kilómetros de allí, en Pontecesures, a orillas del bajo Ulla al límite de las provincias gallegas de A Coruña y Pontevedra.  "Esa tarde se marchaban en un vuelo de la ciudad. El viaje, la ilusión de Alberto, era enseñarle a María la India. Y también donde estaba trabajando".

El mal presentimiento llevaba algunos días sobre la mesa. La última noticia que tenían de ellos eran unas fotografías. En ellas la pareja posaba ante las exóticas playas de Sri Lanka. Llegaron a las familias el sábado por whatsapp. Pero no volvieron a contestar. La confirmación llegó, como un golpe seco en el estómago, la mañana de este lunes. Una llamada desde la embajada español llegó a las casas de Alberto Chaves Gómez y de María González Vicente, ambos vecinos del mismo pueblo, ambos amigos desde la infancia. Ambos eran dos de las víctimas de los atentados.

Alberto se crio muy cerca, en Rianxo, y después se fue con su familia a vivir al pueblo de 3.000 habitantes en el que años después conocería a María. Sus familiares explican a EL ESPAÑOL que mantenían una relación seria desde hacía años. 

El atentado dejó tras de sí un balance provisional de 290 víctimas mortales y por lo menos 500 heridos. Explican los suyos que Alberto había sido destinado meses atrás a La India por su empresa para "aumentar allí su formación. Estaba llevando todo lo que era de calidad y cogiendo formación para volverse a la empresa a Villagarcía". Y María, novia desde hacía años y amiga de la infancia, había ido a verle para conocer cómo era su vida allí. Para pasar unos días juntos disfrutando de las vacaciones. 

Imagen de los daños en el interior de la iglesia de St. Antony en Colombo (Sri Lanka). TT

Ambas familias están desconsoladas. No solo eran muy conocidas en la zona de Pontecesures, Valga, Caldas de Reis y demás municipios limítrofes. Lo más importante es que eran prácticamente vecinas, que mantenían una estrecha relación desde hacía muchos años atrás, que los abuelos son amigos, que los padres son amigos y los hijos también, y que Alberto y María también lo fueron, antes de empezar a quererse. 

-Eran una pareja estable, explica un amigo muy cercano de la familia. Desde hacía muchos años. Su familia y la nuestra son amigas de hace varias generaciones. Y los  padres venían siendo amigos de antes.  

Trabajadores natos

Alberto tenía 31, y María, 32. Ella trabajaba como administrativa en una empresa familiar de Pontecesures de productos al por mayor. Alberto había nacido en Leiro, Rianxo, y llevaba tiempo trabajando en el sector de calidad de Profand Vayalat, una filial de Profand, una multinacional dedicada a la pesca y al procesado de productos del mar cuya sede mundial se encuentra en Vigo. 

Era una empresa potente, y durante un tiempo trabajó con ellos, hasta que decidieron llevarle a la zona. "La empresa lo destinó allí y aceptó ir porque lo traían de vuelta pronto y le venía bien para aprender y tener mayor cargo de responsabilidad", explica un familiar.  

Se habían instalado unos días antes, en plena Semana Santa. María llegó en avión la semana pasada y se instaló en Colombo, en el hotel Kingsbury de la capital, y en ese preciso lugar fueron alcanzados por una de las múltiples explosiones suicidas que desataron el caos, la sangre y la muerte en la ciudad asiática.

María vivía en Pontecesures, en el mismo pueblo de su familia. Trabajaba en Padrón, a pocos minutos en coche. Alberto, antes de su empleo actual en el extranjero, había trabajado en otras empresas: responsable de calidad de Central Lechera Gallega, ingeniero en prácticas en Conservas Garavilla, recepcionista de hotel seis meses en Londres. Estudió Ingeniería Técnica Industrial en Química Industrial en la Universidad de Vigo.

Imagen del interior de una de las iglesias tras los atentados. Reuters

El fallecimiento de ambos jóvenes, víctimas de una de las peores matanzas que se recuerdan en los últimos años, fue comunicado el lunes por la tarde por Juan Manuel Vidal, el propio alcalde de Pontecesures. El pueblo y su gente, explicó, estaban y están consternados por "una trágica noticia difícil de encajar". La noticia también ha sido confirmada por el Ministerio de Exteriores.

Dos golondrinas

"Solo queremos repatriar el cuerpo cuanto antes", lamentan desde la familia. A las 8.45 hora local del Domingo de Resurrección, seis deflagraciones simultáneas asolaron Sri Lanka. Tres de ellas se produjeron en hoteles de lujo de Colombo. Entre las víctimas hay ciudadanos belgas, estadounidenses, chinos y británicos. También, que se sepa, y por el momento, dos españoles. Allí estaban María González y Alberto Chaves, que no pudieron salvarse del ataque terrorista. 

Unas horas después, una séptima detonación tuvo lugar en un pequeño hotel a cien metro de del zoológico Dehiwala. La última de las explosiones se produjo en un complejo residencial en Dematagoda, también en Colombo.

La empresa de Alberto envió a dos personas a la zona de los hechos para identificarle cuando hallaron los cadáveres. Cuentan desde la familia que el estado de los cuerpos era tal que cuando los encontraron solo pudieron reconocerlos por los tatuajes en los pies. Uno llevaba grabado el símbolo del yin. El otro, el yang. Y también dos golondrinas.