“Estos dos son unos viejos conocidos de por aquí”, relata una fuente del Juzgado de Violencia contra la Mujer de Gijón. “Siempre están y, de hecho, no descarto que a pesar de todo vuelvan”. Con “estos dos” la fuente se refiere a Natalia Menéndez y Basilio Fernández, un matrimonio de la localidad asturiana que ha acabado en los juzgados hasta en ocho ocasiones, desde 2016, y que ha pasado por todos los escenarios posibles de la violencia de género: Él tiene una condena por malos tratos, cinco denuncias que quedaron en nada y ella tiene una condena por denuncias falsas.

El delirio judicial de ambos volvió a saltar a los medios locales la semana pasada con la sentencia condenatoria hacia ella por haber levantado falso testimonio. Esto llamó especialmente la atención porque Natalia acudía constantemente a la prensa para decir que Basilio seguía amenazándola, algo que ya no era cierto y que iba a compañado de un informe judicial en el que decía que ella tenía “ideación paranoide”.

Por ello, según la sentencia a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, ahora Natalia tendrá que pagar una multa de 1.800 euros y pasar el mal trago de convertirse en una víctima de violencia de género que tiene que indemnizar al que fue su maltratador con 1.000 euros. Y si no paga, tendrá que enfrentarse a 180 días de arresto.

Él, de 48 años, es un amante del karate que en su Facebook comparte frases de instinto primario. “El cuchillo no tiene dueño”, “Por muy rápida que sea la sardina no debe ponerse chula con un tiburón” y “Un tigre no pierde el sueño por lo que piensan las ovejas”, son algunos de los ejemplos. Ella, de 45 años, católica hasta la médula, escribe que odia “las mentiras y los malos tratos” y muestra sin complejo su devoción por a la que en Asturias llaman La Santina, la Virgen de Covadonga. Así, Basilio y Natalia se casaron en 2013.

Basilio fue condenado por un delito de lesiones leves contra su pareja. E.E.

Su historia en los juzgados vio el pistoletazo de salida en 2016 cuando intentaron divorciarse, algo que todavía tienen pendiente tres años después. Tras iniciar el proceso, tuvo lugar una pelea por la que él fue condenado por dos delitos de maltrato sobre la mujer. Uno de ellos, por el artículo 153.1 del Código Penal, el referente a lesiones leves. 

Por ambos delitos, Basilio ha tenido que hacer 100 días de trabajos en beneficios de la comunidad y se le impuso una orden de alejamiento por la que no puede acercarse a menos de 50 metros de ella, de su casa y de su lugar de trabajo. Es una condena bastante laxa, más aún porque él mostró su conformidad, pero que sigue en vigor hasta mayo de este año. 

Cinco denuncias que acaban en nada y una ideación paranoide

Tras esa primera victoria judicial, Natalia Menéndez siguió tirando del hilo, volviendo a los juzgados de manera recurrente para denunciar a Basilio por amenazarla y estar constantemente quebrando la orden de alejamiento. Y acudió a numerosos medios de comunicación para contar su situación y estos se hicieron eco hasta que se cansaron de ella.

“Era una chica con una sentencia por malos tratos y que tenía lesiones y partes médicos que lo acreditaban, por eso hacíamos caso cuando decía que su ex la acosaba”, recuerda a este diario una periodista local que trabajó en sus casos. “Pero luego la Fiscalía se retiró y llegaron a hacer un análisis psicológico que mostraba que no estaba del todo bien”, añade, “pero no hay que olvidar que la sentencia del primer caso de maltrato sigue existiendo”, apuntala. 

Natalia denunció primero que se encontraba a Basilio en los lugares que ella solía frecuentar y que la miraba en tono amenazante. El tema se archivó. Denunció que su todavía marido colocaba colillas y cristales en su ventana. Carpetazo. Que había aparecido una foto en su buzón en la que salía un señor vestido de karate, el pasatiempo de Basilio. De nuevo, carpetazo. 

Pero la cosa siguió. Natalia aportó una grabación telefónica con la voz distorsionada en la que Basilio supuestamente la amenazaba con matarla. Quedó en nada. Más tarde, apareció una nota en su buzón con una serie de amenazas. Antes de archivarlo de nuevo, se le llegó a hacer una prueba de caligrafía que no pudo determinar que él fuera el autor.

Natalia recurrió a los medios para denunciar que su marido la acosaba. E.E.

A estas alturas, según informa La Nueva España, la jueza ordenó un examen psicológico del que se extrajo que “exhibe un discurso desestructurado, genérico, sin orden cronológico, inconsistente y ausente de contextualización”. “Se centra en los efectos sin aludir a los hechos y puntualmente exhibe ideación paranoide”, se podía leer en el informe. 

Como la vía judicial no funcionaba, Natalia optó por acudir a los medios de comunicación. En enero del año pasado protagonizó una concentración frente al Palacio de Justicia de Gijón. En un artículo de la prensa local, aparece retratada junto a su familia diciendo que su marido la quería matar y que tenía que vivir encerrada, por miedo y porque la perseguía, por culpa de que a él no le metían en la cárcel.

“No te voy a dar el divorcio. Aparecerás muerta”

Todas las denuncias que Natalia presentaba contra Basilio iban enfocadas a que él no respetaba la orden de alejamiento que todavía tiene vigente hasta mayo de este año. También la última. En febrero de 2018, Basilio Fernández fue acusado por amenazas en el ámbito familiar agravado por ser violencia de género y se enfrentaba a un año de prisión, tres años de prohibición para la tenencia de armas y la prohibición de acercarse a menos de 100 metros.

En una de las dos sentencias a las que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, se puede leer lo siguiente: “El acusado Basilio Fernández, ex pareja sentimental de Natalia Menéndez, había proferido, la expresión no te voy a dar el divorcio, aparecerás muerta. Todo ello encontrándose vigentes determinadas prohibiciones de aproximación y comunicación del acusado”.

Pero en la investigación el caso dio un giro de 180 grados. El testimonio de Natalia “aparece teñido de un componente de incredibilidad subjetiva que el simple desarrollo del plenario deja traslucir”, según indica la sentencia, y que “presenta además multitud de incoherencias inexplicables e inexplicadas. También apunta a un “móvil vengativo”. Ahora la acusada era ella por levantar falso testimonio y fue condenada por un delito de denuncia falsa.  

EL ESPAÑOL ha logrado ponerse en contacto con Natalia Menéndez. “Con esto último están intentando tapar todo lo demás”, dice en relación a la denuncia falsa. “Y es que no, yo no soy la loca, tengo una depresión grande por una vida de maltrato que duró pocos años pero que se hicieron eternos”, añade. “Ya no se qué hacer, llevo luchando mucho y estos tres últimos años han sido un infierno”, comenta dolida. “Para mí, soñando despierta pienso en irme de Asturias, pero no es tan fácil”, añade.

El nimio problema de las denuncias falsas

El debate sobre la violencia de género siempre ha estado encima de la mesa. Sin embargo, desde la irrupción de Vox en el mapa político, este tema ha cobrado una relevancia mayor últimamente. Se debe a que la actual ley de violencia de género es uno de los objetivos a derribar por parte de la formación liderada por Santiago Abascal y ha logrado romper el consenso que había al respecto.

La derogación de la ley fue una de las condiciones que Vox puso en Andalucía para apoyar al gobierno del popular Juanma Moreno, ya que considera que discrimina a un sexo sobre otro. Dentro de esas ideas, en lo que más se suelen centrar es en la resolución efectiva de las denuncias falsas que, según Abascal “afectan a millones de españoles”.  

Esto, simplemente, no es cierto. Según la última memoria de la Fiscalía General del Estado, en 2018 hubo un total de 166.260 denuncias por violencia de género. De todas ellas, sólo 2 fueron condenatorias por denuncias falsas. Como anécdota, en el apartado de porcentaje de denuncias falsas, aparece un 0% porque ni siquiera llega a computar. Esto contrasta con la última expresión de la violencia: en lo que llevamos de 2019 seis mujeres han sido asesinadas por su pareja o ex pareja y todavía no se ha puesto ninguna denuncia.