La consulta se encuentra ubicada en un primer piso de la calle Goya, en pleno corazón del barrio de Salamanca, zona bien del centro de Madrid. Recibe en la entrada una mujer, a la que es preciso solicitarle el motivo de la visita. Un pequeño recibidor sorprende a los pacientes que acuden al lugar y al fondo se ve alguna de las habitaciones que se utilizan a modo de consulta. Lo que no se ven son los gusanos viscosos que ellos colocan sobre la piel del paciente, ese con el que dicen que ayuda a paliar todo tipo de dolencias y de enfermedades.

- Hola buenas, venía buscando a Elena, la terapeuta.

- Sí, ¿por qué tema era?

- No, que llevo unos días con unas migrañas terribles, y me dijeron que por aquí cerca estaba esta clínica, que podía funcionarme lo de las sanguijuelas…

Elena se cuida mucho de no acudir a diario al lugar. Solo atiende con cita previa, Si no, no aparece por allí. El Centro Lúa es el único de España que ofrece una terapia con nombre antiguo y de dudosa credibilidad: se trata de la hirudoterapia, que consiste en la viscosa mordedura de un anélido que evoca a los tiempos de medicina antigua, helénica, o incluso a la Edad Media. Se trata, ni más ni menos, que de las sanguijuelas.

Este ser vivo, cuya boca se parece mucho a una pequeña trompa de elefante, es un organismo ectoparásito que se alimenta de la sangre de otros animales. Antaño se veneraba a la sanguijuela como extirpadora de toda clase de males. Se creía que las dolencias venían debidas a la sangre estancada en diversas partes del cuerpo. Y con las sanguijuelas se pretendía expulsar ese mal interior con el fin de sanar al paciente. Nada más lejos de la realidad.

Esto es lo que viene haciendo desde hace ya bastantes años la terapeuta Elena Bogolovskaya. Trabaja en la Clínica Lúa, donde se ofertan toda clase de terapias pseudocientíficas desautorizadas tanto por el Ministerio de Sanidad como por la Organización Médica Colegial (OMC): constelaciones familiares, escuela de reiki, astrología, auriculoterapia, biomagnetismo, flores de Bach… El precio de esta amplia variedad de sesiones oscila entre los 80 y los 250 euros.

Cómo no, el centro ofrece también consultas en las que promocionan el tarot, el análisis astrológico y, por supuesto, la llamada hirudoterapia, que no viene a ser otra cosa que un presunto método en el que se utilizan las sanguijuelas para toda clase de cosas. “Bajo presupuesto”, añaden en la descripción de esta última. Y después, en la página web asociada a la presunta ‘profesional’ que la imparte, una ristra de males que, en teoría, estos pequeños bichos pueden llegar a sanar: la artritis, los miomas, los quistes, la diabetes, los trastornos cardiovasculares y cerebrales, la cistitis, la migraña, la hipertensión… Una poción mágica, el verdadero bálsamo de Fierabrás, sanador de toda clase de males. 

El Centro Lúa posee un considerable número de seguidores en las redes sociales. En Facebook, cuentan casi con 3.000 fieles seguidores. Algunos de ellos avalan sin problema el método de la sanguijuela:

-“Recomiendo la terapia con sanguijuelas. Una terapia que sobrevivió muchos años y es totalmente natural. Hirudoterapia es una terapia para lidiar con dolor y las enfermedades circulatorias como inflamatorias. Una vez que tu sangre se limpie con los enzimas curativas te renuevas por dentro y por fuera. Me encanta la profesionalidad de Elena”.

Elena, la gurú de las sanguijuelas

Terapia con sanguijuelas.

Elena Bogoslovskaya es presidenta de la Asociación Española de Hirudoterapia. Nació y se formó en Rusia. Allí aprendió junto al que ella llama su “maestro”, el académico ruso A.I. Krashenyuk, fundador (en teoría) de la primera cátedra de Hirudoterapia y Tratamientos naturales en Rusia en el año 1996.

Hace años que Elena se instaló en España para desarrollar esta labor. Apenas concede mantener una breve conversación con el periodista para el reportaje, durante la cual asegura que las sanguijuelas sirven para tratar todo cuanto aparece señalado en su página web. Dice que está convenientemente probada su validez científica por “muchos” estudios. Prefiere no quedar en persona. Lo único que permite es esa sencilla charla telefónica y nada más.

El Centro Lúa, para el cual Elena trabaja, está gestionado por una maestra de reiki, de terapia floral y de aromaterapia, tres reconocidas pseudociencias cuya utilidad sanitaria es inexistente, según las fuentes consultadas.

Hace ya algunos años que el centro está funcionando en el centro de la capital. El negocio, según datos del Registro Mercantil consultados por EL ESPAÑOL, tiene forma de Sociedad Limitada Nueva Empresa (SLNE). De este modo, por ley, está obligada a presentar cada año las cuentas de la firma a Hacienda. Empezaron con un capital social de 3.000 euros.

Sin embargo, según la información a la que ha podido acceder este periódico, no presentan las cuentas desde el año 2013. No envían sus datos, su capital, sus ingresos y sus beneficios de lo que facturan al registro. Una obligación que todas las empresas de ese tipo deben cumplir. 

Elena la terapeuta posa en la fotografía, a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, con un enorme tarro de sanguijuelas, con su maestro al lado y en una de las habitaciones de la consulta. Todavía posee el acento ruso tan característico. Luce con una bata blanca en la salita. La mujer ha participado en distintos congresos relacionados con las pseudoterapias en los últimos años, como el Salón Internacional de Terapias Manuales. 

El gusano que fascinó a Napoleón

Hay, en total, unas 700 especies de sanguijuelas en el mundo. Solo una cumple, en teoría, los requisitos médicos a los que dicen referirse en este centro. Dicen que las cultivan en distintos laboratorios: se las traen desde Francia, desde el Reino Unido y desde Estados Unidos.

En el centro Lúa dicen que las sanguijuelas que utilizan proceden de una empresa francesa llamada Ricarimpex, que antaño tenía una pequeña sede en Burgos, una compañía que comenzó su actividad a mediados del siglo XIX.

Sanguijuelas en un grabado antiguo.

Son ellos quienes los distribuyen, pero no siempre fue así. En la Edad Media, un gran caladero de este tipo de animales estaba ubicado en España. Concretamente, en Toledo. Las sanguijuelas tienden a reproducirse en lugares húmedos, en los deltas de los ríos, en grandes humedales. Uno de ellos era la ciudad manchega, que en otro tiempo fue una de las importantes ciudades y capitales de la península. Allí se instaló uno de los criaderos más importantes de Europa en esta materia.

A finales del siglo XVIII y principios del XIX en Europa Occidental, sobre todo en Francia, en la época napoleónica, la sanguijuela se popularizó tanto que llegaron a utilizarse alrededor de 80 millones de estos anélidos cada año para realizar distintos tipos de curaciones.

Como no podía ser de otro modo, a partir de mediados del siglo XIX, a consecuencia del enorme avance científico, las sanguijuelas fueron ocupando el lugar que verdaderamente les corresponde: fuera de los hospitales y fuera de la sanidad. Llegó la penicilina, llegaron los avances en las vacunas y en los quirófanos. A principios del siglo pasado, este viscoso animal perdió toda su popularidad, adquirida durante las décadas anteriores.

Considerada como un tratamiento a veces indispensable en aquel entonces, desde la aparición de múltiples avances en la ciencia se la relegó al puesto que le correspondía como un tratamiento de otra época, como algo para lo que no existe una evidencia científica seria.

“Huele bastante mal”

Desde la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP) no ven nada claro que los métodos de esta clínica puedan ser en ningún modo beneficiosos para el paciente. De hecho, aseguran que está en marcha una denuncia para remitirla a la Organización Médica Colegial y al Colegio de Médicos de Madrid.

Lo que más llama la atención a Petra Sanz, jefa de Servicio de Cardiología del Hospital Infanta Elena y miembro de la Fundación Española del Corazón, es el modo en que se anuncian en la página web. En ella publicitan este animal como un método infalible para toda clase de cosas. “He estado mirando la bibliografía que aportan y no lo sé muy bien, no me fío demasiado. En la bibliografía médica seria nunca se ha hablado de esto”.

En las sanguijuelas está presente un compuesto llamado hirudina, que es el que da nombre a la pseudoterapia llamada hirudoterapia, que es la que publicitan en este centro. “La hirudina es una variante parecida a la de la heparina, tiene efecto anticoagulante. El problema es que nosotros medimos todo eso muy bien. Pero cuando te aplicas un bicho de estos no sabes qué cantidad de anticoagulante tiene, qué cantidad te puede pasar a la sangre. Y eso es muy peligroso”.

La doctora Sanz advierte de que este centro se toma muy a la ligera eso de utilizar las sanguijuelas, como dicen, en trastornos cerebrales o cardiovasculares. “No todos los pacientes con enfermedades cardiovasculares se les pone heparina, ese compuesto similar a lo que segregan las sanguijuelas. Se les pone en situaciones extremas, por ejemplo, en un infarto agudo de miocardio. Fuera de ese contexto no se utiliza. Se les hacen unos controles para saber si está bien o mal coagulado. No sirve para todo. No puedes dársela a todos los pacientes con enfermedades cardiovasculares. Es la primera vez que oigo hablar de esto y es muy peligroso”.

Rafael Alba es cirujano desde hace doce años en el Hospital Universitario de Galdakao. Se quita los guantes y hace un alto en su mañana en el quirófano para asombrarse ante la propuesta que hacen los adeptos de las sanguijuelas. "Se basan en la capacidad anticoagulante. Pero es un despropósito. Se basa en la capacidad anticoagulante de la hirudina, la sustancia que contiene la sanguijuela. Pero es que no hay ningún estudio científico que avale esto. Nosotros cuanto utilizamos la heparina medimos muy bien lo que utilizamos. Y luego que claro, muchas sustancias farmacológicas en todos los ámbitos proceden de la naturaleza. Esto que hacen es como si dijese que porque a mí me duele la cabeza no me tomo una aspirina y le pego un bocado a la corteza de un sauce". 

El cirujano observa la bibliografía que aparece citada en la página web. "La validez de esto que citan aquí es cero. Están proponiendo que nos vayamos de nuevo a la Edad Media, cuando se pensaba que sobraba el humor de la sangre y había que extirparla. El beneficio es prácticamente nulo, frente a un riesgo que no compensa, y mucho menos el dinero.

Las sanguijuelas, al final, lo que hacen es chuparle la sangre del paciente. Se adhieren a su piel, y se ponen a succionar hasta que extraen una cantidad de sangre indeterminada, que se acaba mezclando con sus fluidos. Luego, en teoría, todo está sanado. Los miomas, la diabetes, la trombosis, la cistitis… Luego, al paciente solo le queda pasar por caja.