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    David y José Manuel comercializan ilegalmente el camarón que pescan en el río

    Son las siete y media de la mañana en las marismas del Guadalquivir. En este instante el sol comienza a dar una tibia luz sobre las embarradas aguas que descienden hacia la desembocadura del gran río andaluz, en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).

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    Han cazado angulas durante años y ahora se dedican a apresar camarones con sus redes

    “Subid a la lancha, vamos en ella hacia los barcos”, dice José Manuel ‘el Gordo’, barba cana de varios días, gorro de lana en la cabeza, pitillo en la comisura de los labios.

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    Entre los dos faenan con seis embarcaciones y para alcanzarlas usan una lancha a motor

    Han cazado angulas durante años y ahora se dedican a apresar camarones con sus redes. Su compañero, David ‘el Feo’, más joven, es quien lleva la motora con la que ascendemos río arriba un par de kilómetros.

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    Durante la temporada (noviembre-marzo) pasan hasta 20 horas en el barco metidos

    La pesca de dicho pescado y ese marisco están prohibidas en Andalucía, pero para ellos sigue siendo su modo de subsistencia. “Si no pescamos, no comemos”, aseguran. “Y a nuestras casas tiene que llegar un plato de comida caliente cada día”.

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    Cuando pescaban angulas llegaron a vender los 1.000 gramos hasta a 400 euros

    Ahora, lo limpian, lo congelan y lo venden a 10 euros el kilo. Sus ganancias oscilan entre los 18 y los 24.000 euros anuales. A ese dinero hay que descontarle los gastos de combustible, de redes o de poleas. Lo justo para vivir. Con las angulas les iba mucho mejor.

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    En una ocasión, multaron a David con 72.000 euros

    “En 2010 se prohibió la pesca de la angula, que es el alevín de la anguila. Nosotros dejamos de pescarla tiempo después, hará unos cinco años. Las multas son criminales. Pero todavía hay quien trapichea con ellas”, dice David ‘el Feo’.

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    Ambos furtivos saben que si hoy llega la barcaza de la Guardia Civil les multarán

    “La gente tiene que entender que de algo hay que comer. Y el que se ha dedicado toda su vida a esto no sabe hacer otra cosa”, puntualiza José Manuel. En la actualidad, alrededor de 40 barcos ilegales siguen faenando en las aguas del Guadalquivir en el tramo del río que une Sevilla y Sanlúcar, muy cerca de Doñana.

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    Se trata de embarcaciones que tienen un valor de 25.000 euros cada una

    Pero si alguien las quisiera comprar no pagaría más de 3.000. “La prohibición hace que este oficio, mientras sea ilegal, no tenga atractivo. Nosotros venimos de familias de riacheros y hemos nacido y crecido en el río. No sabemos hacer otra cosa”, coinciden ‘el Feo’ y ‘el Gordo’.

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    La Junta de Andalucía prohibió a finales de 2010 la pesca de la angula

    Desde 2010, los patrones del río andaluz sus patrones miran con envidia hacia Galicia, País Vasco, Aragón, Comunidad Valenciana o Asturias, comunidades donde, con sus limitaciones, sí se permite la captura de angulas.

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    Riacheros como David y José Manuel no han dejado de faenar por las aguas que le vieron crecer

    Cada día, en función de las mareas, colocan sus barcos en el río. Se lo conocen como las palmas de sus agrietadas manos. ‘El Feo’ y ‘el Gordo’ no temen a las multas de la Guardia Civil. Por precaución, tienen puestas sus propiedades a sus mujeres o a otros familiares. De esa forma no pueden embargarles ningún bien.

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    Muchos han cedido sus embarcaciones a las bandas de narcos que operan en el Guadalquivir

    Les llegan a pagar entre 15 y 20.000 euros por permitir que almacenen en el interior de sus embarcaciones cientos de kilos de hachís durante unas horas.

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    En 2017 la Guardia Civil detuvo a una mafia que operaba en el contrabando de angulas hacia China

    Los pescadores furtivos recibían entre 180 y 350 euros por kilogramo, dependiendo si se estaba al principio o al final de la temporada. Los intermediarios, entre 250 y 450 euros. Y los exportadores, entre 800 y 1.500 euros. En total, se calcula que lograban unos beneficios brutos al año de siete millones de euros.

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    David tiene 34 años, un hijo y una mujer en el paro

    Faena en el Guadalquivir con su propio barco desde los 14 años. Con 10 se viba en bici desde Trebujena, su pueblo, hasta las marismas del Guadalquivir. Aprendió el oficio de su padre, también riachero. Su abuelo también se dedicó a la pesca del camarón. Vivía en una choza junto al río.

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    José Manuel comenzó a pescar en el río 'grande' andaluz con 12 años

    Está casado y tiene dos hijos, aunque uno falleció por culpa de un cáncer. Como en el caso de David, su padre también se ganaba el oficio con lo que sacaba del Guadalquivir.

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    En 2006 uno de los hermanos de José Manuel murió ahogado mientras faenaba

    Se cayó al agua cuando iba de un barco a otro en su lancha. La autopsia señaló que tenía un fuerte golpe en la cabeza. José Manuel encontró el cadáver días después a un kilómetro y medio río arriba.

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    Ambos furtivos luchan por la legalización de la pesca de angulas

    "Ahora lo tienen prohibido, pero saben que lo hacemos. Queremos tener una cartera llena de papeles, no de billetes. Queremos comer del río, no morirnos sin él".