17 de septiembre de 2016. Katia Blanco se despierta y escribe un mensaje en su perfil de Facebook a una persona a la que quiere. "¡¡¡Felicidades prima!!! Que pases un feliz día", exclama, acompañando la frase de toda clase de emoticonos, y también de tiernos besos, de regalos estampados y de tartas de cumpleaños. Debajo, dos amplias sonrisas, la de su prima Nuria y la suya propia, posan para la foto en una de las fiestas del pueblo que se celebran en Llanes (Asturias) cada verano. Quizás sea la última imagen de ambas juntas. 

Para entender la foto, como para entender esta historia, faltan dos hombres, que a su vez son sus respectivas parejas. Un año después de esa instantánea, Katia viaja sola desde Amorebieta (Vizcaya), sin Pedro, su marido, a pasar el fin de semana del 13-14 de septiembre. Se celebran las fiestas del Cristo de Nueva de Llanes. Ella aprovecha y queda a solas, como muchas otras veces, con Javier Ardines, el marido de su prima, cuando se extinguen los últimos cánticos de la verbena. Es la última vez que se acuestan juntos y que mantienen relaciones sexuales.

El secreto de Katia y Ardines termina, a la postre, llevándose la vida de este último por delante. Ocurre cuando en el medio de esta relación furtiva aparece la figura de un marido devorado por los celos y cuya sed de venganza crece con el paso de los meses. 

Hay más damnificados en la historia. La cara amarga es la doble condena que sufre Nuria: por un lado, la pérdida del hombre con el que llevaba toda la vida. Por otro, el infierno del chismorreo barato en un pueblo de 15.000 habitantes. Nuria y Katia no solo eran primas: ambas mujeres se querían casi como hermanas. Ambas aguardaban la llegada de las vacaciones para poder inaugurar una vez más el pequeño grupo de amigos formado por las dos familias y unos pocos conocidos más. Salían todos a cenar, disfrutaban a la vez de la jarana, se disfrazaban juntas si hacía falta. 

"No le gusta que tontee"

Conversación de Whatsapp recogida en el sumario del caso entre Pedro y Katia. EL ESPAÑOL

A Pedro Nieva, presunto autor intelectual del crimen de Ardines, no le gustaba ni un pelo apreciar (fuera o no cierto) que su mujer tonteara con otros hombres. Posesivo, obseso y celoso, Nieva siempre estaba muy pendiente con ella en cuanto a estas cosas.

Por eso a ella le resultó tan extraño que grabara aquella conversación en la que la infidelidad con su amigo Ardines quedaba al descubierto. Se la mostró sobre el 10 de diciembre del año 2017. Nueve meses antes de cometer presuntamente el crimen que había planeado. Así es como se explica en los más de 250 folios del sumario del caso, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL. 

Nuria ya les había perdonado a Katia y a Ardines una aventura similar más de 30 años atrás. En la la efervescencia de los meses previos a la mayoría de edad, el que era a su muerte el único concejal de Izquierda Unida en Llanes y la prima de su mujer mantuvieron un breve romance cuando el edil y su actual mujer comenzaban su relación. Nuria se enteró y después perdonó, pero estuvo unos cuantos años sin hablarle a su prima. 

Aquellos hechos quedaron sellados en el baúl de la adolescencia, y el paso del tiempo hizo que le restase toda importancia. Aquellos besos esquivos quedaron circunscritos al ámbito casi de la niñez. Así que, con los años, la relación entre las primas mejoró y se consolidó. Ambas fueron madres y tuvieron dos hijos cada una. Sus respectivas parejas, Pedro y Javier, salían juntos a pescar. Compartían la vida rural de las vacaciones en Belmonte de Pría y las playas salvajes de las parroquias de Llanes. 

Pero a sus espaldas las cosas seguían igual, y tanto Ardines como Katia lograron ser lo suficientemente discretos como para que nadie les descubriese hasta el año anterior al crimen. Tanto Nuria como el resto de la familia prosiguieron sin conocer la verdad hasta 11 días antes del asesinato, cuando una grabación que lo desvelaba todo entró en sus teléfonos. 

Estrategia de cara al público

Ardines y su amante, Katia, en una fotografía que el marido de esta, dolido al conocer la infidelidad, le envía por whatsapp. EL ESPAÑOL

Katia, según aparece reflejado en el sumario, terminó por confirmar la relación a los investigadores. En cuanto supieron que Pedro era consciente de la verdad, ella y Ardines se dejaron de hablar de mutuo acuerdo. Esa era la estrategia: de cara al público actuarían con absoluta normalidad, como si no hubiera nada entre ellos.

Siguieron llamándose de vez en cuando, pero de forma mucho más esporádica que antes. La idea era que nadie frunciese el ceño advirtiendo de que allí podía estar sucediendo algo extraño.

Con Pedro ya no había vuelta atrás. Días después de revelarle aquella grabación en la que Ardines y Katia admitían los hechos, mantuvo una conversación con su mujer. 

-¿Estás bien?, le dice Katia.

-¡¡No!! Lo que siento hacia ti nada ni nadie lo podrá destruir jamás. Este era mi regalo, casarme otra vez contigo. Iba a ser el hombre más feliz del mundo.

-Pues muy bonito. Y sí, quiero asarme contigo una y 1.000 veces.

-Ya, pero eso era el pasado, el presente es otro. Tu amor hacia mí no es un amor sincero. No es de mí de quien tú estás enamorada. ¡¡Yo sí!! Yo te amo. 

-Sí, muy roto.

La relación de amistd entre Ardines y Katia creció después de casarse con Nuria, creen los investigadores. Después se mantuvo hasta la actualidad. A Pedro nunca le gustó la complicidad que ella conservaba con el concejal desde que ambos se habían conocido en la infancia. Lo que pasó en aquellos años Pedro no lo sabía; se enteró, de hecho, de boca de la juez, y acto seguido quedó boquiabierto ante tal hallazgo.

Katia se reconoce a sí misma con "un carácter extrovertido con las personas que se relaciona, y su primo Javier en ese aspecto era como ella, se comunicaba muy bien con su entorno, indistintamente del género de la persona. No siendo así su marido Pedro, al que le costaba entablar conversación, es decir, más tímido".

Pedro revela en Facebook la infidelidad

Pedro y Javier Ardines, en una foto de grupo.

El 15 de agosto de 2018, al filo de las cuatro de la tarde, Pedro compartió en su perfil de Facebook una fotografía con un texto cristalino y diáfano. Con este mensaje, dejaba entreabierta a la gente más cercana una posible infidelidad de su mujer. 

El mensaje era, concretamente, una fotografía, acompañada de un texto que decía así: "¿Después de una traición, crees que se puede ser feliz en el matrimonio? Sí o no. Mi amor, pensad". Una hora y media después, a las 17:31, Katia estalla contra su marido, que lleva meses controlándola por todos los medios. Como cada uno está en una punta distinta del Cantábrico, sus móviles echan fuego por la discusión. 

- “De verdad, hasta los cojones estoy. Ya que están hablando de mí, y ahora esto. De qué ostias vas!!! Ya está claro. Pon mejor que viniste a casa para follar y así se enteran también de eso. ¡Que eres un bocas! ¡Yo no he follado con nadie! Que se te meta en la puta cabeza.

-¡¡¡Te ríes de quien te dé la gana, de mí no!!! Ya tú te has reído de mí muchos, muchos años, dice Pedro. 

-¿Para qué vienes aquí y haces todo el papel? ¿Para follar?, le espeta ella.

-Me has dejado claro lo que piensas de mí. 

-¡¡¡Lo mismo que piensas tú!!! En poner esas cosas y poniéndome a mí como una puta mierda

-No hemos hablado nada, ni siquiera ha salido el tema.

-¡Me da igual! Lo que has puesto tú hoy has dejado las cosas muy claras.  La gente ya está informada de todo.

-Todo te da igual, sino no estarías ahí sin mí.

-Siempre has querido eso y ya lo has hecho. ¡Ya está!

-Yo lo he borrado seguido de mi perfil.

-Si quieres publicar la conversación, que es lo que te falta. 

Esto ocurre menos de 24 horas antes que Ardines sea asesinado. Para ese entonces, el secreto ha sido ya desvelado al resto de la familia. Nuria conoce perfectamente la infidelidad de su marido con su prima. Es como retroceder treinta años en el tiempo, a los días de la adolescencia, donde tuvo que hacer frente a una situación muy similar, pero con idénticos protagonistas. 

Nuria y Katia, juntas tras el hallazgo del cuerpo

Botes de espray pimienta encontrados en casa de uno de los sicarios. EL ESPAÑOL

Horas después de esta conversación vía móvil, Katia cae rendida en el sofá. Es la noche del 15 de agosto. A la seis de la mañana, en apenas siete, ocho horas, dos sicarios asaltarán al concejal de Izquierda Unida, su amante, a escasos metros de donde ella se encuentra, en el sendero que conduce a la casa familiar de Ardines.

Esa madrugada, Katia está en el salón, tumbada viendo la televisión, en suave duermevela, hasta la una o las dos, que es cuando llega su hijo procedente de la localidad de Garaña, a pocos minutos en coche. Había estado tomando algo con sus amigos del veraneo por allí. Ya entonces Katia se queda profundamente dormida hasta la mañana siguiente. Entretanto, a pocos kilómetros de allí, dos sicarios argelinos llamados Djilali Benatia y Maamar Kelii avanzan sin parar conduciendo un Citröen Picasso que les lleva desde Bilbao hasta Belmonte de Pría. Una vez allí, esperan hasta las seis de la mañana, cuando el concejal va a salir de casa para ir al mar. 

A las 10.15 de la mañana, entra en el teléfono de Katia la llamada de uno de los hijos de Javier Ardines. Después, otra de Susana, su cuñada. Le cuentan que el cadáver de su amante ha aparecido a pocos metros, en el camino hacia casa. La mujer se viste y baja corriendo.

Una vez allí, se acerca a Nuria y a los hijos de Ardines y pasa el resto de la mañana a su lado. A la una y media de la tarde se confirma que la muerte es una muerte violenta. Ardines ha sido asesinado. Katia recoge sus cosas y vuelve a la casa de Belmonte de Pría. Esa noche, la del 16, vuelve a llamar a Pedro para que vaya desde Amorebieta a Belmonte de Pría. La Guardia Civil iba a empezar a buscarle.