Le prometí a mi madre que no volvería a escribir sobre muñecas sexuales. La primera vez que lo hice se me acabó yendo de las manos. Me metí en el primer burdel de ‘sex dolls’ (muñecas sexuales) de Barcelona y me encerré una hora con Lily (QEPD). No tuve sexo con ella, pero la puse a celebrar goles y la pobre acabó con una teta destrozada y la peluca por el suelo. El burdel cerró a los pocos días porque era ilegal. Un drama todo.



Luego llamaron medios de todos lados para interesarse por la rareza. Me llevaron a magazines matinales para saber, jiji, jaja, cómo era el tacto de la vagina. Me entrevistaron en radios colombianas preguntándome por ‘la panocha’. Mi foto salía abriendo un periódico holandés con un titular del tipo: “¡No se la zumbó!”. Eso no le gusta a una madre. Nunca más, le prometí.



Nunca más hasta la semana pasada. Me llegó un mail desde la redacción de EL ESPAÑOL. Una foto y un texto escueto pero claro: “Ha llegado un chico nuevo a la ciudad”. La foto era esta:



Y es literal. Ha llegado un chico nuevo a la ciudad. Madrid ha abierto su primer burdel de muñecas sexuales y tal vez la novedad más reseñable es que cuenta con un muñeco masculino. Se llama Izan, pesa 32 kilos, tiene tableta abdominal, el pelo como si cantase en Oasis y unos atributos de los que hablaremos más adelante.

Izan, el muñeco masculino

A pesar de mis reticencias, el reportaje estaba adjudicado para mí desde antes incluso de que abriese el burdel. Quién si no. Yo ya tengo experiencia en intimar con esta especie. Si al final se le iba a salir algún órgano o había otro episodio de gangrena, yo iba a ser el redactor que menos se espantase. Así, faltando a mi promesa, llamé a la agencia y me reservaron media hora para el jueves por la noche.

Pedí hora con Ada, una de las muñecas femeninas. La del pecho más pequeñito, porque si a esta también se le tenía que reventar una teta, mejor que todo fuese rápido y no se saliese mucha cosa. Por lo visto no entendí el mensaje de mi jefe, que me sacó de dudas al rato por teléfono:

—“No, no, David. Tienes que pedir hora con el chico”.

—¿Cómo con el chico?

—Pues con el chico.

—Es que ya he reservado con una muñeca femenina.

—Pues tiene que ser con el masculino.

—Bueno, he pedido la que tiene el pecho más pequeño. Igual nos convalida...

—Con el chico hemos dicho, que es la novedad.

—Ya le he dicho la chica, saben que soy hetero. No creo que cuele que yo pida ahora al hombre y…

—El chico. Y que no te pillen que eres periodista.

Pues el chico. Volví a llamar a la agencia. Para que sonase convincente, les dije que me había venido arriba, que me veía fuerte y que quería hacer un trío. Chico, chica y cretino. En la agencia me concedieron el cambio con grandes vítores, creyendo tal vez que estaba bajo los efectos de la cocaína.

40 euros por cabeza

Luxury Agency Dolls (LAD) está en el barrio de Tetuán, en el 33 de la calle Castilla. Es en un local sin letrero y con una puerta blanca y opaca. Allí me esperaba el jueves por la noche un malagueño muy simpático y atento. No es el muñeco. Es Sergio, el chaval de 24 años que ha montado el negocio con otro socio de su edad.

Lo primero que me gustó es que este burdel es más barato que al que fui el año pasado. Eso lo valoramos mucho los catalanes. El de Barcelona costaba 120 euros. En el de Madrid, 40 por cabeza (de silicona). Si quieres una habitación ‘con sorpresa’ pagas 20 euros más. Así, pagué 100 euros y pedí la chica, el chico y la habitación con sorpresa, que aquí hemos venido a jugar.

En la habitación roja hay todo tipo de juguetes sexuales DLF

Yo iba con reservas. Como esto es más barato, seguro que es un antro cutre. Si en el de Barcelona se les salía una burbujita de silicona del pecho, aquí se le va a salir como para hacer un fuet, iba pensando yo. Qué equivocado estaba, amigo. El burdel de muñecas madrileño es extremadamente molón. Está cuidado hasta el más mínimo detalle. Las instalaciones son modernas, hay música de ambiente y hasta una pequeña barra en el hall para pedirse una copa. Con el servicio entra una consumición. Lo que sí que había en Barcelona y aquí no tienen es una tele con películas porno.

Muñecas a temperatura humana

Un detalle interesante es que en esta agencia calientan a los ‘sex dolls’ antes de que llegue el cliente, para que tenga una temperatura corporal lo más similar a un humano. “¿Y luego también lo limpiáis con una Karcher?”, le pregunté. “No, la limpieza es complicada. Colgamos a los muñecos del techo con unos arneses, limpiamos a fondo todo el cuerpo y luego tenemos herramientas especiales para los orificios. Utilizamos líquidos que son limpiadores exclusivos para estas cosas. Es un trabajo bastante pesado, pero la higiene es máxima”.

Sergio me acompañó a la denominada habitación con sorpresa, conocida como ‘La Habitación Roja’ (como el grupo indie) porque está pintada de ese color. En una pared han colgado todo un muestrario de juguetes sexuales. Lubricantes, esposas, látigos, fustas, dilatadores... y hasta un plumero. “Esto para qué se supone que sirve”, le dije a Sergio. “Para hacer cosquillas”; me aclaró dejándome perplejo. “¿Hacerle cosquillas a una muñeca?” le pregunté. “O muñeco”, me puntualizó él.

Y es que en esta agencia cuidan hasta esos extremos. “Los clientes establecen una relación muy próxima con los muñecos. Muy personal, en serio. Al final, lo importante para nosotros es que tengan todo lo necesario para hacer realidad su fetiche, sea cual sea. Y si son las cosquillas, pues las cosquillas”, me aclaró.

En un extremo hay un cuarto de baño. En la pared de enfrente hay una cruz de San Andrés, por si alguien quiere crucificar en forma de X a los muñecos. Del techo cuelga un columpio. Y en el centro del cuarto, una cama grande con muchos cojines. Allí, esperándome, estaban los primos de Lily (Que Dios la tenga en su gloria): Ada e Izan. Ambos miden cerca del metro y medio, son de silicona pero tienen la estructura de hierro, pesan 32 kilos cada uno y están fabricados en China.

A Ada la pusieron rezando. Izan estaba haciendo el arquero



Ada está francamente lograda. Tiene el pecho pequeño, un orificio oral de 13 cms, uno anal de 17, otro vaginal de 21 cms y una melena rubia parecida a la de Bernardo Schuster. Los rasgos faciales están muy conseguidos y sus dos ojos miran en la misma dirección, no como mi añorada y estrábica Lily, que con un ojo miraba a Canaletas y con el otro a su Pekín natal. My Lily era tan bizca que podría haber ejecutado con maestría aquel pase que hacía Ronaldinho, poniéndola en el área pero mirando al palco. En cambio Ada tiene los ojos muy bien alineados. Sergio me la había colocado de rodillas y rezando.

“Ay, que me han pillado que soy el periodista...”, pensé en cuanto vi a Izan. Y lo pensé porque Sergio me lo había colocado haciendo el arquero. Igual que Kiko Narváez. Igual que yo puse a la difunta Lily el día que la conocí. Pero no, no me habían pillado. Sergio, que es un cachondo, me lo colocó así “porque es una postura divertida, no sé”. Ese “no sé” es revelador: y es que es así, hagan la prueba: si algún día van a un burdel de muñecas, se darán cuenta de que tienen la irrefrenable necesidad de poner al muñeco haciendo el arquero. Es así, no pregunten el motivo.



Estaba yendo todo muy bien. El sitio muy chulo, una cervecita, los muñecos muy logrados… hasta que vi algo que provocó un escalofrío. Otra vez, el holocausto de muñecos: “Perdona, Sergio, creo que a Izan se le está cayendo el pene”, le tuve que advertir.



Él me tranquilizó enseguida: “Ah no, no. Eso se aprieta ahora. Es que es intercambiable. Igual que la vagina de las muñecas”. Para demostrármelo, me trajo la vagina suplente de Ada, con rugosidades de silicona muy conseguidas. Y apretó el pene de Izan. Así que, a la pregunta de “cuánto le mide a Izan”, la respuesta es: a gusto del consumidor (por cierto, también tiene orificio oral y anal).

El escorpión

Sergio por fin nos dejó solos a los tres y yo me dispuse a (h̶a̶c̶e̶r̶ ̶e̶l̶ ̶i̶m̶b̶é̶c̶i̶l̶ ̶o̶t̶r̶a̶ ̶v̶e̶z̶) ampliar el catálogo de suertes futbolísticas que inauguró la malograda Lily. La novedad más reseñable es que hemos incorporado ‘El Escorpión” de René Higuita, aunque la cosa no acabó de salir. ¿Se acuerdan del escorpión de Higuita en Wembley?

El portero colombiano René Higuita haciendo el célebre escorpión

El tío se suspendía en el aire y levantaba la cabeza, altanero, mientras abría los brazos y sus pies impactaban con la pelota. Yo lo intenté con Ada, pero como no se le sujeta la cabeza arriba, la cara se quedó totalmente amorrada al colchón. No nos salió muy estético.

Ada, reinterpretando el mítico escorpión de Higuita DLF

A Izan lo quise montar en el columpio mientras esquivaba su sable intercambiable. Ahí fue cuando me crují la cintura. Los ‘sex dolls’ son extremadamente pesados. 32 kilos de peso muerto con una anatomía complicada, porque al estar articulados sus movimientos son impredecibles. Si usted padece de la espalda, intente no experimentar posturas demasiado complicadas. O pruebe tener sexo con personas con constantes vitales y movilidad propia.

A plazos

Mi hernia discal acaparó casi toda la media hora que pagué. Al salir, Sergio me preguntó si me había divertido, que había escuchado bastante meneo. “Muchísimo”, le contesté. “Pues en la web también tenemos tienda. Puedes comprarte una por unos 1.500 euros, tenemos 34 en stock. Y si no la quieres pagar del tirón, te la financiamos a plazos”. Entra uno ahí por la risa y sale con un crédito y una amiga (o amigo) nuevo con el que celebrar goles. Ya saben qué regalarle a su cuñado estas navidades.

Me despedí de Izan y Ada con la conciencia tranquila, porque ningún muñeco había salido dañado. Al despedirme de Sergio me sugirió: “Oye, si te ha gustado la experiencia y te animas, podrías ayudarnos escribiendo en internet algún comentario positivo”. Y en eso estamos, amigo. Escribiendo el comentario en internet.

[Más información: Así pasé una hora con una muñeca por 80 euros en el prostíbulo de las sex dolls]

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